La energía a carbón fue una alternativa viable para producir electricidad a bajo costo de generación, pero con un alto impacto ambiental. Como país en vías de desarrollo, hicimos caso omiso de la contaminación generada, a pesar de estar cumpliendo el estándar normativo de la época.

A los ojos de hoy, con mayor conciencia ambiental, se estableció una meta país de ser “carbono neutral” al 2050, junto con el compromiso de la descarbonización de la matriz eléctrica nacional. Este último hito es muy relevante, donde las empresas voluntariamente se adhirieron a un plan de descarbonización de la matriz eléctrica nacional, lo que implica el retiro de centrales de esta tecnología, y el compromiso de no continuar con su desarrollo en Chile.

En lo concreto, se retirarán ocho unidades carboneras en un horizonte de cinco años, equivalentes a una energía aproximada de 3.800 GWh al 2024.

Aunque es muy deseable acelerar la descarbonización, es importante que este objetivo se realice progresivamente y de manera planificada. Además, existen temas de seguridad y calidad de servicio que deben ser velados. Remover centrales a carbón implica que se deben despachar otras centrales más caras para cubrir la demanda, lo que repercute en el precio de la energía en el mercado spot y, finalmente, en los precios de los contratos de clientes libres.

En término de magnitudes, solo durante el año pasado las centrales que generaron electricidad en base a carbón inyectaron al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) 29.000 GWh, lo que representó el 39% del total de energía producida. En la memoria de los clientes libres aún persisten los recuerdos de los años, no tan lejanos, en que los costos de la energía rondaban los 150 USD/MWh. Hoy en día, los precios de contratos libres rondan los 50 USD/MWh, pero esta situación -que depende de la oferta y demanda- puede cambiar rápidamente si se retira parte de la oferta de forma forzada.

Los precios de la energía son un factor fundamental para la industria y minería, y como país abierto al libre mercado, no podemos darnos el lujo de que nuestros productos se vuelvan menos competitivos.

La descarbonización debe ser programada y plausible. De esta manera, se dará la señal adecuada al sector para desarrollar proyectos que puedan reemplazar la energía producida por carbón sin que se eleven los precios. En este sentido, son las energías renovables las más adecuadas para reemplazar a las carboneras, principalmente las hidroeléctricas de pasada, biomasa, eólicas y solares.

Por lo anterior, hay que mirar de cerca el desarrollo de proyectos y eliminar barreras para que puedan ingresar nuevas ofertas de energías renovables. En ese sentido, una de las principales trabas para la concreción de estos proyectos es firmar contratos de suministro, requisito para conseguir financiamiento y llevar a cabo su construcción.

Si analizamos el ingreso masivo de energías renovables, que hoy se acerca al 20% de la energía generada del SEN, uno de los factores claves fueron las licitaciones para el suministro de clientes regulados realizadas desde el 2015. En estas licitaciones la gran mayoría de la energía fue adjudicada a proyectos de fuentes renovables, con la grata sorpresa de precios de suministro muy atractivos, siendo la última 32,5 [USD/MWh].

Este año se recibirán ofertas para una nueva licitación de suministro para clientes regulados y se requiere un total de 3.500 GWh, la que podría ser abastecida a través de nuevas centrales de energías renovables. En esta situación, la energía inyectada al SEN será capaz de cubrir la energía retirada por el plan de descarbonización de cinco años mencionadas anteriormente, lo que da señales de que el plan es adecuado, sin gran repercusión para clientes libres.

Considerando el éxito de las últimas licitaciones de suministro regulado, nuestra experiencia indica que el sector privado puede emular las mismas condiciones para obtener beneficios similares, lo que podría fomentar aún más el ingreso de energía renovable en el país.

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