Fabio Peláez.

El biogás es un combustible sustentable, que se obtiene mediante el proceso de descomposición anaeróbica de residuos orgánicos. En general, está compuesto aproximadamente por un 50% de gas metano (CH4), un 40% de dióxido de carbono (CO2), además de oxígeno y otros gases, y hoy es una alternativa cierta de combustible para nuestro país, frente al rechazo que han sufrido diversos proyectos energéticos importantes, como Punta Alcalde, Castilla e HidroAysén. Un hecho que sin duda genera oportunidades para planes de menor envergadura, más aún cuando hoy en nuestro país la energía no solamente escasea -Chile importa casi el 75% de la energía que consume-, sino que además tiene un alto costo.

El Gobierno tiene cifradas grandes esperanzas en el futuro de las ERNC para contar en Chile con energía más limpia y a precios razonables, motivo por el cual espera cumplir la meta que se impuso en su Agenda de Energía, que señala que el 45% del crecimiento de la capacidad instalada nacional entre el 2014 y el 2025 debe ser con Energías Renovables No Convencionales (ERNC). A diferencia de otras ERNC -como la eólica y solar fotovoltaica-, la energía generada a partir del biogás es continua y no depende de la existencia de vientos o radiación solar, pues la descomposición anaeróbica (que es la que genera el Metano) opera 24x7.

Hace algún tiempo, la ONG “Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales” (NRDC) encomendó una evaluación de los costos comparativos de una amplia gama de tecnologías de generación en el sector eléctrico chileno, entre las fuentes de energía primarias de grandes hidroeléctricas, carbón, gas y diesel, y las fuentes de ERNC, tales como pequeñas hidroeléctricas, energía geotérmica, biomasa, biogás, energía eólica, energía solar fotovoltaica y energía termosolar. Este estudio -denominado “El futuro de la energía limpia en Chile”- evaluó los datos de 2011 y realizó proyecciones sobre los costos relativos de la producción de electricidad para 2020 y 2030. ¿Su principal conclusión? Que las opciones energéticas tradicionales de Chile no son necesariamente las opciones más seguras o más asequibles para el futuro.

Chile puede satisfacer su demanda en las próximas décadas a través de una variedad de fuentes de ERNC y tecnologías de eficiencia energética que complementarían su base de generación existente. Pero esto solo será posible si el país fortalece las energías renovables y las políticas de eficiencia energética para eliminar las barreras existentes y promueve más efectivamente estos sectores, concluye el citado documento.

Impulsar la generación de energía eléctrica utilizando biogás como combustible es, sin duda, una gran iniciativa, ya que permite además ejercer un buen manejo de los residuos, resolviendo también un problema medioambiental. Por otro lado, este tipo de tecnología posee gran potencial, debido a que puede ser implementada en cualquier industria que produzca desechos orgánicos, como ganadería, agricultura, forestal, entre otras, sin dejar fuera el sector industrial, especialmente el alimenticio, que es un generador de grandes cantidades de residuos orgánicos aptos para la generación de biogás. Todo lo anterior, sin olvidar que actualmente las empresas están obligadas a realizar un manejo sustentable de sus residuos, proceso que permite producir el biogás y aprovecharlo en la misma industria generando electricidad y vapor (Cogeneración) para sus procesos. Otro aspecto muy importante, es que no se necesita utilizar grandes emplazamientos, como sucede con las energías tradicionales, ni tampoco largas líneas de distribución. Las plantas de biogás pueden instalarse en sitios muy remotos y operar como Generación Distribuida, llegando a localidades donde el actual sistema interconectado no llega o bien donde es necesario cruzar grandes extensiones y distintos propietarios para llegar con una línea de distribución.

Actualmente Finning está desarrollando proyectos de generación de energía utilizando biogás. Por ejemplo, uno de los proyectos desarrollados en Chile por la división Energía y Motores de Finning es una central de energía eléctrica a biogás, construida en el relleno sanitario que el Consorcio Santa Marta posee en la Región Metropolitana de Santiago. Esta central de generación cuenta con una Planta de Tratamiento de biogás que lo limpia y seca, para permitir su uso directamente en los grupos generadores Caterpillar allí instalados.

En este caso, el biogás proviene de la descomposición de los desechos que se depositan en el relleno, el cual es capturado gracias a un gran número de pozos que penetran el relleno sanitario y que, mediante la acción de compresores, es succionado hasta la superficie donde se colecta y conduce a través de un sistema de tuberías a la Planta de Tratamiento de Gas. Allí se limpia, filtra y se comprime para luego ingresar a los grupos generadores CAT (ocho unidades, modelo G3520C), produciéndose así la energía eléctrica. La central -que es operada y mantenida por Finning- comenzó a funcionar en el 2013, y aporta 16 MW al Sistema Interconectado Central (SIC).

Otro proyecto de Finning relacionado con la generación de energía a partir de biogás es en la lechería Ancali, donde se aprovechan los desechos de animales. En esta iniciativa, Finning aportó un grupo generador y equipamiento de cogeneración, el cual se puso en marcha en el primer semestre de 2013.

La ciudad de Oslo, capital de Noruega, superó la capacidad de procesar los residuos que producen sus habitantes, y desde 2009 comenzó a importar desechos de municipios de Inglaterra para alimentar las plantas de biogás que generan calefacción y electricidad. En la actualidad, las escuelas de Oslo reciben electricidad de estas plantas y casi la mitad de la capital noruega cuenta con calefacción gracias al procesamiento de los residuos domiciliarios. En nuestro caso, debemos entonces tomar conciencia de que la falta de energía en un país hace más lento su desarrollo y crecimiento. Por otra parte, debemos asumir que si el costo de la energía es alto, hay que buscar soluciones para bajarlo y, por lo tanto, Chile debe seguir impulsando más proyectos energéticos, limpios y diversificados, para sostener el crecimiento del país y jugársela por un planeta más verde, como lo ha hecho Oslo.