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La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el marco de la conferencia con la que celebraba su centenario, aprobó dos documentos trascendentes: una convención contra el abuso y la violencia en el trabajo y una nueva declaración oficial, esta sobre el futuro del trabajo.
La primera norma exige a todos los países miembros de esta organización dependiente de la ONU la adopción de "una legislación que exija a los empleadores tomar medidas apropiadas [...] para prevenir la violencia y el acoso en el trabajo".
La convención contra el acoso, aprobada por una amplísima mayoría de miembros, ahora debe ratificarse en los países miembros para que esa norma internacional se convierta en fuente de derecho en cada país. El objetivo es proteger a "trabajadores y empleados, con independencia de su situación contractual, incluidas las personas que realicen actividades de capacitación, pasantías y formación profesional, los trabajadores cuyo contrato se haya rescindido, las personas que realicen labores de voluntariado o busquen trabajo, y los solicitantes de empleo".
El texto define la violencia y el acoso como "un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten una sola vez o de manera repetida, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar, un daño físico, psicológico, sexual o económico".
La convención, en el artículo cuatro, recoge una serie de medidas que debe contener la legislación de los países que la sancionen como, lógicamente, la prohibición de la violencia y el acoso, la puesta en prácticas de políticas que luchen contra el problema, iniciativas de prevención, sanciones y herramientas contra ella.
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