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HOTEL MAGNOLIA
Diseño lumínico que realza la arquitectura y decoración

Situado a pocos metros del cerro Santa Lucía, en la calle Huérfanos de la ciudad de Santiago, este hotel ocupa una antigua casa construida en 1929 por el arquitecto Eduardo Costabal Zegers, autor también del proyecto arquitectónico del edificio que hoy ocupa el Consejo de Monumentos Nacionales, la llamada “Casa de las Gárgolas”, de Av. Vicuña Mackenna.

El edificio del Hotel Magnolia fue restaurado, adaptado y ampliado para sus nuevas funciones por la arquitecta Cazú Zegers. El proyecto hotelero exigía 42 habitaciones, por lo cual fue necesario agregar un volumen de tres pisos que se eleva desde el último piso original, el tercero, sin alterar el estilo de los años 20. Como ella explica, la fachada del volumen agregado es una resonancia de la antigua fachada que se plasmó en vidrio serigrafiado con la imagen invertida.

Este elemento, que es hoy la característica principal y la nueva identidad del edificio, se enciende durante la noche. La línea de luz surge del encuentro de los dos volúmenes, y a contraluz se vislumbra, con luz y sombra, la nueva fachada, casi fundida con el cielo. Por otra parte, todos los relieves, molduras y esculturas, llevan también una línea y un mini proyector de led que destaca la tridimensionalidad del elemento.

En el diseño de luz interior se propuso realzar la arquitectura y la decoración. La iluminación arquitectónica se ocupa de recalcar la volumetría espacial y la materialidad, como las líneas en el piso, que destacan el muro original de ladrillo y orientan la circulación hacia las habitaciones. Lo mismo ocurre en las escaleras laterales, que unen verticalmente los tres pisos originales, cuyos antiguos muros de ladrillo están realzados con la iluminación desde la base y con apoyo adicional de la luz incorporada en las barandas. En los muebles, en las estanterías del bar, en los libreros del estar y en el antepecho de comedores, se utilizaron líneas de led que no ocultan la nobleza de la casona original, y encienden el perímetro de los espacios, otorgándole una atmosfera de amplitud y liviandad.


Iluminación decorativa

En la iluminación decorativa se intentó subrayar la época en que la casa fue concebida: cuando eclipsaba el art nouveau y nacía el art decó, tendencias que se hermanaron de alguna manera al rechazar la tradición. De acuerdo con la tradición familiar de los antiguos propietarios, la inspiración de esta enorme residencia habría venido en la vejez del poderoso abogado salitrero y ministro de Hacienda Julio Zegers Samaniego. Tenía un palacete en la Alameda, pero era el cerro Santa Lucía el lugar donde pasaba sus horas más plenas, sobre su hermoso caballo, con guantes calados y fusta en mano, con su pelo y barba blancos al viento. Años antes de morir, le habría sugerido a su hija y heredera, Ana Zegers García-Huidobro, que hiciera construir un palacete en la calle Huérfanos, al lado del Santa Lucía, que siguiera las nuevas corrientes arquitectónicas: el art nouveau, que empezaba a eclipsar después de la Primera Guerra Mundial, y en especial el art decó, que naciera después de ese conflicto bélico y eclipsaría durante la Segunda Guerra. Ana Zegers, tras la muerte de su padre, que le dejó una gran fortuna adquirida como abogado de Mr. John Thomas North, “el rey del salitre”, empezó a preparar la construcción de la mansión imaginada por él, la que hoy hospeda al Hotel Magnolia. Finalmente, fue su sobrino, el joven arquitecto Eduardo Costabal Zegers -nieto del abogado salitrero- quien se encargó de dar forma a los sueños del abuelo. A partir de 1929, la residencia Zegers ha enriquecido la arquitectura patrimonial de Santiago. Y otro miembro de esta numerosa familia, María del Carmen Zegers García, conocida a nivel internacional como Cazú Zegers, fue fortuitamente encargada de remodelar y ampliar la mansión para convertirla en una suerte de hotelboutique.

La iluminación decorativa escogida para el Hotel Magnolia quiso poner de relieve la conjunción de estilos que se advierte en la casona original. Por eso, hoy es posible ver reflejada sobre los cristales de una gran puerta art nouveau las formas geométricas de una lámpara art decó, aunque estilizada ligera, y con avanzada tecnología led. Se seleccionó la línea Wire Flow, cuyos volúmenes geométricos virtuales consideran todas las aristas de un cubo, prisma, octógono, que le dan carácter actual sin renunciar a la esencia de la antigua lámpara clásica colgante con el trazado geométrico del art decó. Así, en el pasillo de acceso se dibuja al fondo un cubo colgante sobre una mesa que marca el tramo principal, y la articulación con la escalera clásica del edificio. En el estar, un prisma piramidal luce al costado de los sillones seleccionados por Carolina del Piano, interiorista del hotel. Y arañas cuelgan en el piano bar.

Al mesón muy simple de la recepción lo marca una luz incorporada, y sobre él -- todo lo largo—sobresale una línea de cinco cubos planos. Por último, el patio central antiguo fue convertido en restaurante, con una cubierta de vidrio y lámparas del tunecino-británico Tom Dixon, que -al igual que el art decó- se ha apoyado siempre más en la imagen industrial que en el arte tradicional. Estas luminarias, color cobre y bronce, evocan la materialidad de ese diseño europeo engendrado durante la Gran Guerra.

Marzo 2018
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