En Chile, prácticamente no existen obras sin problemas de filtración, escenario dentro del cual, la ingeniería cuenta hoy con una amplia cantidad de recursos tecnológicos para potenciar la seguridad de las obras. Dentro de ellos se encuentran las arcillas bentoníticas sódicas, sistemas denominados GCLs (Geosynthetic Clay Liners), consistentes en mantas de geosintéticos, generalmente geotextiles y geomembranas, acompañadas de la arcilla bentonita sódica, una ceniza volcánica cristalizada después de su dispersión en agua salada. El sodio incorporado como la carga iónica que adquiere esta arcilla después de su dispersión, le entregan propiedades hidrofílicas especiales, que las hacen potencialmente muy efectivas para ser usadas como barreras definitivas en la protección de elementos contra fluidos, entre ellos, el agua. Innumerables ventajas El principio permanentemente "activo" de la arcilla bentonítica le confiere las propiedades únicas de auto-cicatrización y autoreparación. Esto significa que cada vez que las membranas sufran una herida como resultado de un punzamiento, corte durante su instalación, o bien , daño por el trabajo mismo de los hormigones, como en un sismo, por ejemplo, son capaces de autosellarse, no requiriendo la intervención humana. Otras fortalezas de este sistema se relacionan con su rápida instalación, eliminación de elementos de base y protección como emplantillados, carencia total de termofusiones y abstracción de las rutas críticas, todo lo cual ha derivado en que esta solución esté presente en importantes proyectos de edificación y obras civiles a lo largo del país, por su eficiencia y por los ahorros que conlleva, en términos de instalación y mantención. |