Luego de la devastación del Terremoto-Tsunami, vino la bajeza de algunos compatriotas en saqueos (que hace poco nos enteramos que fueron maquiavélicamente orquestados para robar cajeros automáticos) e incendios intencionales. Pero al fin, a sólo una semana de la tragedia, sacamos a relucir lo mejor de lo nuestro: la solidaridad; desde los sin casa de Constitución, a los empresarios más poderosos de nuestro país.

Hasta aquí solidaridad y generosidad personales, pero claramente bajo una nueva perspectiva que hace pocos años ha ido ganando terreno en nuestro mercado: la Responsabilidad Social-Empresarial. Esta RSE, que en definitiva nos habla sobre el impacto que tiene una compañía sobre su entorno en el cual se mueve, aparecía en escena con una urgencia nunca antes vista. Todas las principales plantas de Celulosa Arauco quedaron inoperables y, por otro lado, las casas de los operarios ya no existían; el casino Monticello quedo inutilizable, ¿y qué hicieron esas compañías?: entregaron a sus principales colaboradores herramientas, capacitaciones y mediaguas, para que se dedicaran a construir sus propias soluciones de emergencia. Mientras otros especialistas levantaban sus puestos de trabajo. Luego del desastre muchas compañías de relevancia nacional se han lanzado a ayudar a los demás, y claramente el comercio en su totalidad cambió.

Marzo, que suele ser un mes clave para las empresas de retail, redefinió absolutamente las prioridades. Hubo al principio por lo menos dos semanas en las cuales a nadie se le habría ocurrido promocionar algo que no estuviese relacionado con la ayuda a los afectados. Todas las promociones y estrategias publicitarias que se habían planificado para el mes de entrada a clases, el sobre endeudamiento y en la práctica el inicio del año laboral, se debieron ir al tacho de la basura.

En este mes recién pasado, donde cada uno busca posesionar su producto o servicio para todo el año, se debió hacer un esfuerzo no sólo por diseñar una nueva estrategia de marketing, sino que también por revisar a fondo en qué podía aportar la empresa a las zonas más afectadas y ,antes que eso, a sus propios trabajadores. Volvió a nacer entonces un nuevo concepto que se ha ido afianzando en el mercado nacional: la RSE, pero ahora con un contenido y trasfondo poco imaginable hace algunos años.

Compañías mineras que, reconociendo las altas rentabilidades recién obtenidas, y agradeciendo que en nada se vieron afectadas directamente con la tragedia, generaron una alianza estratégica para instalar una escuela modular (similar a la utilizan en sus campamentos mineros) en una de las zonas más afectadas y pobres del país.

Una cadena de farmacias demoró pocos días para llegar al epicentro del maremoto con una sala de venta en un container con remedios gratuitos para aquellos que tenían receta médica. Bancos, multitiendas y empresas de servicios perdonaron la cuota de marzo, u ofrecieron condiciones comerciales realmente favorables en las regiones afectadas.

Las empresas en Chile se dieron cuenta de que no se podían mantener al margen, que no bastaba con el aporte que había triplicado la meta de la Teletón; se necesitaba un paso más adelante. La RSE llegó para quedarse con mucha fuerza. No sólo las compañías sino que también sus clientes, ven como algo muy necesario, que todos nos relacionemos más con nuestro entorno y que estemos abiertos a las necesidades y dificultades del otro.

Las ayudas y aportes se están institucionalizando con personal calificado y dedicado a esto, para que esa entrega sea eficaz y eficiente, al igual que el resto de las actividades de una compañía que se estima seria, profesional y responsable.