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| Ray Gallegos, Docente UEjecutivos, Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. |
Por Ray Gallegos, Docente UEjecutivos, Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.
El futuro de la logística se construye hoy: empresas que adoptan cadenas autónomas y predictivas están definiendo nuevas reglas de eficiencia, resiliencia y competitividad en los mercados globales.
Desde hace varios años, la gestión de las cadenas de suministro se ha convertido en un tema estratégico. Una cadena de suministro no es solo transporte o inventarios: es el conjunto de flujos, actores, transacciones y procesos que transforman materias primas en productos, generando valor en cada eslabón. Comprender esta visión es clave para dimensionar cómo la tecnología —Industria 4.0 y 5.0— incrementa ese valor, beneficiando al cliente final y a todos los actores involucrados.
Cuando hablamos de “valor”, no nos referimos únicamente a eficiencia en costos, sino también a la adaptación y personalización en la relación con el cliente: oportunidad en la entrega, customización, escalas de precio, trazabilidad y servicio postventa. Este enfoque impulsa a avanzar hacia procesos más eficientes, con menos desperdicio y con visión de cadenas autónomas, adaptables y predictivas.
Tres conceptos clave
Para ello, existen tres conceptos fundamentales, cuyo trabajo conjunto genera cadenas resilientes:
• Autonomía: capacidad de operar y tomar decisiones sin intervención humana. Una cadena autónoma se gobierna a sí misma, corrige errores, reasigna recursos y comunica decisiones a los equipos.
• Adaptabilidad: flexibilidad para reaccionar y ajustarse rápidamente ante cambios internos o externos. Esto implica rediseñar rutas, ajustar inventarios o modificar prioridades en tiempo real.
• Predictibilidad: habilidad para proyectar escenarios futuros mediante el uso de datos (big data, small data, machine learning), anticipando riesgos climáticos, interrupciones logísticas o variaciones en la demanda.
Herramientas en acción
Existen múltiples ejemplos reales de aplicación de estas tecnologías. En el caso de la Inteligencia Artificial, Amazon ajusta inventarios con algoritmos predictivos, DHL utiliza machine learning para anticipar retrasos en sus rutas globales, y Walmart aplica modelos para prever la demanda de alimentos frescos, reduciendo desperdicios. En cuanto a la automatización de procesos, Ocado opera centros de distribución con robots que seleccionan y embalan pedidos online, Zara emplea RFID para reponer tiendas en tiempo récord, y Maersk procesa miles de órdenes de transporte y aduanas mediante RPA.
Los gemelos digitales también han demostrado su valor: Siemens replica fábricas para probar mejoras antes de implementarlas, Maersk simula congestión portuaria en rutas marítimas, y DHL Brasil optimiza el picking en almacenes mediante un gemelo digital. Finalmente, en la era de la Supply Chain 4.0, Tesla ajusta la producción de baterías según la disponibilidad de litio y cobalto, UPS optimiza rutas con su algoritmo ORION, ahorrando millones de litros de combustible, y JD.com gestiona centros logísticos con robots, drones y sistemas de inteligencia artificial.
¿Cuándo será realidad en Chile?
Las piezas ya están sobre la mesa. Hoy existen pilotos y casos exitosos. Las grandes multinacionales podrían contar con cadenas altamente autónomas y predictivas en 5 a 10 años. En Chile y Latinoamérica, el proceso será más gradual: probablemente 10 a 15 años, condicionado por la infraestructura, la adopción tecnológica en pymes y la disponibilidad de talento digital.
Este escenario no es ciencia ficción: es un camino en construcción. La cadena de suministro del futuro será un ecosistema inteligente, capaz de aprender, adaptarse y anticiparse, generando mayor valor con menor costo. Quienes avancen primero definirán las reglas en los mercados globales. El futuro ya comenzó: la diferencia estará en quién logre escalarlo primero.
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