El consumo final de energía de Chile está determinado por cuatro grandes sectores: Transporte, Industrial, Minero y Comercial Público Residencial. Pero, es el sector Transporte el que de forma individual más ener-gía consume en el país: representa el 35% de la matriz de consumo energético nacional, concentrado en un 99% en los derivados del Petróleo, participación que se ha mantenido relativamente estable a través del tiempo. De acuerdo a la "Revisión de Expertos sobre Eficiencia Energética en Chile" realizado por APEC en abril de 2009, la energía para el transporte es fundamental para el funcionamiento y desarrollo de la sociedad chilena. Chile es sumamente dependiente del petróleo extranjero y se espera que el sector transporte experimente uno de los mayores aumentos en consumo de energía al año 2030, con un potencial de eficiencia energética informado de un 12% para el 2021. De acuerdo a mi experiencia práctica en el desarrollo y seguimiento de Proyectos de Eficiencia Energética especializados en organizaciones de transporte de carga por carretera, las mejoras en rendimientos pueden alcanzar fácilmente rangos del 20% respecto de la situación base. El desafío para que estas iniciativas exitosas, pero puntuales, generen un impacto transformador en el sector, está en la implementación y en que los interlocutores relevantes en estas materias se coordinen a fin de apurar la adopción de buenas prácticas en una masa crítica de empresas, que genere el impacto que se espera. Se sabe qué hacer, las buenas prácticas existen, la tecnología también; lo que se requiere es que éstas lleguen de forma sistematizada y coordinada a estructuras empresariales consolidadas en el transporte, capaces de abordar e implementar programas en esta dirección. Para las empresas de transporte el tema de la eficiencia energética sobrepasa por mucho a la responsabilidad social que toda organización tiene. Por ser, además, el combustible es el principal ítem de costo de este servicio, entonces un programa de eficiencia energética en las compañías de transporte debe estar necesariamente priorizado en el centro de su estrategia competitiva. A modo de reflexiones generales, puedo decir que en este tema: El proceso de transformación debe apuntar a desarrollar una cultura de Eficiencia Energética en las empresas de Transporte, en un contexto de excelencia operacional. Se debe avanzar en la profesionalización de las estructuras de gestión de flotas y conductores. Aplicación y explotación de herramientas y tecnologías disponibles para estos efectos. La Eficiencia Energética es una fuente de ventaja competitiva para las compañías de transporte, que además permite mejoras relevantes en sus resultados financieros. El objetivo final de un Programa de Eficiencia Energética en las compañías de transporte es la sustentabilidad de sus servicios. Los proyectos o programas de Eficiencia Energética deben soportarse en la gestión por procesos y seguimiento en base a indicadores. Es crítico el desarrollo y actualización de competencias especialistas tanto en la gestión de flotas y mantenimiento como en conducción racional y económica de conductores. Un proyecto de este tipo requiere disciplina en la gestión y el seguimiento de los desempeños, desde la alta dirección. Históricamente, las preocupaciones globales terminan condicionando todas las relaciones sociales a través de los mecanismos existentes para ello: legislación, regulaciones, protección de mercados, estándares globales, etc. Por lo tanto, podemos imaginar un mundo que avanza decididamente a pautas de consumo radicalmente diferentes, en el que nuevas tecnologías faciliten el uso de fuentes energéticas alternativas, vehículos eficientes y con bajas emisiones de CO2, edificios ecológicos, exigencias de programas de ahorro energético para acceder a los mercados, necesidad de demostrar estándares ecológicos para poder operar en ciertos ámbitos geográficos o centros urbanos, etc. Todo lo anterior nos hace tener la certeza de que en este plano y en lo inmediato, el transporte de carga por carretera enfrenta uno de sus más altos desafíos, principalmente por el enorme impacto que este servicio tiene sobre el medioambiente y el uso de energía, pero también porque, hasta hoy, en Chile esta industria no ha situado esta realidad al centro de sus preocupaciones. En ChileTransporte A.G., vemos en este escenario una fuente inevitable de nuevas regulaciones, de cambio en las expectativas y requisitos de clientes y de avance de competencia con estándares mayores al respecto; lo anterior junto con plantear un gran desafío, abre enormes oportunidades para quienes estén dispuestos a trabajar en este sentido. Sería miope no ver que en temas medioambientales y energéticos el "ritmo de cambio" aumenta exponencialmente y sería de una ceguera total no visualizar que aquellas empresas de transporte que desarrollen la capacidad de construir su servicio de forma sustentable generarán una ventaja competitiva muy relevante, un elemento diferenciador que incluso determinará, para ciertos mercados, quiénes estarán y quiénes no. La buena noticia para esta industria es que, así como el transporte genera impactos serios al entorno y es un gran demandante de energía, la potencialidad de desarrollar programas y proyectos sencillos pero exitosos, capaces de demostrar ahorros energéticos y mejoras en los estándares de emisiones, con un alto impacto positivo sobre el actual estado de cosas, es enorme y la única decisión pendiente es la de colocar prioridad a estos programas y proyectos a fin de iniciar lo antes posible el camino que de todas formas se tendrá que recorrer. |