La suma de todos estos factores debiera tener como consecuencia cadenas ágiles, veloces, flexibles e innovadoras a través del tiempo, con la capacidad de ir anticipando los desafíos del mercado, un crecimiento sostenido y una mayor creación de valor.
Estudios realizados en empresas líderes (Apple, Nike, Procter & Gamble, Cisco, Wal Mart, Samsung y Pepsico, entre otras) en esta materia, nos muestran diferentes prácticas que destacan y que son elementos constantes y que se revelan como comportamientos consistentes en el éxito en la gestión de la cadena de suministros (SCM) en dichas empresas. Un estudio realizado este año por Gartner enumeró estas prácticas:
Enfoque en la demanda: Son los esfuerzos por conocer los patrones de compra y uso de los productos o servicios por parte de los clientes e integrarlos a una planificación organizada de la gestión total de la empresa y que no sólo pase exclusivamente por los procesos logísticos. Es la capacidad de conocer al cliente, trabajar conjuntamente con él y que sea la demanda quien direccione la oferta de la empresa y su consecuente planificación y SCM.
Innovación: Implica la capacidad del trabajo cercano, de relaciones colaborativas, entre actores de las diferentes funciones de la empresa a través de procesos que creen un valor real para el cliente. Esta búsqueda de eficiencia e integración interna, a través de la gestión de procesos, busca tener como resultados mayor coordinación, disminución de costos y calidad, así como importantes mejoras en el trabajo en equipo, uso de la tecnología, disposición a los cambios y, finalmente, en los productos y servicios.
Cadena extendida: Corresponde a la gestión sobre la extensión de la red y los esfuerzos por alinear a los integrantes en objetivos comunes de rentabilidad, sustentabilidad y crecimiento. Estos esfuerzos obligan a la transparencia y al desarrollo de mayores capacidades en torno a las bases de éxito de la cadena.
Métricas balanceadas: Se refiere a la gestión que se introduce sobre la dinámica de tensión que se produce en las métricas o KPIs sobre los cuales se mide el desempeño del negocio y que, en muchos casos, son índices que no se comunican, se centran en la función y no en el proceso o no guardan una relación causa-efecto, afectando el desempeño total. Esto muchas veces requiere de disciplina, datos y honestidad para tener una base sólida de análisis sobre aquellos procesos esenciales que son medidos por índices débiles, sin vasocomunicación o alineamiento con lo que se espera del negocio.
Actitud: Agrupando lo anterior, bajo cada visión se requiere una actitud que envuelva a la cadena a través de una disciplina en los procesos que permita manejar de mejor manera los trade-offs involucrados en cada decisión hacia un mayor resultado global. Los líderes deben mostrar una actitud que deje claro que es necesario que todas las partes involucradas trabajen juntas para el éxito.
Talento: Ninguna de las prácticas anteriores puede ser asegurada si no contamos con las habilidades y compromiso de las personas. No sólo necesitamos seleccionar a los mejores, sino también hacernos cargo del desarrollo de sus competencias para las nuevas tareas y desafíos, así como sensibilizar y educar ante los cambios y la innovación. Si bien este ingrediente está al final de la lista, debe considerarse como lo que realmente es: el primero.
Indudablemente, la SCM es un arma competitiva, una fuente casi infinita de mejoramiento y que puede marcar una real diferencia en el desempeño del negocio o en su estrategia competitiva. Le invito a hacer un esfuerzo y verificar sus prácticas de acuerdo a lo expuesto y colóquese el desafío. La SCM, y consecuentemente la logística, es mucho más que inventarios, transporte o tecnología: es talento, es actitud, es liderazgo.