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El mejor almacén
es el que no existe
Por Héctor Portales Gómez, Dr. in Logistics Management. Director Postgrado en Logística y SCM de la Universidad Iberoamericana de Ciencias y Tecnología.

En principio el almacenaje está considerado como una actividad necesaria en todas las empresas, independientemente de si se trata de industriales, comerciales, o incluso de servicios. En su propósito, se especifica que es “un espacio planificado para el almacenaje y la manipulación eficaz y eficiente de bienes y productos”. Sin embargo, su función se define como una parte del proceso de la logística, que trata de evitar que cualquier fluctuación, en alguna fase del proceso de la cadena de suministros, altere la regularidad del ritmo de producción.

Más allá de todo esto, el mejor almacén para una empresa es el que no existe, ya que si se crea no estará nunca vacío. Estas actividades que se producen en un almacén, normalmente se consideran como "un lastre, despilfarro o mal necesario" por ser absorbentes de inversión a través de la infraestructura física e inventarios y por los costos que se generan al tener niveles de stock que se conservan en el tiempo (ver figura 1).

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Figura 1.

Por lo general, en nuestro país se les da poca importancia y son un problema frecuente en las compañías nacionales, de diversos tamaños y sectores, con algunas excepciones. En la mayoría de los casos, los almacenes presentan diversos problemas: se suelen ubicar donde se puede (no donde se debe); no se han desarrollado procesos, normas y procedimientos; no se autorizan las adquisiciones de instalaciones y estanterías acordes a la tipología de productos; los bienes y productos frecuentemente están dispersos y colocados a superficie de piso; la iluminación es notablemente deficiente, etc. (ver figura 2).

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Figura 2.

Los criterios tradicionales de gestión de los almacenes han seguido la política de utilizar el espacio al máximo y obtener la máxima productividad del personal al realizar las operaciones de movimiento de entrada, salida y de reposición. Esta concepción tradicional ha llevado a los almacenes al máximo de ocupación, incluso dificultando los movimientos y la localización de los bienes y productos.

Y aunque se haya previsto su capacidad de almacenaje para absorber el crecimiento para unos años, nunca se verá una instalación de este tipo vacía y, dependiendo de los productos y mercados, todas están llenas más allá de los máximos permitidos. Por lo tanto, nos hemos olvidado que "los almacenes deben ser diseñados como proyectos de inversión y de rentabilidad, orientados a apoyar la gestión de la empresa en los mercados locales y globales".

Entonces, nos encontramos que no se consideraron en las necesidades de planificación logística, la flexibilidad de adaptación a los cambios del entorno y del negocio, como por ejemplo: las estrategias de inventarios, transporte, localización, entre otras y de la actuación viable de las operaciones del almacén en post del servicio al cliente (ver figura 3).

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Figura 3.

Dado que el almacén representa una importante inversión en el activo fijo y circulante de las empresas, éste debe aportar ventajas competitivas, valor agregado a los bienes y productos que se manejan y una función determinada en la cadena logística; en definitiva, debe ser capaz de generar una rentabilidad a la inversión efectuada en él.


Nuevas tendencias

La función propia del almacén en las tendencias de los nuevos sistemas de gestión empresarial, su diseño según el tiempo probable de utilización, los requerimientos para maximizar su ocupación y hacerlo rentable, las tendencias al inventario cero, el aprovisionar lo necesario, con cero deterioros, mermas, obsolescencias y el desarrollo del outsourcing… todos estos factores conllevan a que estas instalaciones tiendan a disminuir o a ser eliminadas al interior de las empresas (ver figura 4).

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Figura 4.

No obstante, aunque parezca un contrasentido con lo expuesto, y dado los tipos de mercados y clientes en este mundo global, en la actualidad debemos mantener un cierto inventario en nuestra cadena de suministros, y para ello necesitamos estar más cerca de bodegas o centros de distribución diseñados y ubicados estratégicamente (ver figura 5).

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Figura 5.

Para la decisión de la creación y/o ampliación de una instalación de almacenaje, se debe al menos determinar el rol o valor agregado a que responderá y el nivel de servicio que otorgará en el conjunto de la cadena de suministro. Asimismo, se tiene que evaluar si la función del almacén ha de ser el almacenamiento propiamente tal o será una plataforma de tránsito sin stocks (cross-docking).

Además, es necesario verificar si es imprescindible hacer la inversión y la posterior gestión del almacén o si se pueden utilizar los almacenes externos de outsourcing (3PL). A ello hay que agregar la premisa con que se debe responder a la demanda en los tiempos adecuados, desde que se administra el pedido, procesarlos y entregar el bien o productos, donde lo necesitan, al menor costo posible, en las cantidades y calidades exigidas y al mejor nivel de servicio posible en el segmento de mercados en el que la empresa compite.

Las decisiones que se adopten en la planificación logística del almacén, también deberán tender por fuerza a conseguir resultados eficientes y rentabilizadores, tanto en la vertiente de detención temporal de los bienes y productos al interior de ellos como en los ciclos de flujo de éstos.

Diciembre 2010
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