La sociedad en su conjunto ha avanzado mucho en cuanto a infraestructura, adopción de tecnología y herramientas de gestión, inserción en los mercados y acceso a la educación, entre muchas otras cosas y ello, sin lugar a dudas, ha impactado en el Transporte. La pregunta que debiéramos hacernos desde el Transporte es si este desarrollo y crecimiento industrial son más rápidos y sustentables que el del resto de la sociedad, o si vamos detrás en las transformaciones. A mi parecer, claramente el Transporte presenta una dinámica de desarrollo y profesionalización lenta y reactiva en relación a lo que, por un lado, los clientes exigen y, por otro, lo que la sociedad demanda de este sector. Evidentemente, hay avances y hoy tenemos un segmento del Transporte muy dinámico, desarrollando modelos de negocios sustentables, especializado, innovando y generando valor a través de su servicio; pero ello debe pasar rápidamente de la anécdota o de los casos puntuales a ser una característica que atraviese toda nuestra industria. En esto estamos empeñados en ChileTransporte, y para ello hemos impulsado la Agenda del Transporte 2010-2014 "Profesionalización, Modernización y Eficiencia del Transporte en Chile", que contiene el diagnóstico integral y 9 líneas de trabajo para el desarrollo del sector. Creemos que están dadas las condiciones para abordar las reformas estructurales que faciliten que todos los empresarios de Transporte (chicos, medianos y grandes) den el salto necesario y definitivo de la profesionalización. Una industria caracterizada por su enorme atomización genera condiciones estructurales que dificultan su desarrollo y, en este contexto, hay un tema relevante a resolver: el rol y el futuro del pequeño y mediano operador. Son dos los problemas que este segmento de la industria enfrenta. Por un lado, la dificultad de agregar valor al servicio, debido a que la logística actual exige procesos especializados de información, integración tecnológica, comercialización, flexibilidad, atención al cliente, etc., que sólo pueden desarrollarse a partir de una cierta escala de operación o estructura empresarial mínima. Y, por otro, la informalidad que caracteriza a este segmento de la industria. ¿Qué hacer en las Organizaciones? El cambio necesariamente debe partir por las propias organizaciones de Transporte. El empresario que desee hacer del Transporte la industria para desarrollar su negocio en el largo plazo, necesariamente debe plantearse una vocación de crecimiento y una estrategia de empresarización y profesionalización; quien no tenga esa visión difícilmente construirá un modelo sustentable, que responda a los cambiantes requisitos de los clientes y a las exigencias que la sociedad hace y hará a nuestro sector. ¿Qué hacer en la Industria? La colaboración público-privada ha demostrado ser la vía más efectiva para dar saltos significativos en el desarrollo de las industrias y los países, y para ello se requiere, por un lado, un sector empresarial propositivo, con agenda clara, sustentada en antecedentes técnicos sólidos y con una clara visión de lo que será el transporte y la logística del futuro. Pero, además, se requiere un sector público con voluntad de asumir su rol promotor, articulador e impulsor de las transformaciones que son necesarias para avanzar hacia un Transporte económica, ambiental y laboralmente sustentable. Es necesaria la voluntad de todos para avanzar y hacer un esfuerzo por ver las brechas que debemos superar y, además, se requiere la capacidad de establecer una dinámica participativa y constructiva para abordar las reformas necesarias; y aquí creo que claramente esta industria está en deuda. Afortunadamente, al menos a nivel de intenciones, vemos a las nuevas autoridades del Ministerio de Transporte conscientes del enorme potencial que la logística y el transporte tienen para el desarrollo del país y con la voluntad de asumir un rol en este desafío. En conclusión, son dos las tareas centrales para el Transporte del Bicentenario: una a nivel de estructura industrial y otra que responde a las características de los operadores o empresarios del Transporte. La estructura industrial del Transporte, con mucha legislación obsoleta y sin fiscalización, la excesiva atomización de operadores, la informalidad en un porcentaje relevante de sus operaciones, su estructura tributaria que fomenta la precarización y desincentiva el crecimiento (como el Impuesto Específico al Diésel), la sobreoferta, las nulas barreras para el acceso a esta actividad y la ausencia de información que permita mejorar la toma de decisiones privadas y públicas, son aspectos que configuran una industria poco profesionalizada y con dificultades para avanzar en ello. A nivel de los operadores ha faltado asumir una visión y modelo empresarial claro de los servicios de Transporte de Carga por Carretera. Esta es una industria con una importancia estratégica para las empresas y el país, con un peso económico que se estima en un 4% del PIB, con un rol fundamental en los temas de productividad y competitividad, con desafíos energéticos y ambientales relevantes, con la necesidad de mejorar la seguridad en sus operaciones, con la exigencia de involucrarse en temas de desarrollo urbano, etc. Entonces, debemos entender definitivamente que para responder a todos esos desafíos se requieren "Organizaciones" y no "Camiones". Históricamente, esta industria ha estado centrada en los "Camiones" y la verdad es que el Transporte del futuro lo desarrollarán "Organizaciones de Transporte" eficientes, innovadoras, involucradas con las operaciones de sus clientes, insertas en procesos de crecimiento y mejora continua, y que inviertan fuertemente en tecnología y en el desarrollo de sus recursos humanos. Todos quienes han dado ese salto, todos quienes con mucho trabajo han construido esa visión de negocio en sus empresas, han crecido fuertemente, logrado generar mucho valor tanto para sus accionistas como para sus clientes y, a la vez, mejorar las condiciones de sus trabajadores. Es una posibilidad abierta a todos... |