Parece ser que los estudiosos y prácticos de la gestión de la cadena de abastecimiento nos pusimos de acuerdo con relativa facilidad y rapidez (atributos logísticos, cuando de buenas prácticas se trata) a la hora de consensuar la conveniencia de disminuir los inventarios acumulados a lo largo de la cadena. Be-neficios financieros, producto del menor capital de trabajo necesario, así como beneficios operacionales (menores tiempos y costos), asociados a la re-ducción o eliminación de los procesos de almacenaje y manutención de mercancías en alguno o todos los almacenes de las diferentes cadenas de abastecimiento. Por otra parte, esta mayor tensión de la cadena de abastecimiento (menores stocks acumulados versus mayor rapidez de circulación en la cadena) requiere de frecuencias mayores en los procesos de aprovisionamiento, transporte y distribución y de la participación de "Agentes Profesionales de Transporte", quienes deben tener la capacidad de gestionar efi-cientemente los cuatro flujos fundamentales del transportista profe-sionalizado: flujo físico, flujo de información, flujo documental y flujo de valores. Todos en tiempo real e integrados a los sistemas de sus clientes/proveedores. Lo anterior nos invita a reflexionar sobre la actual competitividad de la industria del transporte terrestre de mercancías en Chile y a preguntarnos ¿está mayoritariamente preparada la industria para asumir el rol que las cadenas de abastecimiento le tienen asignado? En mí opinión aún NO, por lo que quienes participamos de la industria de la Logística y el Transporte, en los distintos roles y espacios -Gobierno, Empresarios, Asociaciones Gremiales, Educadores- tenemos el desafío de transformar la actual gestión de transporte en una gestión profesional que permita con decisión a los transportistas ocupar el lugar que el modelo tiene reservado para ellos. Desde una perspectiva "macro", esto es posible con el diseño de políticas públicas coherentes, tendientes al fomento y fortalecimiento de la gestión profesional de las Asociaciones Gremiales de transportistas, como un elemento central para abordar la inconveniente atomización de la industria (en promedio hay menos de 2 camiones por empresa), y con la capacitación y educación permanente que permita fortalecer una oferta de servicios de transporte de valor agregado y sustentable económicamente como fuente de mejoras permanentes en la rentabilidad del sector. A nivel "micro", los gestores logís-ticos de aquellas empresas interesadas en dotarse de una ventaja competitiva en base a una cadena de abastecimiento ágil y flexible, deberán necesariamente avanzar de forma rápida y decidida en programas de integración profunda con sus proveedores de transporte, desarrollando programas de capacitación especializada de forma conjunta, incorporando tecnología a los procesos críticos, ejecutando y monitoreando acciones de mejora continua sobre los procesos logísticos centrales (en base a indicadores de gestión logística), instalando correctamente sistemas de incentivos, etc., todas actividades que pasan a ser parte de la agenda básica a la hora de pasar del convencimiento a la práctica. Hoy, la cadena de abastecimiento está impaciente por incorporar (o desarrollar) a los socios estratégicos, los especialistas en transporte y distribución que requieren los nuevos tiempos marcados por la globaliza-ción e interdependencia. Los transportistas deben urgentemente agregar valor a sus servicios, como única vía al desarrollo y como la más genuina y permanente fuente de ventaja competitiva, tanto para ellos como para sus "socios estratégicos". |