Buenas noticias llegan desde la autoridad. La Presidenta de la República, Michelle Bachelet, anunció el lanzamiento del "Plan de Desarrollo de Infraestructura para la Competitividad", iniciativa en que el Gobierno destinará US$780 millones durante el 2007 a fin de conformar la infraestructura pública necesaria para hacer más eficientes diferentes sectores productivos estratégicos para el desarrollo del país. Pero, lo más relevante, a mi parecer, está en los dichos de la Presidenta, quién en parte de su presentación señaló que estas inversiones se justifican porque "tenemos que ser capaces de llegar antes y de mejor forma con nuestros productos a los mercados, disminuir costos de transporte y logística, superar los cuellos de botella que impiden que estos sectores crezcan a ritmo más acelerado, etc.". Precisamente es eso lo que todos quienes gestionamos procesos logísticos o participamos de la industria logística aspiramos. Destacan en este plan de inversiones los US$50,5 millones en reposición de vialidad existente, los US$19,4 millones de aumento en capacidad vial y los US$7,1 millones para el acceso a terminales multimodales. Muy alentador es que el Ministro de Obras Públicas, Eduardo Bitrán, manifieste que este es uno de los desafíos claves para mejorar la competitividad de Chile y dirija sus esfuerzos hacia una mayor comprensión y participación del Gobierno en estas materias. Observemos al transporte terrestre por carreteras y avancemos un poco más. Son numerosos los análisis teóricos y empíricos en que se demuestra una relación positiva entre una mejor infraestructura y un mayor crecimiento económico, basado en mejoras de la productividad de la economía y su competitividad sistémica. Estos estudios relacionan las mejoras en la infraestructura de transporte con el desarrollo de las economías, tanto internamente como hacia el exterior (1). Pero, hablando de transporte (y de forma general en logística), la infraestructura ciertamente no lo es todo. Para que estos aumentos y mejoras en la infraestructura del país se transmitan hacia mejoras en la productividad, serán la calidad de las prestaciones de los servicios que utilizan dicha infraestructura y su entorno institucional los llamados a ejecutar lo que en el ámbito de las intenciones está muy claro. Resulta evidente entonces que la necesaria integración y coherencia de los avances en infraestructura con los servicios brindados a partir de ella es una prioridad ineludible y, como en todo proceso de integración, de difícil ejecución. La mejora en los servicios de transporte (como eslabón fundamental de la logística en las empresas y los países) es uno de los principales desafíos del proceso de globalización económica, integración regional y desarrollo interno de los países. De la mano de una creciente aplicación de las TICs (tecnologías de la información y las comunicaciones), la estandarización, la integración con generadores de carga y clientes finales y la liberación del comercio, los servicios de transporte más rápidos, seguros y especializados están contribuyendo a la integración de los procesos de producción y comerciali-zación, incrementa la productividad de los agentes económicos, amplía los mercados, integra efectivamente el territorio y mejora la calidad de vida de las personas. El objetivo fundamental del transporte en este contexto, alineado con las palabras de la Presidenta, es mejorar la calidad del servicio y la reducción de los costos logísticos, y para ello se debe lograr que el sistema de transporte de carga sea eficiente (operadores y servicios auxiliares) y el sistema de transporte sea confiable (jurídica y operacional-mente). Para el último queda el cómo abordar este desafío ineludible en el transporte y, en este sentido, las políticas públicas deben necesariamente hacerse cargo de aspectos largamente postergados: Establecer una normativa adecuada para el transporte y los servicios logísticos: Esta debe avanzar decididamente a la formalización y transparencia de la actividad, otorgar seguridad jurídica e incentivar las inversiones. En este contexto, también es necesario estructurar órganos reguladores que hagan cumplir la normativa establecida. Profesionalización y concentración de los operadores: Este es quizás uno de los principales desafíos, por la enorme atomización de la oferta de los servicios de transporte y por la deficiente y escasa información para la gestión en esta industria. En esto habrá que ser creativos, a fin de que la necesaria concentración de la oferta no se traduzca en un problema social al desplazar a los actuales micro operadores, es más, el ideal sería la inclusión de ellos en esta transformación. Este punto es fundamental, debido a que una gestión de calidad en los servicios de transporte requiere empresas con capacidad de gestión superior, inversión en tecnología, políticas de adquisición de activos y de mantenimiento, etc., lo que sólo se alcanza con una gestión profesional operando en una estructura de empresa mayor y más compleja. Mejoramiento del recurso humano: Los procesos logísticos y de transporte son intensivos en uso de mano de obra poco calificada, por lo tanto la calidad final de estos servicios pasa, necesariamente, por el desarrollo de competencias técnicas específicas de las personas que ejecutan dichos procesos (conductores, operarios, supervisores, etc.), y de cuyo desempeño dependen en gran medida las mejoras en la competiti-vidad que se pretenden. Buenas noticias llegan desde la autoridad, esperamos que estas continúen, ya que es necesario avanzar coordinadamente en múltiples aspectos y con variados actores, para hacer de estas buenas iniciativas un verdadero plan integral para la competitividad a través del transporte y la logística. (1) "Provisión de infraestructura de transporte en América Latina: Experiencia reciente y problemas observados". Ricardo Sánchez y Gordon Wilmsmeier CEPAL Agosto 2005. |