Todos los especialistas en estrategia competitiva coinciden en destacar al transporte y la distribución de carga (y a la logística de forma ampliada) como uno de los factores claves para el desarrollo de las empresas. Nos estamos refiriendo a la ejecución de un proceso que resulta fundamental en las estrategias de negocio de la gran mayoría de las empresas. En este sentido, la gestión de los procesos de transporte y distribución se ha convertido en la principal preocupación logística para las empresas, debido a que los costos se han concentrado en mayor medida en esta actividad y, además, poseen la capacidad de mejorar la calidad del servicio en cuanto a la puntualidad en la entrega, cuidado de las mercancías y generación de información vital para el correcto abastecimiento de los clientes. ¿Dueños de camiones? Todo gestor de transporte es un prestador de servicio y las exigencias de sus clientes apuntan decididamente a: Cumplimiento de plazos de entrega. Cuidado de la carga. Eficiencia operacional (bajos costos operativos). Capacidad de entregar información, ojalá en tiempo real, del estado de los envíos. Reacción rápida e información oportuna ante incidencias. Gestión de devoluciones. Retorno documental. Estos son los atributos más importantes que determinan la calidad en la gestión de los servicios de transporte de carga y por los cuales los generadores de carga están dispuestos a pagar. Si a lo anterior, agregamos que el transporte (por lo tanto, su imagen y su recurso humano) es quién en última instancia se relaciona con el cliente distribuidor final e incluso con el cliente final, tenemos que gran parte de la satisfacción de estos clientes depende de la calidad en la ejecución de esta actividad, y esto es la gran oportunidad y a la vez el gran desafío que tienen los gestores del transporte. Hoy en día no existe ninguna empresa de servicio (en cualquier industria) que se defina o que se entienda a sí misma en virtud de la propiedad o no de los activos que utiliza para desarrollar su actividad, esto es francamente irrelevante y equivoca el foco, por lo tanto resulta fundamental, y un punto de partida básico, que quienes se desarrollen en esta industria se entiendan no como "dueños de camiones" sino como "empresarios del transporte". Esto, más allá de ser un mero cambio de definición, lleva implícito el desafío ineludible de avanzar hacia una gestión profesional del transporte. Esta inevitable evolución de las empresas de transporte hacia una gestión profesional no significa incorporar personal salido de alguna carrera universitaria porque sí, sino que asumir decididamente tres grandes desafíos. Primero, profesionalizar su gestión, a través del incorporar herramientas de gestión básicas aplicadas a las características de esta industria (definición de las claves de su servicio y su especialización, gestión estratégica del mantenimiento, modelo de adquisición y renovación de los activos, control de costos, gestión de la calidad, gestión de flotas, administración eficiente del departamento de tráfico, técnicas de comercializa-ción de los servicios de transporte, etc.). Segundo, capacitar a todo el recurso humano de la empresa, partiendo por los niveles directivos, especializándolo en la comprensión de las necesidades del cliente y la ejecución eficiente de los procesos de transporte. Para toda empresa de servicio lo relevante no son sus activos (por muy costosos que ellos sean). La diferencia la hace su definición estratégica y las competencias de su personal. Por último, es necesario asumir como objetivo central la mejora permanente en la calidad de los servicios, poner foco en la satisfacción del cliente y tener la capacidad de trabajar en proyectos de integración. |