Si intentara realizar un paralelo con la realidad nacional, diría que las cifras se acercan bastante a lo que sería nuestra gestión logística. Sin embargo, afirmaría que nuestros esfuerzos intentan abarcar prácticamente en un solo intento todo el ciclo de madurez, olvidando muchas veces que la organización necesariamente se debe ir preparando para avanzar en iniciativas de integración cada vez más sofisticadas. En primer orden, para poder ir avanzando de una manera eficiente hay que hacer frente a la complejidad, tener conciencia que existe y cuyas fuentes fundamentales provienen de las conductas y expectativas cambiantes de los clientes, la proliferación de nuevos productos/servicios, mercados y canales y la presión por los costos. Por otra parte, hay que hacer frente al conjunto de innovaciones o tendencias que obligan a las empresas a ir en busca de la vanguardia para hacer frente a la competencia: manufactura ágil, intensidad de tecnologías de la información, aumento de poder de los proveedores dado por la concentración de los mercados, entre otras. Ahora bien, dentro de todo lo anterior quedan dos aspectos que considero importantes al momento de ir creciendo en calidad, innovación y respuesta: La visión estratégica que la organización le otorga a la gestión logística. El capital humano de la organización. Nada se puede hacer si no se consideran estos aspectos de compromiso organizacional en la agenda estratégica. El primero, dice relación con que es necesario comprender que la capacidad de crear valor de la logística ocurre en la medida que se es capaz de integrar las competencias fundamentales de la disciplina con el modelo de negocios y serán aquellas empresas que se transformen en ágiles, flexibles y alineadas las que generarán verdaderas ventajas competitivas. En cuanto al segundo aspecto, se debe tener claro que toda innovación o cambio al interior de la organización es un acto individual que debe ser aceptado y comprendido por quienes van a ser los actores fundamentales en la ejecución. Por ende, sobreexigir la madurez de la organización -no considerando estos temas que son propios de la empresa- no es un buen camino al éxito. |