Eso es lo que decíamos. Eso es lo que enseñábamos. Eso es lo que muchas empresas hicieron. Muchas, pero no todas. Los informes de la última conferencia anual del CSCMP (Council of Supply Chain Management Professionals) y las señales que hemos detectado en varias compañías en América Latina, marcan una tendencia muy diferente. En efecto, algunas empresas reportan haber aumentado sus niveles de inventario y, con ello, los costos de almacenamiento. No es de extrañar que los costos de mantener inventarios estén subiendo. Sólo en Estados Unidos, los costos de mantener inventarios se han elevado sistemáticamente en los últimos cinco años, afectando -como una enfermedad silenciosa- la rentabilidad de las empresas. En Chile no somos una excepción y muchas empresas prefieren mantener altos niveles de inventario, por el temor de erosionar sus niveles de servicio. La razón que generalmente se aduce es la incertidumbre del entorno, que estaría obligando a mantener inventarios de seguridad para prevenir posibles interrupciones o demoras en el abastecimiento. Ya sea causa o efecto, las instalaciones destinadas al almacenamiento han continuado creciendo. En Chile, toda empresa ambiciosa construye un Centro de Distribución que tiene que ser más grande y más moderno que el del vecino. Una vez el inventario adentro, hay que gestionarlo. Entonces, es comprensible la tendencia creciente por incorporar tecnología, tal es la automatización o la integración de radiofrecuencia en la recepción, en el picking y en el despacho. Pero, simultáneamente, hemos visto esfuerzos por reducir costos en algún eslabón de la cadena de abastecimiento y el primer candidato ha sido el transporte. En efecto, las tarifas de transporte se han visto presionadas a la baja. Cuando se habla de externalizar, normalmente se comienza por esta función y se piensa que por el sólo hecho de traspasarlo a un tercero, los costos de este ítem debieran reducirse de un 5% a un 20%. La situación es kafkiana: Para enfrentar la incertidumbre del entorno aumentamos la variedad de productos y elevamos los niveles de inventario. Construimos Centros de Distribución y comparamos software de clase mundial. Instalamos radiofrecuencia y toda la tecnología que -pensamos- nos pueda ayudar. Los costos emprenden una espiral creciente y los gerentes deben salir al pizarrón a dar explicaciones. Mientras tanto, los accionistas exigen rentabilidad. Entonces, por edicto real se reducen costos en toda la empresa. En el área logística se externaliza el transporte y se presiona al transportista para que baje sus tarifas en cuanto sea posible. Se revisa la dotación de personal logístico y se despide a un par de operarios de bodega. Se elimina el café. Se forman comisiones para estudiar oportunidades de reducción de costos. Se formulan proyectos. Se preparan reportes. Se realizan reuniones. Se opina. Se buscan culpables. Lo curioso es que el aumento de los niveles de inventario no ha ido aparejado con una mejora en los niveles de servicio. Los estudios que se han realizado en América Latina sobre quiebres de stock no indican una sustancial mejoría. En algunas categorías de productos se han detectado rupturas de inventarios que van desde el 7% al 18%...¡Siete a 18% de las veces el producto no está disponible! Tampoco la satisfacción de clientes ha mejorado. Los estudios de satisfacción de clientes arrojan resultados preocupantes, pues -a pesar de los esfuerzos de mejoramiento de la mayor parte de las compañías- la insatisfacción de los clientes se mantiene o aumenta. Es tiempo de volver a lo básico. Es tiempo de pensar con la perspectiva de la cadena de suministro completa, centrada en los distintos tipos de clientes y sus necesidades. Es tiempo de tomar las decisiones correctas sobre qué productos tener y en qué cantidades, en cada eslabón de la cadena. Es tiempo de sincronizar las partes dispersas, proveedores, embarcadores, agentes de aduana, operadores logísticos, centros de distribución, transportistas, todos los involucrados. Es tiempo de reducir los costos logísticos totales; es tiempo de lograr óptimos totales, no óptimos parciales. Es tiempo de volver a lo básico. Vamos, que se puede! |