El polvo es una amenaza para la operación cotidiana de las faenas, para la seguridad y la salud de los trabajadores. Pero, su impacto va más allá, porque, además, afecta “la confiabilidad de los activos involucrados en la producción y en la operación”, señala Alejandro Lira, Gerente General de Eco Pollux, empresa que pertenece a la plataforma de emprendimiento de Fundación Chile.
En la medida que las emisiones generadas superan los límites permisibles legales establecidos y no existan medidas de control para impedir la exposición de los trabajadores, el polvo se convierte en un peligro latente. “Ello genera el riesgo de que los trabajadores puedan contraer alguna enfermedad profesional, debido a la toxicidad del material particulado emitido”, explica Luis Arturo Valenzuela, Especialista en Ingeniería Ocupacional de ACHS.
El polvo es un problema recurrente en la minería, asegura Mauricio Moya, Director Cartera Construcción de Mutual de Seguridad CChC, “ya que tiene un impacto en la salud de los trabajadores y del medioambiente, afectando, por ejemplo, glaciares, cursos de agua y comunidades cercanas”.
De acuerdo a Douglas Sequeira, Director de Seguridad & Salud Ocupacional Codelco División Ministro Hales, el control de este agente debe tener un tratamiento integral, donde los actores principales son el binomio Operaciones y Mantenimiento, responsables de los puntos de generación. “Las áreas de Seguridad y Salud Ocupacional, a su vez, deben aportar en la verificación del cumplimiento de las supervisiones comprometidas y aportar con los resultados de mediciones ambientales y/o dosimétricas que reflejen representativamente el impacto de estas medidas en los niveles de exposición laboral”, asegura.
Alejandro Lira, Eco Pollux.
Luis Arturo Valenzuela, ACHS.
Mauricio Moya, Mutual de Seguridad CChC.
Douglas Sequeira, Codelco División Ministro Hales.
Un peligro latente
En la industria minera hay una estrecha y directa relación entre las detenciones en la operación y el polvo en suspensión que se genera durante la extracción, el transporte y la molienda del mineral, asegura Lira. Lo mismo ocurre en las industrias de ERNC (parques fotovoltaicos), agrícola y vitivinícola. “Pero en la minería es un aspecto crítico, que puede determinar el cierre temporal por daño ambiental a las comunidades aledañas”, destaca.
Esto está normado en el Artículo N° 60 del Decreto Supremo 594/99, que establece que no puede superarse más de cinco veces el límite permisible de un agente de riesgo químico en los lugares de trabajo.
Además, Moya agrega que “el polvo puede provocar daño de equipos electrónicos, baja visibilidad en plantas, accidentes, enfermedades broncopulmonares, gasto de recursos económicos para el control de la polución y mayor consumo de agua”, entre otras consecuencias.
Por otra parte, cuando los lugares son cerrados y mal ventilados, estos se tornan riesgosos por los accidentes que se podrían producir debido a la mala visibilidad, con la consecuente detención de las actividades, lo cual también impacta en la productividad del proceso.
El daño a la salud de los trabajadores dependerá de las características toxicológicas del polvo emitido, del tamaño de las partículas, concentración en el ambiente de trabajo, tiempo de exposición y susceptibilidad del trabajador.
La inhalación de polvo puede generar neumoconiosis, que corresponde a un conjunto de enfermedades pulmonares producidas por la depositación del polvo en los bronquios, ganglios linfáticos o el parénquima pulmonar, con o sin disfunción respiratoria asociada.
“Las neumoconiosis malignas generan fibrosis pulmonar que llevan a limitaciones severas, por ejemplo la silicosis, la asbestosis o talcosis”, aclara Valenzuela. “Las neumoconiosis benignas son menos severas, generando cuadros inflamatorios alérgicos”, agrega.
Lira aclara que los daños están asociados a los agentes que contenga el polvo (plomo, sílice etc.) y a la magnitud de la partícula, que en un tamaño inferior a 2,5 micras pasa directamente a los alvéolos y, posteriormente, a la sangre.
Tecnología al servicio de la industria
A juicio del especialista de la ACHS, la tecnología y el conocimiento respecto al control de emisiones de polvo en nuestro país han evolucionado positivamente. En este sentido, está comprobado que las medidas de control técnico o ingenieril, las administrativas y los elementos de protección personal, gestionados correctamente, resultan eficaces para evitar la exposición con riesgo de los trabajadores. “Existe información técnica y proveedores con experiencia en el desarrollo de sistemas de control, que actúan por humectación o por extracción forzada de aire. Por otra parte, los elementos de protección personal disponibles, en particular de protección respiratoria, están a la vanguardia respecto a países desarrollados”, precisa.
Además, es importante destacar que la normativa chilena también se ha actualizado para reforzar el control de la exposición a polvo en las industrias. Es así como el DS 594/99 del Minsal (2015) establece disposiciones específicas orientadas a controlar la exposición a polvo con contenido de sílice.
Según Sequeira, el compromiso país ha hecho que la industria asociada al control de polvo presente una mejora sostenible en el inventario de desarrollos tecnológicos, los que van a captación, confinamiento, extracción localizada, humectación, supresión aire-agua y precipitación (electrostática/radiofrecuencias). “Esta última, donde proveedores internacionales ya se encuentran desarrollando prototipos, pudiese ser una auspiciosa alternativa en faenas mineras donde la disponibilidad de agua es cada vez más crítica”, comenta.
Supervisión y mutuales
En general, las empresas de cualquier rubro afiliadas a los Organismos Administradores de la Ley (OAL) 16.744 reciben como parte de la cobertura la ejecución de programas de vigilancia ambiental que contemplan monitoreo y evaluación de agentes de exposición. La periodicidad de estas mediciones está determinada por los niveles de exposición de los trabajadores.
Sequeira explica que la implementación de estos programas son muy disímiles en las áreas económicas, siendo más críticas en el rubro de la construcción, dada la temporalidad de muchos trabajos. Por el lado de la industria minera están supeditados a la capacidad operativa de sus organismos aseguradores, “siendo unas de sus debilidades la representatividad de estas mediciones, lo cual es suplido por contratos que algunas empresas implementan para mejorar este déficit”.
Por otra parte, las mutualidades son responsables de llevar a la práctica los programas de vigilancia de los ambientes de trabajo y de la salud de los trabajadores. Para cumplirlo desarrollan actividades diversas como: identificación de peligros higiénicos, evaluación de la exposición a agentes identificados y entrega de medidas de control, cuya implementación por parte de las empresas es verificada a través de actividades específicas.
“Si los niveles de exposición medidos superan la norma establecida los trabajadores son incorporados a programas de vigilancia de la salud”, sostiene Valenzuela. Para reforzar el autocuidado en los trabajadores y apoyar a las empresas en el cumplimiento de su obligación legal, las mutualidades proveen cursos de capacitación, material de difusión (folletos y fichas técnicas) sobre riesgos higiénicos inherentes y de prevención de enfermedades profesionales relacionadas.
“También existe la difusión de protocolos como el Plan Nacional para la Erradicación de la Silicosis (PLANESI), evaluaciones cualitativas y cuantitativas personales y ambientales, medidas correctivas, verificación de cumplimiento de las medidas indicadas y realización de la vigilancia de salud de los trabajadores”, señala Moya.
Desafíos: hacia una gestión focalizada
El ISP realizó entre 2004 y 2005 un estudio sobre los niveles de sílice a que están expuestos los trabajadores en Chile y se encontró que en el 35% de los rubros se sobrepasó el límite ponderado permisible definido en el DS 594.
“Los desafíos en Chile apuntan a erradicar la silicosis hacia el año 2030, aumentar la pesquisa oportuna de casos, elevar la cobertura de la vigilancia de salud a los trabajadores expuestos y mantener vigentes planes de control desde la emisión”, asegura el experto de Mutual de Seguridad CChC.
A su vez, el especialista de ACHS añade que el control de la exposición ocupacional constituye un reto que requiere la permanente actualización de estrategias para asegurar la prevención de las enfermedades profesionales que se pueden generar o agravar por efecto del tipo de polvo emitido. “Se requiere hacer gestión focalizada en aquellos polvos críticos, como, por ejemplo, los que contienen sílice cristalizada. Para 2018, de acuerdo con las metas estratégicas definidas en el plan, las mutuales deberán tener el 100% de las empresas con presencia de sílice en programas de vigilancia ambiental y de salud”.
Sequeira concluye afirmando que “estudios recientes demuestran cifras dispares entre datos oficiales y la cantidad de expuestos declarados por los organismos, sumándose a esto una baja cobertura en programas de vigilancia”. Para el Director de Seguridad & Salud Ocupacional de la minera, “el compromiso de empleadores y líderes operativos pasa por asumir los esfuerzos necesarios para controlar la generación de este agente en la fuente, diseñando e implementando mejoras ingenieriles, planes de mantenimiento específicos y medidas administrativas. La idea es medir su eficiencia en la calidad del aire respirable, sin dejar de involucrarse en programas de vigilancia ambientales y médicos”.