María Isabel Grob, Especialista en Protección Solar: “Actualmente, se recomienda la protección de amplio espectro” María Isabel Grob. ¿Cómo se inicia el diseño de un protector solar? Primero, se definen las características deseadas del producto y luego con qué filtros trabajar. Esto responderá a si se desea un producto con un Factor de Protección Solar (FPS) alto, que tenga un amplio espectro, resistencia al agua, etc. En la elección de los filtros también entran otras variables como el costo, ya que algunos pueden ser muy caros. Una vez definidos los filtros se verá su compatibilidad y cómo incorporarlos dentro de un vehículo (crema, loción, spray, etc.) para obtener un producto de protección solar listo para ser aplicado sobre la piel.
¿Qué es lo que varía entre el precio de uno u otro fotoprotector? Por un lado, está el costo per sé de los filtros ultravioleta (UV) y, por otro, la sensorialidad del producto de protección solar. La sensorialidad es lo que detectan nuestros sentidos (principalmente tacto, en este caso); así podemos encontrar productos más o menos agradables al tacto, a la aplicación y que dejan una sensación más o menos agradable sobre la piel. En general, los filtros UV son grasos y pesados sobre la piel y para obtener un buen sensorial hay que recurrir a diversos artificios y/o trabajar con los filtros más nuevos; asimismo, se pueden incluir activos como reparadores de ADN, que también incrementan el costo. En el caso de la salud ocupacional, lo que se privilegia es la protección a un costo que permita su acceso masivo.
¿Qué características debe tener un protector solar para trabajadores? Como base, la Guía Técnica de Radiación Ultravioleta de Origen Solar indica que se debe tener un mínimo de un FSP de 30, idealmente de 50 + en lugares en que se está muy expuesto al sol, y que los protectores deben ser de amplio espectro (cubrir protección contra la radiación UVA y UVB).
Ya en la práctica, la resistencia al agua es una cualidad que se busca para una protección solar más efectiva en caso de trabajar expuesto a calor o alta humedad ambiental, por ejemplo. Esto permite una mejor adherencia del producto y mantener un film protector adecuado sobre la piel del trabajador. Al contrario, si es una fórmula que presenta poca adherencia, con la traspiración el producto puede escurrir y se debilita la protección.
No obstante, incluso para productos con resistencia al agua, siempre se recomienda la re-aplicación del protector solar cada 2 a 3 horas, no porque el protector deje de funcionar al cabo de ese tiempo, sino porque la película depositada sobre la piel va siendo removida por varios factores, entre ellos el roce con la ropa.
¿Cuáles son los formatos que se privilegian? Podemos encontrar muchos formatos de fotoprotectores en el mercado (cremas, lociones, spray, espuma, base compacta, polvo, etc.), pero muchas veces formas más sofisticadas pueden incrementar los costos. Para la línea industrial, además de la crema, podemos encontrar formatos en spray, que son fórmulas más fluidas de fácil y rápida aplicación, un stick para labios y zonas muy sensibles o productos coloreados tipo base de maquillaje. Respecto de las fórmulas más ligeras, pueden, en algunos casos, dejar un film más delgado sobre la piel y, considerando que la medida del FPS se hace con una cantidad exacta de 2mg/cm? de producto sobre la piel, es importante aplicar una cantidad adecuada para asegurar la protección etiquetada en el envase. Como referencia, se recomienda aplicar media cucharada de té en cara/cuello/cabeza y una cucharada de té por cada brazo, pierna, dorso anterior y posterior.
¿Qué tendencias se aprecian en cuanto a la protección? Actualmente, se recomienda la protección de amplio espectro. En un principio, la fotoprotección se centraba en UVB, principal responsable del eritema (enrojecimiento, inflamación y dolor de la piel) . Sin embargo, los avances en conocimiento científico han demostrado el rol del UVA en el daño por radiación solar. Entonces, una protección de amplio espectro permitirá proteger de todos los eventos biológicos asociados a cada una de las zonas de radiación ultravioleta.
¿Qué pruebas o certificaciones se requieren actualmente? Para registrar un protector solar en Chile, se debe cumplir con el reglamento cosmético que estipula que se deberá adjuntar al registro sanitario, un resumen de los estudios técnicos que avalen sus propiedades (FPS, protección UVA, hipoalergenicidad, resistencia al agua, etc.). Para el ámbito de salud ocupacional, se debe estar además en conformidad con la Guía Técnica de Radiación Ultravioleta de Origen Solar (ya mencionada).
Como requisito básico en Chile, se debe determinar el FPS. Para protección laboral, se debe verificar también el UVA y si el producto presenta resistencia al agua.
¿Qué otros parámetros se pueden considerar? Otro parámetro a considerar es la fotoestabilidad, si el filtro solar responde a la RUV de la misma forma con el paso de las horas. Un filtro UV posee la capacidad intrínseca de interaccionar con la luz absorbiéndola para luego liberarla en forma de calor inocuo. La capacidad de absorber esa energía y liberarla sin sufrir ningún cambio estructural se conoce como fotoestabilidad. Cuando un fotoprotector indica en su etiquetado que es fotoestable, implica que cuenta con un estudio que lo avala.
También, consideramos la hipoalergenicidad que es una medida del potencial que tiene el producto de generar una alergia. Sobre todo en salud ocupacional se buscan productos con esta característica. La hipoalergenicidad se mide en personas (por ejemplo 30 personas) con un patch test (similar al test de alergias, donde se aplica el producto en la espalda con un parche especial), se evalúan las reacciones en la piel, y si tienes hasta un 5% de reacciones cutáneas, puedes decir que tu producto es hipoalergénico. Este test se puede complementar con un estudio de fotoalergia y fototoxicidad usando un simulador solar para identificar reacciones cutáneas que ocurren solo cuando el producto se expone al sol. Existen también otras pruebas, destacando el Radical Sun Protection Factor (RSF) o factor de protección de la generación de radicales libres en la piel. La RUV es capaz de generar radicales libres en la piel, que son responsables de una variedad amplia de daños a las estructuras celulares. El RSF mide la capacidad de un fotoprotector de inhibir la formación de radicales libres sobre la piel cuando nos exponemos a RUV. Es así que, por ejemplo, un RSF 90% indica que el protector solar es capaz de inhibir el 90% de los radicales libres que se formarían en la piel sin el protector solar al exponerse a la RUV. |