Por Dr. Alejandro Dapelo A., Presidente de la Sociedad Chilena de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.
Dr. Alejandro Dapelo A.
En la actualidad, la hipertensión arterial (HTA) afecta a cerca de un 30% de la población adulta del mundo, y se considera la “epidemia silenciosa” del siglo XXI, siendo asintomática en la mayoría de los afectados, lo que genera falta de motivación para consultar y/o mantener las terapias indicadas, condicionándose un sub-diagnóstico y, a su vez, un gran grupo poblacional sub-tratado, o no tratado.
En nuestro país, de acuerdo a los datos disponibles en la última Encuesta Nacional de Salud 2009-2010, un 65,05% de los pacientes hipertensos tenía conocimiento de su enfermedad; un 37,26% se encontraba en tratamiento, y solamente un 16,49% estaba controlado.
En la gran mayoría de los afectados, la HTA se categoriza como “Esencial” o “Primaria” (más del 90% de los hipertensos), favorecida por una condición multifactorial, pero existen factores de riesgo que predisponen a su desarrollo y/o aparición.
Hipertensión arterial y trabajo
El enfoque y análisis de la HTA -desde el punto de vista de la actividad laboral que realizan las mutualidades- si bien muestran estrategias, análisis y resultados similares en lo global, no son estadísticamente comparables, ya que existe falta de estandarización en los diferentes grupos. La prevalencia de HTA en el grupo de habitantes activos laboralmente es inferior al de la población general, lo que está relacionado con la edad inferior que ellos presentan.
Al confirmarse una HTA Esencial o Primaria, el tratamiento se basa en recomendaciones de estilo de vida y, cuando se requiera, uso de fármacos antihipertensivos indicados. El tratamiento es crónico, permanente e indefinido, y no curativo, y se necesita educación y motivación constantes de los pacientes. En este sentido, lo ideal es que este se incorpore a algún programa de manejo de enfermedades crónicas y que logre tomar conciencia de su enfermedad; además, si es diagnosticada oportunamente y controlada como corresponde, ideal es que no condicione limitaciones en la actividad del paciente, pudiendo hacer una vida normal en todo plano. En este sentido, los tratamientos inconstantes y sin controles generarán descompensación de la HTA, predisponiendo a complicaciones progresivas en diferentes órganos nobles (corazón, riñones, cerebro, vasos sanguíneos), constituyendo un factor de riesgo cardiovascular potencialmente letal.
La HTA no constituye por sí sola una contraindicación para realizar una actividad física normal. Una actividad física, al menos moderada, debe siempre recomendarse dentro de las modificaciones de estilo de vida, contribuyendo al descenso de las cifras de Presión Arterial y a una reducción de peso.
Si se analiza el paciente desde el punto de vista de su salud laboral y potencial incapacidad, se debe tener en cuenta el origen de la enfermedad, el tiempo de evolución, el tratamiento utilizado y la respuesta terapéutica. Tal como ya mencionamos, en la mayor parte de las situaciones de HTA, una vez instaurado el tratamiento, el paciente podrá llevar una actividad física ordinaria, sin complicaciones, por lo que no dará lugar a ningún tipo de incapacidad. Sin embargo, la presencia de complicaciones y repercusiones de la HTA en el sistema circulatorio y, de manera especial cuando afecta órganos esenciales como el corazón, riñón, cerebro y vasos sanguíneos, significa que deberán programarse evaluaciones por médicos especialistas para determinar su aptitud laboral y limitaciones puntuales.
Hipertensión arterial y estrés
La relación entre HTA y estrés ha sido demostrada en diferentes modelos de estudios, pero el problema estriba en la dificultad de definir y cuantificar el estrés, ya que existe un componente objetivo (naturaleza del factor estresante) y un componente subjetivo (forma en que es percibido). De igual modo, resulta muy difícil catalogar una situación de estrés en una determinada persona como puramente de origen laboral, ya que puede tener múltiples causas, y la reactividad individual frente al estrés es muy variable de una persona a otra. En este sentido, ciertas actividades laborales pueden ser especialmente estresantes (choferes de locomoción colectiva, trabajos con exigencias de metas mínimas de ventas, profesores, cargos gerenciales, gendarmes, carabineros, etc.) y presentar alzas reactivas de Presión Arterial (PA) frente al estrés.
Frente a casos puntuales que hagan sospechar un componente de estrés que pudiera tener influencia en una HTA, deberá buscarse la asesoría de especialidad que corresponda (salud mental), para demostrar con mayor fundamento dicha influencia y determinar estrategias de intervención terapéutica con sicoterapia, drogas, cambio de lugar o tipo de trabajo, descanso, etc.
Otros factores
Se ha demostrado que la altura geográfica eleva la PA. Esta es una situación que debe tenerse presente en pacientes hipertensos que se desempeñan en condiciones de ese tipo, como ocurre en la minería, y debe asegurarse en ellos un óptimo cumplimiento de la terapia con énfasis en la limitación de ingesta de sodio, estilo de vida y moderación en los esfuerzos excesivos.
Otro efecto es la elevación de la PA por exposición ambiental a determinadas sustancias (plomo, mercurio, CO2 y otras), pero, en general, los servicios de Salud Pública tienen identificadas las áreas de riesgo, debiendo vigilarse con énfasis ese grupo de trabajadores.
Podemos concluir que en las mismas categorías de edad, la HTA tiene un sustrato basal similar en la población y en el ámbito laboral, pero en este último deben sumarse factores agregados de riesgo propios de cada actividad, lo que eleva su prevalencia en grupos específicos, requiriendo en muchos casos medidas complementarias de vigilancia, tratamiento y control.