| Día a día aumenta el consumo de nuevas tecnologías, que van dejando obsoletos una gran cantidad de productos. Para tener una referencia, un estudio de la EPA (Agencia de Protección Ambiental, Estados Unidos) indica que, en los países en desarrollo, el promedio de vida útil de los computadores ha diminuido de seis años en 1997 a dos años en el 2005. Si bien el dinamismo del mercado eléctrico y electrónico contribuye al desarrollo económico de las naciones, éstas se ven enfrentadas a un gran problema: ¿Qué hacemos con aquellos artículos que quedan obsoletos? El problema radica en que éstos poseen sustancias peligrosas como plomo, mercurio, cadmio y berilio, entre otros, que pueden provocar daños a la salud y al medio ambiente. Por esto, se torna indispensable que las personas y las empresas actúen responsablemente, seleccionando alternativas que permitan realizar una correcta gestión de los residuos al final de su vida útil. | | | |
Esta necesidad ya ha sido detectada por algunos países, los que han declarado políticas y leyes para regular el problema. Por ejemplo, la Waste Electrical and Electronic Equipment (WEEE, Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) ha sido implementada en algunos países de la Unión Europea, con la misión de mejorar el comportamiento ambiental de todos los agentes involucrados en el ciclo de vida de los aparatos, desde su diseño hasta la disposición final de éstos. Incluso se obliga a los productores de tecnología a responsabilizarse por los aparatos y dispositivos que producen y que han llegado al término de su vida útil, encargándose de su recogida y dando un tratamiento responsable en lo que a medioambiente atañe, proceso que se conoce como "Logística Inversa". Países como Suiza son casos ejemplares en el tema, llegando a tasas de 10,3 kg per cápita en el 2006, cuando la meta de la Unión Europea es de 4 kg per cápita hacia el año 2008. Si bien en Chile aún no existen leyes que obliguen a las empresas a reciclar sus residuos eléctricos y electrónicos, las distintas industrias comienzan a tomar conciencia acerca del tema, incorporando a sus políticas y prácticas el concepto de reciclaje con distintos fines, como el valor agregado que éste brinda a sus procesos, el cumplimiento de las certificaciones ambientales ISO 14000, la protección de su marca o el hecho que los ejecutivos posean una conciencia ambiental, la cual son capaces de transmitir a su empresa y entorno, haciendo que hoy cerca del 2% de los residuos electrónicos y eléctricos que se generan anualmente en el país se estén reciclando. Una oportunidad de mejora para la industria En las industrias Eléctrica y Electrónica, el reciclaje de residuos de este tipo adquiere gran importancia. Las empresas manufacturadoras de equipos para Baja, Media y Alta Tensión, tales como generadores, transformadores, turbinas, y sistemas de automatización y control, tienen una gran oportunidad en sus manos: otorgar a sus clientes la Logística Inversa para los equipos eléctricos y electrónicos obsoletos o que presenten fallas. Con esto no sólo se incluye la variable medioambiental a sus servicios, sino que también se da un valor agregado a los clientes, en especial a aquéllos certificados con la ISO 14000, como las compañías mineras, que, a la hora de evaluar propuestas en procesos de licitaciones, preferirán un proyecto medioambientalmente sustentable. De la manera que sea, la implementación del reciclaje electrónico conlleva grandes beneficios ambientales, sociales y económicos. Claramente, el reciclaje de materiales como el vidrio, el plástico y los metales, evitan o disminuyen la extracción de materias primas, prolongando la existencia de los recursos naturales. En tanto, el proceso de reciclaje ofrece nuevas plazas laborales, pues requiere de trabajo manual, debido a que es necesario desmantelar los equipos para poder separar los distintos materiales que los componen. Por último, si bien la cantidad de residuos electrónicos es un problema, comienza a aparecer una nueva alternativa de negocios. Residuos que antes iban a parar a vertederos convencionales se convierten hoy en materia prima para nuevos procesos productivos. A modo de ejemplo, podemos referirnos a la industria del reciclaje electrónico en Estados Unidos, la cual posee actualmente 400 empresas que generan trabajo a más de 7.000 personas. |