Hay dos grandes hitos que marcan los inicios de la historia de la Transformación Digital. El primero es la invención del transistor en 1947 por Walter Brattain, William Shockley y John Bardeen, de los Laboratorios Bell, lo que les valió el Premio Nobel de Física en 1956. El segundo hito es la invención del circuito integrado a finales de la década de los 50 por Jack Kilby, de Texas Instruments y Premio Nobel de Física en 2000, y Robert Noyce, de Fairchild Semiconductors y fundador de Intel junto a Gordon Moore. También cabe recordar el artículo publicado por Moore el 19 de abril de 1965, donde plantea una ley empírica que sostiene que la cantidad de transistores por unidad de superficie en un circuito integrado se duplicaría cada dos años al mismo precio. Estos dos grandes hitos junto a la ley de Moore, han sido las grandes revoluciones que permitieron a la tecnología desarrollarse para llegar a lo que es hoy en día.

Hace poco, comenzó en nuestro país la preventa del iPhone 12, cuyo circuito A14 Bionic (desarrollado por Apple) contiene 11.800 millones de transistores en proceso de 5 nm (nanómetros).

A modo de referencia, podemos decir que en 1999 se logró integrar por primera vez un millón de transistores en 1um (micrómetros). Este chip es capaz, de acuerdo con lo mencionado por su fabricante, de realizar 11 millones de millones de instrucciones por segundo.

La Electrónica y el diseño y fabricación de circuitos integrados son hoy en día el motor principal de la Transformación Digital, ya que proveen la base sobre la que funcionan los sistemas de IoT, de Inteligencia Artificial, de Blockchain, de Machine Learning, etc. Nada de esto funcionaría si no existieran las tecnologías mencionadas más arriba.

Y ¿cómo está Chile en este aspecto? ¿Qué tan importante somos en la industria electrónica? Desgraciadamente, la respuesta es casi cero. Aparte de algunos casos de éxito, no somos un actor relevante. Es cosa que miremos lo que nos rodea en el hogar, en la fábrica, en la oficina, en las aulas de clase, etc., y veremos que la mayoría, por no decir todo, de lo que usamos viene del extranjero. Y no solo eso, tenemos grandes universidades de prestigio mundial, donde, sin embargo, la Electrónica es enseñada someramente y sin preparar a nuestros ingenieros para este maravilloso mundo de los circuitos integrados.

Quisiera que le demos a la Electrónica el rol que se merece, que deje de ser el hermano menor de la Tecnología en Chile, y que juntos desarrollemos este enorme mercado que es el corazón de la tecnología digital. Y cuando me refiero a todos, estoy hablando de la industria, de las universidades, del Estado y de la sociedad en general. Sé que lo podemos lograr, es cosa de que pongamos de nuestra parte para avanzar en este maravilloso camino que aportará al desarrollo del país.