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SISTEMAS DE GESTIÓN ENERGÉTICA
Cómo el control del gasto energético ayuda a la industria
Por Equipo de Prensa de Revista ElectroIndustria
Cada día más compañías están implementando Sistemas de Gestión Energética (SGE), para controlar sus costos energéticos, así como el impacto medioambiental de sus procesos. En este reportaje, diversos especialistas conversan sobre los objetivos de un SGE, beneficios y cómo implementarlos.

Según el Balance Nacional de Energía, elaborado en 2012, el sector industrial representa el 36% del consumo energético del país, y tiene un potencial de reducción del 39%, de acuerdo al Plan de Acción de Eficiencia Energética 2020 del Ministerio de Energía. Considerando los altos precios que ostentan tradicionalmente las diferentes fuentes de energía en nuestro país, estas cifras son una clara explicación de la Por Equipo de Prensa de Revista ElectroIndustria importancia que viene adquiriendo la Gestión Energética dentro de la industria nacional.

Al respecto, Diego Lizana, Director Ejecutivo de la Agencia Chilena de Eficiencia Energética, afirma que en los últimos años, la preocupación por hacer un buen uso de la energía ha ido aumentando, siendo cada vez más las compañías que incorporan la variable de eficiencia energética en su negocio. “Pese a esto, aún nos queda mucho camino por recorrer. Sin duda, las empresas que aceleren el proceso de adopción de esta temática estarán mejor preparadas para cumplir la Ley de Eficiencia Energética y otros compromisos, como por ejemplo, las futuras obligaciones del país relacionadas con el cambio climático”, señala.

Pero, ¿a qué apuntan estos planes de Gestión Energética? Rodrigo Vásquez, Supervisor Programa 4e Energías Renovables y Eficiencia Energética de Deutsche Gesellschaftfür Internationale Zusammenarbeit (GIZ), los define como “la planificación y realización de acciones, que permitan utilizar la energía en forma eficiente, manteniendo (o aumentando) los niveles de producción o de prestación de los servicios. Estas acciones son procedimientos diseñados para controlar y hacer seguimiento del uso de la energía y tomar acciones correctivas para que el consumo se ajuste a los objetivos considerados eficientes de un proceso, producto o servicio para la organización que los implementa”.

“De esta manera, la industria puede reducir tanto el costo de la energía como su consumo y problemas ambientales y sociales relacionados, como el agotamiento de los recursos energéticos y la emisión de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático”, acota Pamela Kunz Fernández, Magíster (c) en Mecanismo de Desarrollo Limpio y Eficiencia Energética y académica de la Facultad de Ingeniería y Tecnología (FIT) de la Universidad San Sebastián. Por su parte, Mónica Gazmuri, Gerente General de Anesco, define estos planes como sistemas de instauración de la eficiencia energética en empresas u organizaciones, donde se diagnostica la situación de consumo, se diseña un proyecto de mejora, se proyectan resultados u objetivos, se implementan soluciones, miden y verifican los resultados. “La gestión de la energía es poder controlar lo que hacemos para mejorar la productividad y la competitividad de una industria desde el punto de vista del uso correcto de la energía. Muchas veces el sistema deberá ir dando pasos para la optimización y mejora constante para ir avanzando en los objetivos de disminución del consumo y un mejor consumo”, añade.

Coincidiendo con lo anterior, Mónica Brevis Saldaño, Directora Área Electricidad y Electrónica de INACAP, destaca que debe realizarse un monitoreo “organizado, efectivo y proactivo del uso de la energía que permita cubrir los requerimientos de la empresa, tomando en consideración objetivos medioambientales y económicos”. Asimismo, explica que para unificar los esfuerzos que realizan las empresas en la implementación de medidas de eficiencia energética, se llegó a un consenso a nivel mundial que busca incorporar la energía como un aspecto fundamental en los sistemas de gestión de las empresa, y se publicó la norma ISO 50001 - “Energy Management Systems”, que establece los requisitos que debe tener un sistema de gestión de la energía en una organización.


La importancia de un SGE

En este sentido, la implementación de programas de gestión energética (como los propuestos por la norma ISO 50001), ha ido creciendo en el país. “Actualmente, existen más de 30 empresas certificadas bajo dicho estándar, y una cifra mayor de empresas ha optado por tener un Sistema de Gestión de Energía, pero no certificarlo”, agrega Lizana.

De acuerdo a Lizana, las organizaciones buscan implementar Sistemas de Gestión Energética por el potencial en la reducción y control de costos asociados a consumo de energía (eléctrica o combustible), en el mejoramiento de su relacionamiento con la comunidad y en la disminución de su impacto en el medioambiente. “La evolución natural ha sido que van escalando hacia un sistema de gestión de la energía, partiendo por iniciativas de eficiencia energética aisladas, para posteriormente desarrollar un programa de eficiencia energética en el que lentamente se va involucrando a toda la organización, hasta llegar a convertirse en un Sistema de Gestión de Energía”, explica.

En este momento, la implementación de un Sistema de Gestión de Energía (SGE) es de carácter voluntario y puede darse en cualquier tipo de organización, debido a que no existe una obligación nacional o internacional que facilite o limite la comercialización de productos por contar o no con este sistema de gestión. “Por supuesto, todo apunta a que con la Ley de Eficiencia Energética, esto debería cambiar”, aclara.

En esta línea, Mónica Gazmuri acota que la gestión de la energía está siendo recientemente incorporada al vocablo empresarial de la mano con la Eficiencia Energética. “Pronto será como hablar de Logística, y todo el mundo lo entenderá como algo propio en el quehacer de los negocios sustentables. La nueva ley de EE contribuirá a acelerar los cambios culturales necesarios para que estas buenas prácticas se incorporen definitivamente”, afirma.

Concordando con lo anterior, Darío Pérez, Responsable de Desarrollo de Negocio de Creara, cree que la preocupación en la industria es, en este momento, reducida. “Pero cada vez son más las industrias de peso que se apuntan a ello. El número de ISO 50001 certificados en el mundo es creciente; y Chile no es menos. Ya existen empresas en muchos rubros que se encuentran certificadas o en vías de certificarse y la tendencia es claramente alcista. Esto se debe a la preocupación dentro de la industria de convertirse en empresas más competitivas por la vía de la reducción de costos y la optimización de sus procesos, así como por la vía de la mejora de la imagen que proyectan”, confirma.

Para Rodrigo Vásquez de GIZ, más que no existir conciencia sobre la importancia de estos sistemas, existe desconocimiento en relación a su implementación. “Esto debido a que un sistema de gestión se percibe como algo muy costoso y que atañe solo a empresas grandes, que ya cuentan con este tipo de sistemas para administración financiera y operacional. En este sentido, un sistema de gestión, o más bien la metodología, puede ser adaptada a cualquier tipo y tamaño de empresa, considerando las limitaciones técnicas y de costos de cada una. En la medida que se promuevan los resultados y ventajas de estos sistemas, respaldados con datos reales y no solo cálculos teóricos de una auditoría, las empresas irán comprendiendo la importancia de contar con una adecuada gestión de la energía y la optimización de costos que podrán lograr”, comenta.


La implementación

Como primer paso para el desarrollo y la implementación de un programa de gestión energética, Pamela Kunz recomienda la definición de una política energética y establecer los objetivos, metas y planes de acción a seguir para la gestión de la energía. “Para esto, es necesario revisar, medir y establecer una línea base de consumo de la energía e identificar indicadores de rendimiento energético. Se deben determinar también las acciones de monitoreo y verificación de los planes de acción a seguir, para la obtención de resultados de acuerdo a los objetivos planteados en un comienzo y tomar las acciones correctivas necesarias para mejorar continuamente el programa de gestión”, añade.

Para desarrollar un plan de gestión energética, Dr. Alejandro Sáez, académico del Departamento de Ingeniería Mecánica y Director del Magíster en Economía Energética de la Universidad Técnica Federico Santa María, aconseja tener muy bien identificadas las demandas de los diferentes tipos de energía utilizados en los diferentes procesos que se desarrollan, su temporalidad, magnitud e impacto económico que tiene en la cadena productiva. “Con esto se podrá asignar las prioridades que se deben asignar, y una vez que se tiene este diagnóstico se podrá determinar la necesidad real de un proceso de gestión en el área de la energía”.

En el caso específico de la ISO 50001, Mónica Brevis recuerda que este estándar define los pasos a seguir para la implementación de este sistema:

Planificar: Entender el comportamiento energético de la organización para establecer los controles y objetivos.

Hacer: Busca implementar procedimientos y procesos regulares con el fin de controlar y mejorar.

Verificar: Monitorear y medir procesos con base en las políticas, objetivos y características clave de las operaciones y reportar los resultados.

Actuar: Tomar acciones para mejorar continuamente el desempeño energético con base en los resultados.

A lo anterior, Pérez recomienda llevar a cabo un análisis de brechas para determinar si se cuenta con el personal calificado para efectuar dicha implementación. “Este análisis permitirá además definir qué lejos está la organización respecto a la consecución de los requisitos marcados por la norma. Por lo tanto, deben considerarse los recursos de los que dispone la industria, tanto técnicos como humanos; los objetivos que se quieren alcanzar y la situación de partida”, afirma.

En este sentido, Lizana indica que las mayores dificultades dentro de la implementación de un SGE pasan por involucrar a toda la organización en el trabajo, partiendo por la convicción y apoyo de la alta dirección de la empresa, crucial para alcanzar el objetivo planteado.“Una vez que la organización visualiza que los SGE le permite contar con un enfoque metódico para alcanzar una mejora continua en su desempeño energético, incluyendo la eficiencia energética, el uso y el consumo de la energía, el trabajo se hace más fácil y es la propia plana ejecutiva la que impulsa el desarrollo de proyectos en esta línea”, señala.

Por su parte, Vásquez sugiere nombrar “responsables de energía”encargados de supervisar y dirigir estas acciones en la empresa. “Además, se deberá invertir en mayor o menor medida en dispositivos de medida para contabilizar los consumos y, posteriormente, tomar acciones correctivas en función de los resultados obtenidos, informar a la gerencia y comunicar al resto de la organización. Esto último cierra el ciclo del modelo de gestión energética que permite la optimización energética”, agrega.

Si dedica los recursos necesarios, una empresa puede obtener importantes beneficios de la implementación de un sistema de gestión de energía, no solo logrando reducir sus costos, sino también mejorando su impacto sobre la comunidad y el medioambiente. No obstante, para el éxito de estos planes se requiere el compromiso de todos los estamentos de la organización, iniciando por los directivos.

Octubre 2015
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