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Los “mejores” de América
Por Jorge Valenzuela, Ingeniero Experto en Normas Eléctricas. j_valenzuela_a@yahoo.es
Como país tenemos los elementos necesarios, pero nos falta saber cómo aprovecharlos para lograr un mayor desarrollo en diversas áreas, como la energética. Cuando sepamos eso, recién mereceremos llamarnos los “mejores de América”.
Jorge Valenzuela.

Hoy se dice que somos los mejores de América, pero somos los mismos de siempre: capaces de chispazos de genialidad, de capacidad, de empuje; pero incapaces, por otra parte, de consolidar, mantener y acrecentar esos chispazos en el tiempo. Aunque tratamos de hacernos los desentendidos, nos agobian dificultades como el conflicto Corfo-Soquimich, la caída del empleo, y la contaminación que no cede y se incrementa, marcando un serio retroceso. Como para auto complacernos, está de moda hablar del emprendimiento y la innovación. Los indicadores parecen elementos dispersos, inconexos, pero que si se reúnen con inteligencia y ganas, pueden ofrecer una solución.

Somos los dueños de gran parte del litio del mundo, por lo que estaría bueno empezar a poner valor agregado a nuestras materias primas y dejar de exportar solo tierra. Litio – baterías – autos eléctricos: unamos estos elementos y de un tiro matamos muchos pájaros. Fabriquemos baterías y no solo eso: investiguemos para ofrecer las mejores baterías del mundo. Fabriquemos cargadores superveloces y autos eléctricos completos, que no requieran integración de piezas ni partes producidas por otros.

Con todo ello, estaríamos dando un serio impulso a la tan cacareada, pero abandonada, investigación científica nacional, creando cientos, si no miles, de empleos de calidad, permanentes y engrandecedores de quienes los obtengan y, de paso, contribuiríamos a la redistribución del ingreso sin necesidad de colgar a nadie en algún farol. A esta altura de estas divagaciones, los sesudos estudiosos (economistas, preferentemente), amigos del enriquecimiento instantáneo, estarán esgrimiendo quinientos mil argumentos para demostrar que lo dicho, más que utópico, es una soberana estupidez, y los desconocidos de siempre nos seguirán engrupiendo con las tonteras de las ventajas comparativas, base sobre la cual se ha desindustrializado hasta la inopia al país, reduciendo a simples actividades artesanales la industria textil, la del calzado, la de electrodomésticos y otras que un momento fueron nuestro orgullo. Todas ellas reemplazadas por baratijas asiáticas de pésima calidad, que nos obligan a comprarlas (y caras), porque en nuestro supuesto mercado libre se ha eliminado de raíz el concepto de control de calidad, reemplazándolo por un muy conveniente –para quienes usufructúan de él– seudo autocontrol.

No necesitamos de aquella ramplona aplicación de la filosofía de Condorito: “el que nada hace, nada teme”. Es solo una miserable excusa para echarse en los huevos y seguir aplicando la ley del menor esfuerzo y, preponderantemente, las del embudo y del gallinero.

Para ello, solo necesitamos emprendedores con alma de empresarios -no mercachifles ni especuladores-. Sabemos que en Chile hay capitales; varios compatriotas están en la lista Forbes. Se pueden buscar socios para beneficio del país y no solo para aumentar fortunas personales con negocios truchos. Necesitamos también asumir con seriedad el hecho de que el emprendimiento de por sí nada vale si no es acompañado de la subsecuente rutina productiva.

Desde la ventana de mi oficina, en la universidad, veo a los muchachos jugando con unos drones elementales, también algunos modelos simplificados de robots, y en el primer piso se investiga sobre vehículos eléctricos, pero, lamentablemente, alimentados por baterías de plomo ácido con el patrocinio, seguramente muy limitado, de una conocida y poderosa empresa que recientemente cambió de dueño. ¿Mantendrán tal patrocinio los nuevos propietarios, aun con sus límites?

Periódicamente, se han desarrollado competencias interuniversidades de autos solares, pero aparte de lo anecdótico, ¿qué? Y hablando de dudas: ¿Cuánto hay de novedoso en todo esto? ¿Es real emprendimiento o solo se están repitiendo experiencias archiconocidas de países industrializados?

Todos estos comentarios no tienen ningún afán peyorativo ni negativo, la repetición de experiencias ajenas para construir una propia, bien usada, es un aporte importante, solo que no es emprendimiento ni menos innovación. Ello no debe alejarnos de la rutina ingenieril, solo porque aquella no es “cool” ni “fashion”.

Septiembre 2015
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