Por Patricio Jarpa, Gerente General de Nanotec Chile.
Patricio Jarpa.
Mientras discutimos sobre las políticas energéticas más adecuadas o las soluciones más de largo plazo, la nanotecnología pasará por el lado rápidamente. En Chile hay un alto potencial para la energía solar y aquí es donde la nanotecnología solo podría ayudar.
La nanotecnología es la ciencia que estudia el comportamiento de los materiales a escala nano, es decir, cuando hablamos de cosas demasiado pequeñas. Es como mirar la Tierra desde la luna y encontrar una cancha de fútbol, con Alexis Sánchez, del Arsenal, en el área. Sobre la energía, no hay nada que explicar, pero sí resaltar que es y será el problema del actual Gobierno, de los próximos y de todos los chilenos.
Este conflicto es de soluciones lentas, no solo por un problema político (en cuanto a política ambiental y política para la inversión), sino por lo lento de la inversión y de la construcción de soluciones. Tan solo pregúntense cuánto demora la construcción de una represa, luego de haber conseguido los estudios y los permisos correspondientes.
Aquí es donde solo la nanotecnología podría ayudar. Por ejemplo, en Chile hay un alto potencial para la energía solar, pero su alto costo y baja eficiencia lo hacen poco atractivo. Eso sí, es más rápida de instalar, provoca un bajo impacto ambiental y no genera desperdicio. Y desierto con sol, nos sobra.
La nanotecnología está proporcionando varias formas en las que podemos mejorar las celdas solares: hacerlas más baratas, más duraderas y listas para utilizarlas ampliamente.
La próxima generación de esta tecnología (posible gracias a la nanotecnología), son finas películas de celdas solares que son más fáciles de producir e instalar. Utilizan nano-materiales semiconductores (nano-tubos, nano-alambres y nanopartículas) recubiertas en un plástico conductor. De hecho, son fabricadas mediante un proceso similar al de una impresora de inyección de tinta.
Comienzas con una tinta de nanopartículas semiconductoras que se rocía sobre una superficie de papel metálico o plástico (no hay necesidad de hacerlo en cuartos especiales, simplemente se imprime, de manera natural, casi como se imprime un periódico). Podrían imprimir un rollo de una milla de largo (50.000 celdas solares), en unas cuantas horas con bajo costo y muy flexibles. Y a la vez, son materiales resistentes.
Estas láminas pueden ser incorporadas no solo en un panel solar. Imaginen su mochila o maletín. O una fibra solar que sea tejida en las telas. Imagínense cargar el celular en el bolsillo.
Hace unos meses anunciaron que también están desarrollando una celda solar, de película delgada y transparente, incorporada en las ventanas de los edificios. Así, tendríamos edificios autónomos.
Existe el futuro, y es cierto. Pronto veremos edificios cubiertos de nanofilms que podrán filtrar temperaturas, tanto en verano como en invierno, ahorrando energía en calefacción o aire acondicionado, entre 48% y 71%. Antes solo se hablaba de un 10% a un 30% como máximo.
Además, la nanotecnología y sus nuevos materiales serán capaces de generar baterías ultra potentes. Es decir, las baterías podrán almacenar mayor cantidad de energía, disminuyendo sus tiempos de carga, y ser fabricadas para que duren más ciclos que los actuales. Estas súper baterías serán un impacto en cada artículo que usemos, desde una máquina de afeitar, un celular, una grúa de carga, hasta un bus de pasajeros.
Y ahora la pregunta es: ¿cómo lo hacemos para avanzar al ritmo de la nanotecnología? Mientras discutimos sobre las políticas más adecuadas, o las soluciones más de largo plazo, pasará la nanotecnología por el lado tan rápido como Alexis Sánchez.