Thomas Aldunate.

El mercado eléctrico chileno está en un proceso de cambio. Reformas del lado de la distribución, nuevos proyectos de transmisión y un nuevo mix de generación están cambiando la forma en que el mercado ofrece y entrega la energía a los clientes. Desde el punto de vista de la generación eléctrica, nuevos proyectos en base a recursos renovables están tomando el liderazgo en términos de capacidad instalada adicional por año. Ya no se observan nuevos proyectos de generación base en desarrollo, en especial hidráulicos, debido a su complejidad en el desarrollo e implementación.

La inversión y los desarrolladores están inclinados hacia los proyectos ERNC, pero últimamente se ha visto un giro en términos de capacidad instalada y nuevas tecnologías, posicionando a la energía solar como punta de lanza, desplazando a la pionera energía eólica.

Los parques eólicos fueron los primeros proyectos a gran escala de generación en base a recursos renovables no convencionales (sin considerar las hídricas de menor tamaño) en implementarse en Chile. La zona centro norte fue la preferida para estos proyectos, pero debido a problemas de transmisión y recurso se trasladaron hacia la zona sur. Durante muchos años, este tipo de iniciativas lideraban las estadísticas en términos de proyectos en tramitación y en construcción, pero se ha visto un vuelco este último año.

La energía eólica dejó la primera posición y es cuando la energía solar toma la delantera en términos de MW en el sistema de evaluación ambiental y en capacidad agregada de potencia instalada. Actualmente, hay alrededor de 900 MW eólicos instalados en el país y 400 MW solares fotovoltaicos, pero de los que se encuentran en construcción, 22,7% corresponde a centrales hidroeléctricas de tamaño mayor a 20 MW; un 42,7%, a centrales termoeléctricas, y el restante 34,6%, a centrales de tipo ERNC (solar: 69,0%; eólico: 20,5%; mini hidro: 6,4%; cogeneración: 4,1%).

La principal razón de este giro en la preferencia de los inversionistas, es que observaron una disminución en los costos de desarrollo y de ejecución de estos proyectos. Desde un punto de vista tecnológico, la energía eólica tiene desventajas comparativas con la energía solar. En este sentido, el recurso es menos predecible y la extensión de terreno necesaria es mucho mayor comparado con lo que se requiere para proyectos fotovoltaicos. Además, los proyectos eólicos requieren mayor tiempo de ejecución (aproximadamente 50% más), mayores tiempos de medición del recurso (mínimo un año), y logísticas de construcción bastante más complejas.

En términos de generación de energía, el factor de planta de este tipo de centrales (porcentaje de energía generada realmente respecto al total posible de generar en un año) en la zona centro y norte es bastante semejante a la que una central fotovoltaica con seguidor en un eje puede entregar (alrededor de 30-35%).

Esto no quiere decir que los proyectos eólicos van a dejar de construirse, sino que su liderazgo en el ranking de las ERNC va a ser menor. Ejemplo de esto es que en el sur, cerca de Chiloé, se está estudiando iniciativas eólicas con aerogeneradores de mayor envergadura y potencia, ya que el recurso permite instalar este tipo de equipos, pero en la zona norte, lugar con la mayor radiación del mundo, tenemos grandes proyectos de concentración solar con soporte fotovoltaico en estudio que entregarán más energía y de manera constante.

Finalmente, es importante mencionar que las proyecciones de generación y recursos disponibles son vitales en este tipo de proyectos, ya sean eólicos o solares, y para ello es importante contar con el software adecuado en términos de facilidad de uso para el operario, qué tan certeros sean, grado de confiabilidad que puedan otorgar y seguridad operativa a la planta. Lo ideal es que a partir de ellos se pueda estimar cuánto generará o cómo operará la planta en los próximos días y que entregue reportes o un diagnóstico de cómo está funcionando.