Cornelia Sonnenberg.

La agenda energética del Gobierno ha dado pasos importantes para impulsar un sistema energético más sustentable, seguro y, además, de menores precios. Mientras casi todos los puntos de la agenda muestran avances concretos, hay un ámbito que ha costado que despegue: la Eficiencia Energética. No es razonable esforzarse solamente por aumentar la oferta de energía y seguir con curvas típicas de países en desarrollo donde el consumo energético crece a mayor velocidad que el PIB. El gran desafío que a nuestro entender enfrenta Chile es lograr desacoplar las curvas de crecimiento de su economía de las del consumo energético.

Cuando se habla de la necesidad de mejorar la competitividad de la industria, deberíamos pensar también en el uso eficiente de los recursos, entre ellos la energía. Por alguna razón, y pese a enfrentar precios muy altos de este recurso, son todavía muy pocas las empresas que realmente conocen sus consumos en detalle más allá de la cuenta final. Son pocos los que cuentan con buenos sistemas de medición y monitoreo continuo, y que sobre esta base realizan una real gestión con metas y planes de trabajo. Son menos aún aquellos que han hecho un esfuerzo por capacitar a su gente para una gestión eficiente de la energía en todos sus procesos productivos. El tema no pasa solo por “tomar la foto”, hacer una auditoría, pagarle a expertos externos, sino que, al final de cuentas y como siempre, involucra el actuar cotidiano de cada uno, por interiorizar conocimientos, por usar las herramientas adecuadas, por capacitar.

Alemania ha sido precursor en políticas de eficiencia energética con programas nacionales que posteriormente han sido adoptados también por la Unión Europea. En 2014, una investigación realizada por el Consejo Americano para una Economía Eficiente en Energía (ACEEE), radicado en Washington, demostró que el país europeo ocupa el primer lugar en el ranking, por delante de todas las naciones industriales importantes. El análisis evaluó las metas políticas y estratégicas para conseguir los objetivos nacionales de eficiencia energética. Por otro lado, consideró los indicadores de rendimiento, tales como el consumo de energía promedio por superficie en los edificios residenciales. Alemania ve esto como la validación del éxito de su política de eficiencia energética, pero también como un incentivo para luchar por nuevas mejoras.

“Alemania ha logrado mucho en el campo de la eficiencia energética, pero aún tenemos que hacer mucho más, porque sin la eficiencia energética no puede haber Transición Energética”, señaló recientemente el Ministro Federal de Economía y Energía, Sigmar Gabriel.

Con una política de Estado clara y decidida, así como con esfuerzos coordinados de los actores públicos y privados, Alemania ha logrado cifras contundentes de baja de consumos, pese al crecimiento de su economía. Para ello, ha impulsado amplios programas de capacitación dirigidos a los usuarios y consumidores a nivel empresarial, público y privado, respecto a tecnologías y soluciones conducentes a un uso más eficiente de la energía.

Observando los enormes potenciales para el ahorro energético en Chile, CAMCHAL obtuvo hace algunos años la licencia alemana EUREM (European Energy Manager) para la formación y capacitación de Energy Managers, un programa que forma gestores energéticos en las empresas, quienes adquieren conocimientos prácticos que les permiten medir y evaluar los consumos en los procesos productivos de las empresas donde trabajan, para así actuar sobre ellos.

Otro ejemplo es el inicio de nuestro nuevo proyecto Smart Energy Concepts que apunta a un aumento de la productividad del sector agro-alimentario en Chile, una iniciativa de CAMCHAL, financiada por el Ministerio del Medio Ambiente de Alemania. A finales del año en curso, se presentará ante el Congreso el Proyecto de Ley de Eficiencia Energética, con el que se espera reducir en 20% el consumo de energía a 2025. Es en este marco donde encaja a la perfección el proyecto Smart Energy Concepts Chile, ya que consiste en sistematizar la transferencia de tecnología y knowhow en el ámbito de la eficiencia energética, facilitando su aplicación en empresas del sector agro-alimentario.

Estamos convencidos de que las metas de ahorro establecidos en la agenda del Gobierno de Chile son factibles de alcanzar. Pero también sabemos que ello requiere esfuerzos mayores de parte de todos y que deben comenzar por el factor común de toda actividad social: las personas. Solamente entregándoles conocimiento y herramientas para enfrentar este desafío se lograrán las metas, mejorando de paso otro gran desafío: la productividad que hace tanto tiempo se mantiene estancada afectando así la competitividad de nuestra economía.