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LAS OPORTUNIDADES DE UN RECHAZO
Hidroaysén y el futuro eléctrico
Por Claudio Huepe, Coordinador del Centro de Energía y Desarrollo Sustentable de la Universidad Diego Portales.

Este mega-proyecto hidroeléctrico se presentaba como una de las principales alternativas para solucionar la crisis energética que enfrenta nuestro país. Sin embargo, su rechazo social y político hizo inviable su ejecución, lo que representa interesantes desafíos a futuro.

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El rechazo al proyecto Hidroaysén por parte del Comité de ministros puso fin a un proceso que se extendió probablemente demasiado. En cerca de diez años, el proceso acaparó la discusión sobre el desarrollo energético hasta tal punto que el Ministro Pacheco llamó a "deshidroaysenizar" el debate para poder mirar el problema energético real.

Parece evidente que, al menos en su estado actual, el proyecto no tiene posibilidades de llevarse a cabo, aunque no es imposible que en algunas décadas, una nueva encarnación del proyecto, gestado inicialmente hace unos 50 años, vea la luz. El caso de la represa Belo Monte, en Brasil, de reciente aprobación ambiental (aún altamente controvertida) después de unos 25 años de su presentación inicial, puede ser emblemático al respecto. Sea como sea, el proyecto en el futuro inmediato no será parte de la discusión sobre el desarrollo eléctrico.

Mucho se ha especulado sobre los posibles efectos de no realizar el proyecto. Algunos sectores empresariales y expertos han lamentado las consecuencias de esta decisión en costos y contaminación atmosférica para la mayoría de los ciudadanos y las empresas, mientras que organizaciones ecologistas la han defendido como un triunfo para la ciudadanía y el medioambiente. Estas dos perspectivas están probablemente esquivando el problema de fondo sobre nuestro futuro desarrollo eléctrico.


Consecuencias

La realidad es que la paralización del proyecto no tendrá ningún impacto en el corto plazo: las expectativas más favorables eran de una puesta en marcha el 2021, pero el proceso de evaluación necesario para la línea de transmisión y su desarrollo efectivo sugieren que esos plazos eran algo optimistas y se podría haber retrasado significativamente. En el mediano plazo, la ausencia de este proyecto quizás abrirá oportunidades para otros proyectos que podrían haber estado dudosos de su viabilidad de largo plazo ante la competencia que significarían estas mega-centrales.

Es en el largo plazo, no obstante, donde el fin de este proyecto tiene más relevancia. Con el término del proyecto Hidroaysén en su estado actual, lo que se tiene es un futuro abierto: todas las opciones de desarrollo eléctrico son udp2.jpg (30122 bytes)ahora posibles. Lo central es cómo la institucionalidad evoluciona y de ese modo orienta las fuerzas que están presionando el desarrollo futuro.

No es necesario lamentarse por la muerte de Hidroaysén. Las visiones de algunos expertos sobre un futuro luminoso perdido para el desarrollo eléctrico de Chile, que hubiera traído electricidad abundante, barata y libre de impactos ambientales, tiene más de añoranza por una visión de progreso de mediados del siglo XX que de prospectiva de futuro. Por supuesto, la construcción de Hidroaysén podría tener ventajas relevantes (bajos costos, alta eficiencia), pero pensar que se trataba de una panacea para nuestro sistema es una ilusión. Los impactos reales sobre los costos solo se sabrían con la construcción terminada y sobre los precios es aún más incierto; los impactos ambientales no pueden sencillamente considerarse poco importantes y las implicancias de seguridad tampoco son completamente claras (en tiempos de eventos climáticos extremos y de terrorismo la extensa transmisión no puede ser considerada libre de riesgo).

Lo fundamental en este momento es qué hacer. Es en el marco institucional donde se definirá el futuro desarrollo eléctrico, no en tal o cual proyecto.


Lecciones y enseñanzas

Los desarrollos eléctricos deberán incorporar mayores niveles de sofisticación en su diseño, se deberá compatibilizar múltiples usos, establecer un vínculo distinto con la ciudadanía y las comunidades y mirar los problemas energéticos de manera integral más que por proyecto, entre varios aspectos sustantivos. Este diagnóstico, bien conocido, debe ser el foco de la atención y lo primordial es reconocer que estos requerimientos no pasan por ajustes menores a nuestro sistema, sino que por cambios mayores en varios ámbitos. Las respuestas que se dé a estos problemas determinarán el futuro energético.

Sin algunos cambios profundos, probablemente nos encontraremos en poco tiempo nuevamente ante problemas de envergadura. El fin de Hidroaysén abre la oportunidad de un verdadero debate para cambios profundos. Hasta ahora las señales no son completamente claras: se habla de la necesidad de cambios importantes, pero las iniciativas conocidas aún no parecen ser suficientes para "cambiar el juego". No se vislumbran estrategias definidas para revisar sustancialmente el sistema de evaluación de impacto ambiental o el sistema de precios, por ejemplo. Si no se abordan pronto los desafíos mayores, la agenda energética tiene gran posibilidad de terminar en pequeños avances y grandes decepciones.

Julio 2014
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