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A 14 años del megaterremoto que afectó a la zona centro sur del país el 27 de febrero de 2010, el director del Idiem, Fernando Yáñez, explicó que la principal conclusión que dejó la emergencia desde el punto de vista de la construcción fueron los daños que se originaron en los edificios de altura.
A diferencia, por ejemplo, del sismo de marzo de 1985, el movimiento del 2010 –cuyo epicentro se registró en las costas de Cobquecura– tuvo una gran afectación en los edificios de altura. En el de 1985, los mayores daños se produjeron en edificaciones de media o baja altura, entre estas iglesias, viviendas o edificios menores.
“El terremoto de 2010 se enfrentó a un parque de edificios distinto al que había en 1985. Uno de los cambios relevantes fue el boom del parque automotriz, que derivó en que la mayor parte de los edificios se construyeran con estacionamientos subterráneos”, señaló el máximo ejecutivo del Idiem.
Como referencia, Yáñez expone el caso de uno de los primeros edificios emblemáticos del país: las Torres de Tajamar. Pese a su altura de 28 pisos, y ser construido en la década de 1960, la construcción no tuvo ningún daño estructural. En su análisis, la gran diferencia entre éste y los actuales inmuebles de gran altura, es que apenas tenía un par de subterráneos.
Los estándares de la construcción chilena fueron ampliamente elogiados por la comunidad internacional tras el terremoto del 27-F. Un análisis realizado por BBC en 2014, con motivo de emergencias telúricas a nivel global, destacó el desempeño de las edificaciones en el país y los estándares regulatorios que lo posibilitaron. “La respuesta de los expertos consultados por BBC Mundo es clara: hormigón armado, disipadores de energía y estudios de suelo exigidos por una normativa muy estricta, que con muy pocas excepciones suele cumplirse (…) La norma asegura que en Chile las estructuras mantengan una resistencia tal que permitan salvar vidas humanas, pero no obliga a que no sufran daños”, señaló la cadena de medios británica.
El director del Idiem confirma que la edificación en el país –considerando la de carácter formal, con ingeniería y arquitectura– se comportó a la altura de las exigencias de uno de los grandes terremotos de la historia. Esto en referencia a múltiples otros sismos en países como Turquía o Italia, que en la última década han dejado zonas extremadamente dañadas.
Según cifras oficiales, 1.5 millones de viviendas chilenas resultaron dañadas y 500 mil inmuebles tuvieron daños severos tras los sucesos de febrero de 2010. “Hay aprendizajes que se han ido aplicando a la regulación. En ese sentido, la ingeniería chilena ha asimilado constantemente las lecciones de los grandes terremotos que hemos sufrido y las normas evolucionan en relación a estos aprendizajes”, señaló Yáñez.
En términos de mitigación, no hay muchas opciones que ofrezcan un alto desempeño para hacer frente a la fuerza del mar. En Japón, por ejemplo, las murallas de contención no fueron suficientes. Una opción que se podría explorar, en el análisis del experto, es construir barreras naturales, como bosques, por ejemplo. “Probablemente los árboles sean lo más eficiente para estos efectos”.
“En resumen, hay tres grandes aprendizajes en el sismo del 2010. Primero, mantener el rigor en la práctica constructiva nacional. Segundo, dado que la mayor cantidad de victimas la producen los tsunamis, Chile debe contar con un sistema de alerta temprana de tsunamis de categoría mundial. Y, por último, mantener permanentemente entrenada a la población para evacuación rápida, especialmente en zonas costeras”, concluye el director del Idiem. |