Al optar por este camino, se debe tener presente los siguientes elementos Primero. La asociatividad es el instrumento de fomento más exitoso disponible, pero que lamentablemente opera en forma limitada en una parte reducida del mercado. Este sistema de gestión -que implica esfuerzos extras, ya que agrupa los criterios, vivencias y estilos de diferentes empresarios- ha demostrado ser potente y efectivo para aquellos que trabajan en rubros relacionados con el retail. Tarde se dieron cuenta otros de que la unión hace la fuerza. De que, frente a la competencia que significan las multinacionales y las grandes superficies, la única forma de sobrevivir es generando volumen, creciendo en lo medular, pero manteniendo las características principalmente de cercanía con los clientes y más que productos vender soluciones. Esto permite dar valor agregado a través de aspectos como la atención y el servicio, algo que los clientes, sin importar el rubro, buscan con avidez en un mundo donde la cordialidad parece ser un lujo cada vez más escaso. Segundo, la innovación. Es importante que cada integrante de una cadena o asociación trabaje transversalmente, para que cada uno sea un innovador. Para ello es relevante contar con sistemas de información a la altura de los desafíos del rubro, con una fuerte apuesta tecnológica, que permita desarrollar el negocio en forma significativa. A esto se suma el trabajo constante que debe llevarse a cabo en temas tales como presentación y look de las empresas y su personal, presentando así una cara única, que las identifique y caracterice. La innovación también implica un sinnúmero de otras iniciativas, como por ejemplo, la operación de un centro de distribución, que genera un plus en el caso de las ferreterías. Tercero, la profesionalización de los recursos humanos. Una de las formas más inteligentes de reinvertir ganancias en una pyme es mediante la capacitación constante de sus empleados y directivos. Un personal entrenado puede tomar parte de la actividad económica y contribuir en el desarrollo real de la empresa. Y cuando se habla de profesionalizar no es sólo invertir en la educación de las primeras líneas, sino que apostar capacitar a gran escala, donde todos los miembros de la organización tengan la posibilidad de mejorar. Por último, la lealtad. Es clave actuar con transparencia y honestidad. Y es que mientras nos enfocamos en el proceso de posicionar la marca en el mercado y frente a los clientes, nuestra única carta de presentación está compuesta por nuestro nombre, experiencia y cualidades como gestores. Hay que comprender que la lealtad hacia los que nos rodean es imperativa y tiene que verse reflejada en cada una de nuestras acciones, porque el compromiso va más allá todavía. Somos generadores de empleos, hay personas -y familias- que dependen de que se logre hacer bien el trabajo encomendado. La magia de ser una pyme es que sabemos que hay un futuro lleno de posibilidades, siempre y cuando estemos dispuestos a tomarlas. Es un requerimiento estar atentos y aprender con cada paso que damos. La invitación es a trabajar en encontrar nuestro propio estilo. |