Desde que el terremoto de Chillán, en 1939, registró cerca de 30 mil víctimas fatales, la base científica se ha venido incorporando a las normas de ingeniería y construcción de viviendas y obras de infraestructura, lo cual se comprobó en las escasas víctimas fatales y daños materiales que dejó el sismo de marzo de 1985, en comparación -por ejemplo- al evento de igual magnitud que destruyó el mismo año a la capital de México. Es así como la norma NCh 433, que controla el diseño sísmico de los edificios (y que ha tenido versiones oficiales en 1972 y 1996), refleja el avance mundial que se ha logrado respecto al comportamiento sísmico de los edificios. En esta norma se establecen los métodos de análisis para obtener los esfuerzos producidos por los sismos en los elementos estructurales de los edificios y se entregan las disposiciones para proceder al dimensionamiento de las estructuras resistentes.  | Gilberto Leiva | Las normas de diseño sísmico por las que se rige en la actualidad nuestro país, "están en un nivel de desarrollo semejante al que ofrecen los países más avanzados en esta materia", afirma Gilberto Leiva, Director del Departamento de Obras Civiles de la USM. "Combinando las normas chilenas respecto a la solicitación sísmica, las normas de diseño de los diferentes materiales, como el hormigón armado, y la normativa extranjera en relación a aspectos especiales de ciertas estructuras, el resultado es bastante satisfactorio", agrega. Cabe mencionar también la norma NCh 2369 del año 2003, que regula el diseño sísmico de las estructuras e instalaciones industriales, materia que no está cubierta en la norma de edificios. Esta norma se basa en la experiencia predominantemente chilena que se ha obtenido del comportamiento de las estructuras y equipos industriales durante los sismos destructivos de 1960 en la zona de Concepción y Talcahuano, y de 1985 en la zona central del país. Participación activa René Tobar, Encargado del Laboratorio de Terremotos de la USM, destaca la participación activa del mundo académico en la elaboración de las normas antisísmicas. "Si bien existen lógicas diferencias con el mundo privado, hemos logrado establecer normas eficientes, una protección suficiente y a un costo muy razonable", señala. El ingeniero civil indica, además, que el nivel de control de los materiales es satisfactorio, aunque, agrega, "siempre podría ser mejor". En este último ámbito, Leiva coincide plenamente y agrega que resulta muy importante apuntar hacia el futuro, tratando de mantener las condiciones actuales y seguir logrando buenos resultados. "Es importante potenciar el alto nivel de los profesionales, los controles de proyectos y de obra y la calidad de la mano de obra". En ese sentido, enfatiza que como representante del mundo académico, la USM está preocupada de que la formación de los profesionales universitarios sea siempre óptima. "Nuestros académicos participan tanto de la investigación, del ejercicio profesional como de las asesorías empresariales, todo lo cual permite desarrollar una labor activa, buscando estar siempre en sintonía con los últimos avances tecnológicos a nivel mundial y transmitirlos a nuestros profesionales". Nuevas soluciones En la actualidad, el Laboratorio de Terremotos de la USM -que apoya la labor docente de las carreras de Arquitectura, Ingeniería Civil y Construcción Civil- concentra sus investigaciones principalmente en el ámbito del hormigón armado, buscando, entre otras cosas, reducir los daños y costos asociados a las estructuras de construcción.  | Rene Tobar | Es así como René Tobar sostiene que durante muchos años en Chile se ha privilegiado el diseño en hormigón armado y especialmente de estructuras con grandes muros, situación que no ocurre en países como EE.UU., lo cual tiende a limitarse en la actualidad, ya que se está optando más por vigas y columnas. "Por eso, si nos decidimos por estas alternativas, bastante más flexibles, en los siguientes movimientos sísmicos se observarán cambios importantes, ya que los daños se van a concentrar en el aspecto no estructural, especialmente en lo referido a los muros cortina de vidrio". Por su parte, Leiva aclara que, en general, el mercado de la construcción chileno es bastante tradicional en el uso de los materiales utilizados para llevar a cabo el desarrollo de las obras, como es el caso de hormigón, el acero y la madera. "En Chile no es fácil innovar en esta materia. Por eso estamos proponiendo masificar una nueva forma de construir, que permite un ahorro de tiempo y dinero considerable en la faena constructiva, ya que opera con piezas ligeras y fáciles de usar". A través de un proyecto denominado "Sistemas ICF: una solución sismorresistente y funcional para edificaciones de baja altura", la USM busca introducir y legitimar el nuevo sistema de construcción ICF (Insulation Concrete Forms), el que aún no es válido en nuestro país por carencia de antecedentes sísmicos, pero que sí es utilizado hace algunos años en EE.UU. y Europa.  "Esta tecnología permite combinar un buen desempeño estructural con altos niveles de aislamiento térmico y acústico a través de la utilización de poliestireno expandido como moldajes para la construcción de paneles de hormigón armado", explica Leiva, quien además es Director de este proyecto. La propuesta se basa en la realización de un proyecto teórico-experimental, que comprende el ensaye de una serie de paneles de este tipo, que en diferentes situaciones, pretenden emular lo que ocurriría durante un terremoto, caracterizando el comportamiento sísmico del sistema estructural. |