Felipe Vera y Rodrigo Belmar.
¿Cómo llegaron a diseñar casas “a pedido” o “boutique”?
F. Vera: A medida que fuimos sumando clientes, nos dimos cuenta de que llegaban potenciales interesados consultando por casas “a pedido” o de diseño de autor. Tuvimos suerte, porque le dieron mucha apertura al diseño, a poder proponer sin tener ideas preconcebidas, y el resultado es que hemos logrado fidelizar unos pocos clientes, pero buenos. De alguna manera, somos una oficina que se mueve con pocas obras durante el año.
R. Belmar: El hacer casas “a pedido” tiene puesta nuestra motivación de tomar una idea y entregar algo que sorprenda y guste al mandante. Además, el cliente viene con inquietudes de diseño. Finalmente, en todos estos ejercicios, uno va adquiriendo conocimiento. Y la experiencia justamente nos ha dado la razón, es decir, cuando se integran bien los requerimientos del cliente con nuestra interpretación, el resultado es aún mejor. De eso se trata la relación cliente-arquitecto, de tener una buena retroalimentación.
¿Cómo observan este mercado?
F. Vera: Como un negocio en expansión y como una oportunidad donde hay muchos clientes que prefieren pagar un poco más por tener algo distinto, por ejemplo, en base a maderas nativas, muebles de calidad, hormigón arquitectónico, o tecnologías de última generación, entre otras cualidades.
¿Han pensado diversificar el negocio de las casas boutique?
R. Belmar: El estar haciendo tantas casas para diversos mandantes, enseña cómo es el usuario en torno a propuestas de diseño, mobiliario, iluminación, volumetría, entre otros factores. Ahora nos estamos diversificando hacia edificios de vivienda, pero con un toque particular, más de lujo. Son edificios con una diferenciación en diseño, de mediana altura, con conceptos de alto estándar; en eso ha ido evolucionando nuestra inserción en este mercado de las viviendas.
Diseñar casas es como la joya de todo arquitecto. La mayoría de las veces pasarse al mercado inmobiliario representa muchas cargas negativas, como, por ejemplo, que destruye la ciudad, la calidad de vida, pero ¿qué pasa si hay una propuesta de mejora arquitectónica de calidad?
¿Qué tipo de materiales son los que más reflejan sus diseños?
F. Vera: Siempre hemos usado hormigón armado a la vista. Sabemos que es complejo, pero cuando se hace bien, el resultado es positivo. A su vez, lo hemos contrastado con otros elementos, generalmente con acero y madera. También el agua como recurso material está presente en nuestras obras. Se ha dado la casualidad de que varios mandantes han tenido la inquietud de colocar estanques naturales, lagunas de peces o piscinas recreativas.
Respecto a requerimientos tecnológicos, ¿por dónde pasan las preferencias de los clientes?
F. Vera: Tecnologías como la domótica, iluminación LED, cercos láser, sistemas de calefacción combinados (en base a biomasa, gas y solar), son parte de las solicitudes de los mandantes. Pero, más que alguna tecnología en particular, haría hincapié en la cantidad de sistemas y tecnologías que se pueden integrar en una casa a pedido.
¿Qué proyectos dentro del área de casas boutique destacarían?
R. Belmar: Tenemos la Casa Chamisero, de 700 m² más terrazas, cuyo presupuesto fue de $1.500 millones y donde una de las grandes innovaciones era la piscina. El mandante tenía la demanda de una laguna exterior y una piscina recreativa. Quisimos proponer algo novedoso, atractivo, y en eso empezamos a buscar. Logramos proyectar una piscina en volado hacia una pendiente, en base a cuatro
niveles. El más bajo para los niños, de 20 cm, luego uno de 80 cm para sentarse, a continuación uno de 1m para nadar y un sector de piqueros de 1,80 m. Además, el cliente pidió que tuviese dos ventanas: una para mirar hacia el valle y la otra, hacia el subterráneo.
F. Vera: También hicimos la Casa El Maqui, ubicada en la V Región. El encargo era una vivienda de temporada (para seis personas) y el desarrollo de un patio-jardín, circundante a la casa, cuyo elemento protagonista fuera el agua. Con el objetivo de no alterar el nutrido ecosistema nativo del lugar, se buscó una zona de ladera ya erosionada y sin vegetación para fundar la casa. El nuevo proyecto de paisaje debía recuperar vegetalmente el área. El emplazamiento en la ladera oriente de la quebrada, por una parte, asegura un asoleamiento prolongado durante todo el año y, por otra, queda expuesto de manera óptima a las corrientes de aire ascendentes predominantes en el valle.