Por Anamaría Lisboa C., Arquitecto y Decana Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Paisaje, Universidad Central de Chile.
Anamaría Lisboa C.
El concepto de habitabilidad se refiere a la satisfacción que el individuo obtiene en un determinado escenario y considera aspectos, tanto subjetivos como objetivos. En los primeros, las condiciones que ponemos al espacio construido dicen relación con características culturales relativas a cómo vivimos, procedencia,nuestros hábitos o costumbres, que se traducen en variadas respuestas arquitectónicas, las que dependen de la cultura, la época y de la región. Los aspectos objetivos están condicionados, entre otros, por las características funcionales, espaciales, estéticas y ambientales del lugar construido y del entorno, siendo los básicos la superficie, iluminación natural, temperatura, características del aire interior y el control del ruido.
Superficie requerida: Las actividades específicas a desarrollar en una vivienda requieren de movilidad, por lo que los metros cuadrados de cada recinto deben permitir un buen desplazamiento y disposición del equipamiento necesario, lo que favorece una buena convivencia.
Iluminación adecuada: La cantidad de luz y la dirección específica de esta, evitando el deslumbramiento, permiten el desarrollo de los trabajos en el espacio habitable. La luz natural adecuada es estimulante para el desarrollo y el buen ánimo de las personas. El estar, comedor, cocina y dormitorios deben contar con superficies vidriadas que permitan su ingreso.
Temperatura: Se controla a partir de las características de la envolvente, que actúa como moderador de las condiciones climáticas externas. Soluciones adecuadas de los muros perimetrales, que cumplan con los requerimientos del Manual de Reglamentación Térmica de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción, permiten el control de temperatura en invierno y en verano, evitando pérdidas de energía en los meses fríos y sobrecalentamiento en la época de calor.
Humedad: Daña físicamente las viviendas y altera la salud de sus habitantes. Puede producirse por condiciones climáticas, errores de construcción o por la forma en que se habita, entre otros factores. La cocción de alimentos, las duchas y la existencia excesiva de plantas aumentan la humedad, que se agudiza en invierno, ya que la combustión libera vapor de agua. Como el aire caliente permite mayor contenido de vapor de agua, al momento de disminuir la temperatura se producirá la condensación afectando los elementos más fríos, como vidrios, marcos de ventanas y muros que no reciben radiación solar. La manifestación de ello es la aparición de hongos en paredes y cielos, además de manchas amarillas en las partes altas de los recintos. Para evitar exceso de humedad hay que modificar hábitos como colgar la ropa húmeda al interior de la vivienda y colocar teteras o tarros con agua sobre la estufa. También hay que proteger las ventanas con cortinas gruesas para disminuir el enfriamiento, evitar la condensación y ventilar.
Control del ruido: Tiene que ver con la necesidad de aislarnos del ruido externo y de tener privacidad. Siendo una de las características del sonido la de filtrarse por cualquier rendija (difracción), se debe resolver filtraciones de aire perimetral, como ventanas mal selladas y las rendijas de las puertas, además de verificar que las tabiquerías posean materiales absorbentes del ruido, como colchonetas y planchas de lana mineral, poliestireno expandido o fibras sintéticas.