Mobil ya había construido dos hospitales, por lo que el diseño de alta complejidad no les era ajeno. Pero sí desafiante, sobre todo por el concepto de “excelencia” que debía transmitirse a los clientes finales.
Una clínica boutique
“En los ochenta la comuna de Las Condes era casi el fin de la ciudad urbanizada y CLC nació como una clínica boutique enfocada a un segmento de gran poder adquisitivo. Pero hoy es un punto estratégico donde confluyen las comunas más ABC1 de Santiago. Entonces, ¿cómo crece esta clínica de barrio a esta mega infraestructura sin perder identidad?, ¿cómo se puede ser masivo sin perder la excelencia?”, recuerda Patricio Browne, arquitecto a cargo del proyecto.
La respuesta vino de la infraestructura: a diferencia de otras clínicas, en esta el crecimiento natural había sido a través de edificios separados entre sí, lo que dejaba jardines y espacios usados por el público, que fueron creando un concepto de campus. El problema de esto fue que los flujos comenzaron a ser complejos y la gente a perderse. El desafío fue integrarse en esta idea, pero con un nuevo orden. La cara pública sería a la ciudad (Estoril) y no hacia el barrio (Lo Fontecilla).
Grandes requerimientos
“En términos numéricos agregamos 16 pabellones de alta complejidad, 280 camas regulares y 32 críticas, un nuevo centro logístico y estacionamientos. En resumen, duplicamos la capacidad de la clínica. Una de nuestras primeras obsesiones fue entender la complejidad de los flujos para acoplar esta duplicación de metraje. Los nuevos requerimientos no eran menores: íbamos a meter mil 500 autos en siete subterráneos, que a su vez debían conectarse con los de todo el campus. Todo conviviendo con una clínica en pleno funcionamiento”, dice Browne.
Se fraccionó la construcción en tres edificios distintos y reconocibles y, como elemento integrador, se creó un hall que ocupa todo el ancho del sitio en que se posan estas construcciones. Además, se crearon dos plazas públicas que se relacionan con la calle Estoril, una plaza más dura que recibe el desarrollo inmobiliario que viene desde la Costanera Norte y otra más blanda y con arborización que sintoniza con la historia residencial del barrio.
Los materiales usados fueron bastante neutros y que ya habían sido utilizados en otros edificios del campus. Se utilizó estructura de hormigón armado, revestimientos de muro cortina y fachadas ventiladas de paneles metálicos y cerámicos. También se le dio un espacio al paisajismo y se trabajaron los techos visibles como una fachada verde natural.