Por Sergio Contreras A., Primer vicepresidente del Colegio de Ingenieros de Chile.
El país se ha empinado sobre estándares internacionales en los últimos cincuenta años. En este período hemos aumentado el ingreso per cápita de manera excepcional y todos confiamos en que este crecimiento sostenido se mantendrá de manera que en algunos años integremos con propiedad el mundo desarrollado. Así lo hemos entendido como sociedad, a pesar de las naturales diferencias que distintos sectores plantean, de manera democrática, proponiendo fórmulas y acciones diferentes para lograr esta finalidad, basados en sus convicciones propias.
Es, sin embargo, de primordial importancia mantener una planificación y su cumplimiento estable en el tiempo, de manera que las proposiciones hagan finalmente coincidir las aspiraciones de la población en una satisfacción efectiva de sus necesidades.
No a la burocracia
Uno de los enemigos naturales de estos logros es la burocracia mal entendida y peor ejercida. La dejadez de quienes manejan todos los pasos de los procesos establecidos puede llegar a ser paralizante y con ello entrabar el logro de esas aspiraciones. Por este motivo es importante hacer un llamado a las autoridades para que establezcan la organización adecuada de las estructuras y medidas que se necesiten para poder liberar los procesos y dar fluidez a las gestiones que efectivamente estén destinadas a generar la cadena de ejecución de las obras. En muchos casos los ingenieros y técnicos conocemos internamente los procesos que impulsan y finalmente dan inicio a una obra, entre ellos se encuentran los estudios, proyectos, planificaciones y evaluaciones; pero solamente el hecho de ver efectivamente las obras es lo que la población percibe y lo que podemos considerar como avance efectivo en la concreción de las obras y la puesta en marcha y el uso de los edificios e instalaciones. En este caso, el de la infraestructura hospitalaria, debemos reconocer que hemos logrado un avance importante, pero el cambio de orientación y de política global ha paralizado muchas de las gestiones originalmente establecidas y ello implica un retraso de las acciones anteriormente concebidas. En este sentido es fundamental revisar, con el debido pragmatismo, cuál es el mejor camino que podemos seguir para obtener los logros que son demandados.
Frente a hospitales atochados y faltos de prestaciones efectivas a los pacientes, la autoridad tiene el deber moral de establecer los caminos más efectivos para lograr una eficiencia máxima en crear y llevar a cabo los procesos de la manera más eficiente posible y ella no tiene el ritmo de esta burocracia mal entendida.
Si miramos a los ojos de aquellos que nos piden una mejor y oportuna atención para aliviar sus requerimientos básicos de salud podemos comprender con rapidez la necesidad de trabajar efectivamente para construir la infraestuctura que el país necesita.