¿Cómo evalúa el escenario actual de la industria del cemento y el hormigón en Chile? El cemento chileno marca sin duda la tendencia futura; esto porque Chile cuenta con buenas puzolanas naturales, que lo convierten en uno de los mejores desde el punto de vista ecológico, con un muy buen comportamiento estructural. Gracias a esta condición y a una experiencia de más de 40 años, actualmente se está formando un comité técnico para asesorar a la American Society for Testing Materials (ASTM) en la norma para los cementos con puzolana. En Latinoamérica, Chile es el país con mayor producción de hormigón premezclado en relación al cemento producido y en el ámbito internacional estamos en un buen nivel, lo que está mejorando gracias a los avances tecnológicos que se han logrado. Hoy día estamos en conversaciones con el National Institute of Standars and Tecnology (NIST), uno de los centros tecnológicos del cemento más avanzados del mundo, para participar en su desarrollo de tecnología en cementos y hormigones. ¿Qué proyectos concretos se están desarrollando en este sentido? Por ejemplo, en el Instituto estamos trabajando el concepto de pavimentos delgados, una tecnología única a nivel mundial, que nos permitirá superar en calidad al asfalto y con menores costo, porque el diseño no requiere sellos y, por ende, tampoco mantención. Hemos realizado ensayos en Santiago y Puerto Montt con losas chicas de 1,75 x 1,75 m y 8 cm de espesor, que han soportado sin agrietarse un tráfico liviano, en el que pueden circular sin problemas dos camiones diarios. Todo esto surge del desarrollo de los modelos de HDM4, que el Instituto desarrolló para el Banco Mundial, una experiencia que nos permitió conocer cómo se comportan los pavimentos y desde ahí generar esta nueva tecnología. ¿Qué impide que Chile se consagre como un exportador tecnológico? Los progresos que como país hemos alcanzado están en riesgo de perderse, ya que, por falta de recursos, las universidades están abandonando el desarrollo de tecnología y tendiendo más hacia la administración. Por otra parte, no existe motivación de parte de los nuevos profesionales por la investigación en materiales. En el Instituto estamos trabajando en la creación de dos equipos de investigación, uno compuesto por ingenieros estructurales jóvenes que se dediquen al tema del agrietamiento y diseño de estructuras; y otro, de físicos y químicos, que nos permitan seguir desarrollando tecnología propia en cementos y hormigones. ¿Qué ocurre con la certificación de competencias? Tener una masa crítica calificada es primordial para el desarrollo de la industria. Como Instituto nos hemos puesto la meta, de aquí a fines del año 2006, de certificar a más de 2.000 trabajadores. Tenemos convenios con los principales entes capacitadores del país para aplicar las certificaciones del American Concrete Institute (ACI) y generar las que éste no contemple. Con esto se busca ofrecer al mercado un amplio registro de trabajadores altamente capacitados en temas específicos, que nos permita aumentar la productividad del rubro a través de su mano de obra. ¿Cómo participan los diferentes actores involucrados? Hace más de dos años formamos una mesa de trabajo donde participan representantes de las principales empresas mandantes, constructoras, compañías de inspección y diseño, Cámara Chilena de la Construcción y los Ministerios de Obras Públicas y de Vivienda y Urbanismo. Con ellos estamos modificando las especificaciones técnicas, con el fin de definir relaciones claras de precio/calidad, y conceptos básicos que tiendan a la equidad en el caso de los contratos. Esto va a ayudar a zanjar muchos de los problemas entre mandantes y contratistas, situaciones engorrosas que afectan el desarrollo y la calidad de las obras. Queremos volver al concepto de la "familia de la construcción", que se perdió porque se redujo la confianza entre las partes. Gracias a la conformación de esta mesa de trabajo, estamos avanzando mucho en este sentido y eso va a ser muy positivo para el área.
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