La realidad local Chile se encuentra en un estrecha franja de tierra montañosa al pie de una de las cordilleras más altas y la más ancha del planeta y también la mejor surtida de volcanes activos del hemisferio. Terminada la franja transversal del territorio, que en algunos lugares tiene menos de 100 km de ancho, nos enfrentamos al océano más grande del planeta, el más profundo y activo, con cordilleras submarinas y nuevos cinturones de volcanes. A pocos km de la Costa del Norte está la Fosa de Atacama, una de las más profundas del Pacífico y señal de dos enormes placas flotantes terrestres: las de Nazca y la Sudamericana, que se encuentran permanentemente justo frente a nuestra larga costa. De paso, al norte está el desierto más árido del mundo y al sur el continente más helado. En esta isla geográfica, las posibilidades de catástrofes naturales son estadísticamente muy altas. Velando por una adecuada planificación urbana Muchos de los desastres instantáneos tienen historias anteriores que los preparan, como ha sucedido con las inundaciones de Santiago: mucha basura en los colectores, pocos colectores, mucho pavimento, poca infiltración, mucho barro, poca vegetación, pésima planificación urbana, uso habitacional de terrenos históricamente inundables, etc. A sabiendas que estadísticamente estos sucesos tienen probabilidades de ocurrir, los asentamientos humanos, debieranestar permanentemente pendientes del evento, tanto en la forma en que se planifican y estructuran los asentamientos humanos frente a la posibilidad de catástrofes, como en la forma de evitar la producción de las causas del fenómeno desastroso. La Escuela de Arquitectura de la UTFSM ha desarrollado talleres que demuestran que la arquitectura y la planificación urbana tienen en todas las fases de una catástrofe, una importancia de primera línea. La arquitectura y los procesos de desarrollo de la ciudad están íntimamente ligados a la posibilidad de ocurrencia de una catástrofe o un desastre. De partida, en la planificación previa de cualquier edificación se debe incorporar esta probabilidad; en Chile las leyes lo exigen. En la planificación del territorio, la determinación y comunicación pública de zonas conflictivas es (o debiera ser) una parte importante de los planos reguladores de las ciudades. Existe por ejemplo, una clara discriminación social territorial en cuanto a los asentamien-tos de vivienda en casi todas nuestras ciudades. La gente más pobre vive en las zonas de mayor riesgo y en condiciones estructurales más precarias. La reunión de ambas cosas redunda en un mayor impacto catastrófico en las familias más carenciadas. Finalmente, la arquitectura tiene una deuda con los procesos de reacción ante catástrofes. La arquitectura inminente, transitoria y de despliegue rápido, necesaria en la inmediatez de toda catástrofe, no ha sido cabalmente desarrollada. En el espacio intermedio entre una catástrofe y la reconstrucción hay un mundo de soluciones de arquitectura innovadora que desarrollar. Lo importante es que las soluciones sean de despliegue rápido, más seguras que una carpa y lo más autónomas posibles en su sustento energético y sistémico. |