La fiesta de la Tirana, los volantines en Septiembre o unas sopaipillas pasadas en chancaca en día de lluvia, son elementos que recordamos en determinadas circunstancias. Forman parte de nuestro lenguaje cultural, lo practicamos y enseñamos a nuestros hijos; por lo tanto son el patrimonio que legamos a diario. Cuidando el patrimonio En la actualidad los más importantes arquitectos del mundo realizan obras nuevas, con tecnologías de punta y materiales de propiedades inimaginables. Pero, por otro lado, son estos mismos los encargados de algunas de las intervenciones en patrimonio más importantes a nivel mundial, como por ejemplo Rafael Moneo, a cargo de la ampliación de Museo del Prado en Madrid. La posibilidad de intervenir en un elemento de identidad propia, realizar un proyecto que respete al existente, pero por sobre todo sea un aporte generador de la revitalización del elemento inicial, trae consigo un conjunto de consideraciones que multiplica por mucho la dificultad del proyecto. Se debe innovar, pero no faltar el respeto al edificio; se debe destacar, pero no opacar al proyecto inicial; se debe retomar las concepciones tipológicas originales, pero no realizar un falso histórico; entre otros. Para aclarar el concepto de Patrimonio se puede realizar el siguiente análisis: "Propongo rasar el Cerro Santa Lucía para generar una explanada sobre la cual se podían construir dos torres de edificios de oficinas del más alto estándar". Por muy rentable que fuese el proyecto creo que la respuesta mayoritaria de la sociedad sería un rotundo no. El cerro en que se fundó la ciudad, el cerro en que se oscultaba el horizonte en busca de enemigos, el cerro protector, pulmón verde, etc.; existirían miles de razones con la cual justificar la negativa. Pero la intersección de todas ellas sería que la ciudadanía siente el cerro como propio, es parte de su historia, de su ciudad y gustan de tenerlo, aunque sólo en ocasiones pisen sus senderos, no aprobarían la eliminación de magno hito geográfico y social. Más allá de la rentabilidad Se puede entender que resulta por lo tanto erróneo comparar linealmente la eliminación de un elemento de valor patrimonial para reemplazarlo por otro nuevo, por ejemplo con fines inmobiliarios. La rentabilidad inmediata del proyecto inmobiliario no debe ser comparada con la del proyecto de rehabilitación, pues definitivamente este último tendría una componente patrimonial que lo rentabiliza desde la perspectiva social (en el supuesto que la sociedad valorase el elemento). Entonces, la posibilidad de realizar el negocio vendría dada por la diferencia entre la rentabilidad privada y la social. Por todo lo anterior, los esfuerzos mancomunados de la sociedad, Estado y privados se deben enfocar a difundir el valor del patrimonio acortando las distancias existentes en la actualidad. Con este fin son de grandes intereses algunos trabajos realizados en elementos particulares (como puede ser la Biblioteca Nacional y el Teatro Municipal), en los cuales se habilitan espacios a los que asiste público que, bajo otras condiciones, es probable que no asistiere.Todo esfuerzo enfocado a integrar el patrimonio nacional a la vida actual, valoriza la identidad de quienes lo habitan, y por ende a la sociedad. Para ello se debe tener claro que el patrimonio no nos pertenece, sólo somos usuarios de éste por el período que nos ha sido permitido. |