El proyecto se basa en tres cuerpos independientes que responden a la segmentación convencional de una casa. Un cuerpo da cabida al servicio y cocina, otro al sector público -living/comedor- y el tercero, a los dormitorios. Sin embargo, pese a esta fragmentación, la conectividad espacial interior fusiona el funcionamiento, entregando por consecuencia, un gran contenedor de actividades.
En su centro, un cubo de hormigón con 3,20 metros de altura de piso a cielo como solución a los requerimientos de su propietario, quien entiende la cocina como el centro neurálgico de la casa, articulando no sólo el funcionamiento interno, sino también, congregando y fortaleciendo el roce familiar, ya que, cada vez que hacía uso de la cocina en anteriores propiedades, quedaba aislado de las respectivas convivencias.
Debido a lo anterior, la iluminación y ventilación, por una parte, y la relación con el entorno, por otra, eran variables sustanciales en la resolución de este espacio. Por estas razones, para José Pedro Vicente los parámetros verticales vidriados son un elemento paradojalmente emblemático, destacando que el dispositivo ventana/ventanal cobra valor en la medida que deja de ser un elemento protagonista y hace protagonizar el recinto donde está instalado.

Eficiencia energética
Tener un buen aislamiento térmico, captación solar y ventilación natural son las claves para ahorrar energía y no perder temperatura al interior de una vivienda, por ende, un espacio confortable. Para lograr esto, es fundamental el tipo de ventanas que la construcción posea.
En el caso de Casa Cube se usaron ventanas Tecma con perfiles de madera y termopaneles de baja emisividad, denominados low-e. Este tratamiento corresponde a un revestimiento incoloro del cristal, el cual consigue reflejar la mayor parte de la radiación permitiendo disfrutar de la luz natural.

En términos prácticos, la cantidad de energía que se arranca por conductividad en un vidrio monolítico es de 5,2W/m²K. Si se lleva a un termopanel disminuye a 2,7W/m²K, es decir, un 40% menos. Ahora bien, en un termopanel con low-e, el valor K se reduce a 1,7W/m2K, es decir, un 70% menos de energía perdida.
En síntesis y asociando esta tecnología a los diseños de arquitectura, en la medida que tengamos menos pérdida de energía a través del dispositivo ventana, aumenta el porcentaje de transparencia en los paramentos verticales. El diseño de esta obra confirma entonces, que la tendencia de tener ventanas más grandes y con mejor aislamiento, puede ser una ayuda para ahorrar energía aprovechando el calor, la luz del sol y la relación con el entorno. Por lo tanto, cabe cuestionarse, incluso, por los porcentajes de transparencia apuntados en el artículo 4.1.10 de la reglamentación térmica, concluye José Pedro Vicente.