En las nuevas oficinas de Compuser -nombre surgido de la unión de las palabras computación y servicio- aún hay cajas sin abrir y todo huele a nuevo. Y es que hace menos de una semana corrían entre los pedidos de sus clientes y la mudanza que los trasladó desde el edificio Prometeo, en calle los Leones; hasta avenida Santa María, entre el cerro San Cristóbal y el río Mapocho, frente a la construcción del edificio Costanera Center, la torre que promete cambiarle la cara al barrio empresarial más exclusivo de Chile. Jaime Miranda recorre orgulloso los pasillos, mientras nos cuenta que ellos mismos se encargaron de la decoración y la mudanza, y que "lo pasan bien" porque más que una empresa tradicional son como una gran familia de más de 20 personas.  | Jaime Miranda junto al equipo de ventas de Compuser | En 1988, Jaime era uno de los vendedores de la empresa DEMCO, mientras que su esposa Susan se desempeñaba como secretaria. Siete años más tarde, la otrora compañía de distribución de insumos de computación, daba los primeros pasos para convertirse en mayorista de suministros originales, misma época en que Jaime decide que ya es hora de iniciar un negocio independiente, para lo que sólo contaba con su gran experiencia en el rubro y mucho entusiasmo. "Mi paso por DEMCO fue una experiencia impagable, porque en ella aprendí todo lo necesario para insertarme de manera independiente en el mercado de los insumos de computación", recuerda. La empresa familiar partió con apenas dos empleados -sus propios dueños- que se turnaban para contactar a sus primeros clientes y llevarles los productos que les pedían; hasta que pocos meses más tarde empezaron a recibir a los vendedores que con el cambio de giro de DEMCO encontraron en Compuser una nueva fuente laboral. De esta forma, la empresa empezó a crecer a pasos agigantados, hasta que llegó la hora de profesionalizar completamente el negocio y habilitar oficinas formales. "Durante estos primeros años el apoyo y la confianza que nos entregaron los mayoristas y los clientes fue fundamental, a lo que nosotros respondimos con mucha responsabilidad, siendo serios y rigurosos en las entregas y asumiendo todos los desafíos que nos planteaba el mercado", señala. El primer salto Un gran hito en la historia de Compuser es el traslado desde la casa familiar -en la comuna de La Florida- hasta las oficinas en el edifico Prometeo. El salto era grande, implicaba nuevos compromisos y una gran inversión, pero como la audacia siempre ha sido su sello distintivo, el matrimonio Miranda/Selle no dudó en asumir el desafío. De esta forma, empezaron a mejorar sus herramientas de negocio, aparecieron mejores computadores, líneas telefónicas de empresa, se hicieron expertos en el trabajo vía Internet y vieron aumentar el uso de la tecnología a la par con las nuevas demandas de sus clientes; mientras alcanzaban ventas anuales por más de US$2 millones, sólo en el segundo año de operaciones. "Las formas sin duda han cambiado mucho, han aparecido nuevas tecnologías y productos, todo se ha sofisticado; pero en su parte más esencial, el mercado sigue siendo exigiendo lo mismo: compromiso, responsabilidad y flexibilidad, que han sido los grandes pilares que nos han permitido sobrepasar con éxito los problemas que aparecen todos los días", afirma. En medio de un escenario de gran crecimiento para la compañía, empiezan a llegar a Chile los coletazos de la crisis asiática, que amenazaron con la quiebra a más de una empresa del rubro. Las ventas empezaron a caer aceleradamente y el ingenio fue la única tabla de salvación para muchos. "Nos juntamos entre empresas competidoras a analizar el escenario y mientras muchos se sentaban a llorar, nosotros decidimos responder con entereza y mucha creatividad, haciéndonos más eficientes, buscando mejores precios y esforzándonos por entregar una mejor oferta a nuestros clientes". La experiencia, más que devastarlos, los fortaleció y los unió como equipo. Con el tiempo arrendaron una segunda oficina en el mismo edificio Prometeo, hasta que terminaron por comprar ambas, además de la bodega de despachos; mientras paralelamente aumentaban su dotación de personal y sus clientes. Con el crecimiento de los despachos decidieron crear la empresa Miranda Selle Transportes Ltda, que funciona de manera autónoma, pero al alero y servicio de la distribuidora. La consolidación En la actualidad, Compuser cuenta con 22 trabajadores, entre vendedores y administrativos, y atiende a una amplia cartera de clientes, como Banco Estado -con el que mantiene un contrato de insumos hace más de cuatro años-, Chilena Consolidada, BBVA, AFP Provida, Indura, Emasa, Cencosud, Falabella y Consalud, los que arriendan tecnología, como parte de su más reciente línea de productos. Junto con esto, comercializan una amplia y variada gama de productos que incluye insumos, impresoras, multifuncionales, cámaras digitales, televisores, pantallas y accesorios, entre otros- de todas las marcas, de manera directa, como en el caso de Lexmark; o a través de los mayoristas, como con Hewlett Packard. "La clave de nuestra permanencia en un mercado tan competitivo como éste es que hemos instaurado un sistema de trabajo muy atípico, donde los vendedores funcionan como socios y en forma independiente, manejando sus propios negocios, analizando sus costos y determinando sus mejores ofertas", comenta. Para Miranda, su principal orgullo es haber formado un equipo de trabajo basado en el respeto por las personas, con una mística nacida al calor de las fiestas de cumpleaños -que ya son una tradición en la empresa- y la certeza de que si a la compañía le va bien a todos les va bien. En su relación con las marcas y los mayoristas, han logrado establecer relaciones de confianza, que les permiten contar hoy día con un gran respaldo comercial y financiero. En la actualidad, están a punto de lanzar su nueva imagen corporativa, mientras planifican los proyectos para los próximos años. "Queremos seguir creciendo y aumentando nuestros servicios y líneas de productos, pero sin perder de perspectiva que en este negocio lo más importante son las personas, es la palabra empeñada y el compromiso con nuestros clientes, que necesitan que les resolvamos un problema que no puede esperar", concluye Miranda.
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