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El 2017, cuando comenzó el proceso de actualización del Tratado de Libre Comercio de América, que incluye a México, Estados Unidos y Canadá, no estaba en el horizonte un panorama como el que se tiene tres años después.
Y es precisamente en este julio de 2020, con una pandemia afectando los sectores de la economía mundial, que entra en vigor el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Una crisis sanitaria no era en aquel momento una variante a tomar en cuenta. Y ahora será sumamente relevante.Diversos especialistas coinciden en que, para las actividades logísticas, no solo el T-MEC representa una oportunidad, sino que en combinación con los cambios que tendrá el comercio exterior a partir del virus, se enfrentarán nuevos escenarios y uno de ellos es impulsar más otros tipos de transporte.
Es así como el T-MEC se inicia en un nuevo escenario que identifica los actores de la cadena de suministro con poca claridad en lo específico, pero que representa nuevas oportunidades que derivan no solo del propio acuerdo comercial, sino del contexto geopolítico y sanitario.
La alteración que tuvieron las cadenas globales de suministro por la pandemia llamó a reconsiderar las estrategias de ‘just in time’ o ‘just in sequence’, por esto podría generarse un movimiento de nearshoring, es decir, reubicar las plantas en la medida de lo posible, lo más cercano a los centros de consumo.
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