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03/01/2018

La industria marítima de Chile se consolida como referente global

Por Tomás Pablo Roa, presidente ejecutivo de Wolf y Pablo Consultores, S.L.

El transporte marítimo es uno de los sectores chilenos que más transformaciones ha experimentado como consecuencia de su apertura e integración al comercio planetario a través de la firma de una veintena de tratados de libre comercio, en los cuales participan naciones que en su conjunto representan un porcentaje cercano al 90% del producto interno bruto.

Los intercambios comerciales de Chile con el exterior se vuelven a acercar a los 150.000 millones de dólares, teniendo en la vía marítima el principal vehículo de concreción de envíos y recepción de mercancías: alcanza un 90% del total de lo desplazado en ambos sentidos.

La mayoría de estas expediciones se hacen con naciones localizadas en el hemisferio norte, algunas bastante alejadas de Chile, lo que obliga a los actores locales implicados a ser cada vez más eficientes en todo lo relacionado con la conectividad con cualquier lugar del globo. Al final, su buen hacer repercute de modo significativo en la reducción de los costos domésticos. Tal es la importancia atribuida a estas mejoras que una minoración del 1% en el precio de la transportación facilita elevar en más de un 4% las exportaciones.

De ahí las permanentes metamorfosis ejercitadas en los últimos 20 o 30 años tanto en las propias infraestructuras portuarias como en los servicios y gestión logística, o directamente en las compañías navieras encargadas de unir al país con los distintos continentes.

A los puertos ya conocidos de Chile pronto se añadirá el Puerto de Gran Escala de San Antonio. Se trata de una inversión de 2.000 millones de dólares destinados a la construcción de un megapuerto con dos muelles de 3.600 metros, un dique de 3.700 metros, 90 hectáreas de explanadas, zona de parqueo para camiones, conexión ferroviaria y carretera; todo ello permitiría la manipulación de 6 millones de TEU por año.


Conectado con el mundo

Chile tampoco es ajeno a las cadenas globales de valor (CGV) promovidas por grandes compañías que persiguen abaratar costes de producción externalizando algunas de las fases de sus procesos productivos (investigación y desarrollo, diseño, fabricación, distribución, servicios posventa) encargado su ejecución a otras firmas asentadas en diversos lugares del mapa terrestre. Esto es debido a los avances tecnológicos y, cómo no, a los constantes cambios habidos en la industria del transporte. Se afirma que un 50% del negocio internacional está vinculado a CGV; circulan varios trabajos que demuestran una favorable afinidad entre una logística eficiente y expedita y el crecimiento de las compraventas internacionales.

Las dos mayores navieras chilenas, Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV) y la Compañía Chilena de Navegación Interoceánica (CCNI), no se han quedado atrás, y han conseguido acuerdos de fusión y compraventa con firmas alemanas en sus negocios de portacontenedores. Para ser competitivo se requiere contar con grandes capitales.

CSAV se fusionó con Hapag-Lloyd en 2014, quedándose con un 31,6% de la sociedad fusionada. Los otros accionistas de referencia son la Ciudad de Hamburgo y KühneMaritime. En junio de este año Hapag Lloyd, dio otro importante paso fusionándose con UnitedArabShipping Company (UASC), convirtiéndose así en la quinta naviera portacontenedores más grande del mundo. La empresa combinada tendrá una capacidad total de movilización de carga de 1,6 millones de TEU y volúmenes transportados al año de alrededor de 10 millones de TEU. Contará además con una de las flotas más modernas, ecológicas y eficientes de la industria, compuesta por 230 naves de una edad promedio de 7,2 años y un tamaño medio de aproximadamente 6.840 TEU, cerca de un 30% más que la media de las 15 principales navieras de la industria (5.280 TEU). La CSAV se quedara con un 25% en esta nueva fusión.

En cuanto al acuerdo de compraventa entre CCNI y HamburgSüd, se concretó en 2015 por 160 millones de dólares. HamburgSüd figura después de esta adquisición en el décimo puesto del mercado naviero global con un total de algo más de 600.000 de TEU de capacidad. Esta operación no significó que el grupo Urenda se retirara del negocio marítimo, sino que solo dejará de operar en el ámbito internacional de contenedores.

Otro grupo destacado es Ultranav, la división naviera del grupo Ultramar, de la familia Von Appen, más conocido a nivel masivo por sus operaciones de puertos como el terminal TPS en Valparaíso. Ultranav hoy opera 180 barcos, cerca de 60 de ellos de su propiedad.

Una de las tareas de Chile es continuar impulsando su cometido logístico obteniendo la conectividad y competitividad que demanda un país incorporado a los mercados globales, adaptándose, también, a las mutaciones e innovaciones habidas en el tráfico oceánico universal.

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