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Esos molestos
inventarios…

Muchas de las tendencias actuales apuntan a la reducción de los niveles de inventarios, casi a su supresión. Con las buenas prácticas de los cuerpos teóricos en boga (JIT, Producción Esbelta, “Quick Response”, Teoría de las Restricciones, asociación estratégica con proveedores, SCM, entre otros), sobran razones para esto. Sin embargo, en los principales ejes urbanos, es frecuente divisar las enormes carcasas de los cada vez más numerosos Centros de Distribución y Depósitos.

Ocurre que hay tendencias contrarias a la disminución de los inventarios. Por ejemplo, y consistente con las mencionadas, está la del viraje de las economías de producción hacia la economía de distribución, y de ésta a la de mercado, e incluso a la temporalmente llamada "nueva economía". Y de aparejas, la globa-lización. Abundan, en todo esto, las razones estratégicas que señalan, contrariando lo dicho, el alza de los inventarios, basándose principalmente en el servicio al cliente, el aseguramiento del flujo de insumos y la disponibilidad 100% de los productos en el canal de distribución. Y eso implica inventarios.

Ahora bien, mantener inventarios es oneroso y potencialmente motivo de pérdidas proporcionales a los dineros inmovilizados (deterioros, obsolescencia, siniestros), pero también es sinónimo de "seguridad". Por ejemplo, no siempre es posible generar el producto cuando se requiere, ni siempre se sabe con exactitud el cuándo ni el cuánto de una demanda, pero sí se sabe que se le debe satisfacer oportunamente cuando ocurra y por la cantidad justa, pues los competidores acechan. En otro escenario, la capacidad es limitada y entonces resulta acertado hacer constitución de un plus de inventarios de productos durante la temporada baja, o es bueno aprovechar las excelentes oportunidades de los mercados laborales de los países emergentes para producir allá. ¿No es acaso recomendable constituir plus de stock de materias primas en períodos de escalada inflacionaria, cuando los proveedores escasean, cuando los mercados financieros se vuelven inestables, o aprovechar esos ‘festivales de precios’ que de tanto en tanto inundan los mercados?

elo2.jpg (14539 bytes)Sin embargo, ¿son éstas las únicas razones del alza de los inventarios? Afirmarlo sería olvidar al principal villano: la incertidumbre, tanto de la demanda y de la respuesta del sistema a esa demanda, como la relativa a los tiempos del ciclo en las cadenas de suministros (los tiempos de las tomas de decisiones, del transporte, de la producción, de las comunicaciones, de las contingencias potenciales). Es sabido que la incertidumbre conduce al alza de los volúmenes de inventarios del sistema. Más aún, durante las crisis, cuando esta sensación se instala en las personas, se descubre la respuesta extrema a la incertidumbre: el acaparamiento, y peor, el pillaje.

Por fortuna, durante los tiempos de normalidad, hay paliativos razonables para acotar la incertidumbre y, por ende, para llevar de manera sistemática los inventarios del sistema a la baja (por cierto, con el ojo bien puesto en el servicio). Nada sacia mejor el ansia que depara la incertidumbre que la "compra" de su antídoto, por lo que se adquieren encuestas de mercado, focus group, consejos de expertos, análisis de coyuntura.

No obstante, lo mejor es la confianza, sobre todo en tiempos de crisis -una recesión, por ejemplo-. Lo usual en momentos como esos es el sacrificio de los inventarios. Con la vuelta de la confianza, se contrata de nuevo, se compra y se reponen los stocks. Luego, se trabajará la productividad y su consecuencia más significativa: el balance del máximo servicio con el mínimo de inventario.

La confianza y la incertidumbre hacen que los inventarios bajen o suban. Lo que lo trastorna todo es el colapso de los sistemas distributivos. El colapso destruye los inventarios y los que se salvan, se vuelven inaccesibles. Es el colapso de los sistemas de transportes, de la información, de las instalaciones de producción y de almacenaje, esencialmente los inventarios (la distribución de bienes en suma), lo que hace que todos de pronto nos despertemos en la indigencia económica, sin agua, sin víveres, sin medicamentos, etc.

Lo obvio cuesta que sea vea. Es en la anormalidad súbita que descubrimos que esos molestos inventarios son los que nos dan la tranquilidad de un mañana potencialmente seguro.

Por Osvaldo Elorza C., Ingeniero Civil Universidad de Chile. Especialista en manejo físico de materiales en IFTIM, París, Francia. Autor del libro “La Gestión de Inventarios en la Cadena de Valor”(Legal Publishing, junio 2008).    oselco@vtr.net

Abril 2010
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