Para Solá, ingeniero industrial y experto en el tema de alimentos, la industria ha ido evolucionando paulatinamente y se observa hoy una mayor profesionalización de toda la cadena de abastecimiento, pero dicho avance se ha dado especialmente debido a las exigencias que establecen los consumidores finales, dado que se encuentran más informados que años atrás. "Se ha producido un salto cualitativo. El cliente sabe que hay alta tecnología y procesos disponibles en el mercado y los está exigiendo cada día más, y esto se traspasa a los fabricantes y distribuidores", sostiene. El profesional plantea, además, que el tema de la cadena de frío y el manejo de la temperatura es un aspecto que también preocupa e interesa a otros actores del mercado y, en este caso específico, al comercializador de alimentos, ya sea un pequeño supermercado o un patio de comidas, que también demanda mejores servicios frente a los fabricantes y distribuidores. "Por ende, los controles han aumentado y actualmente esta gente exige más que hace un par de años. En muchos casos, el cliente intermedio es capaz de medir calidad del frío y exigir registros de temperaturas de los productos almacenados, curvas de temperatura de la carga trasportada, temperatura online y alarmas de frío, entre otros aspectos", asegura. A juicio de Solá, otro elemento de la cadena de productos perecibles que ha mejorado sustantivamente es el packaging, donde hoy podemos observar productos con diseños de envase y etiquetas muy superiores a lo que existía tan sólo hace un par de años, mejorando la mantención de los productos y entregando más y mejor información sobre los mismos. "Claramente, el consumidor valora ese tema y prefiere este artículo versus otro que no posee estas características", indica. 
Tecnología y trazabilidad
De acuerdo al Gerente Comercial de Keylogistics Chile, empresa que administra integradamente cadenas de abastecimiento para terceros, las normas ISO 9000 y HACCP se han vuelto un tema recurrente en el mundo de los alimentos y comienzan a ser un factor casi estándar dentro de esta industria. "Cualquier operador o productor que no esté actualmente certificado en alguna de estas normas, está quedando fuera del mercado, ya que deja de ser competitivo", enfatiza. En este contexto, aparece un elemento relevante para el cuidado y control de alimentos perecibles: la trazabilidad, un sistema que permite seguir la ruta de un producto, sus componentes, materias primas e información asociada, desde el origen hasta el punto de destino final, a través de toda la cadena de abastecimiento. "Plantear hoy que una empresa que produce, comercializa o distribuye productos perecibles no cuente con trazabilidad, es totalmente impensado", afirma. Solá plantea, sin embargo, que lamentablemente aún se observan dentro del mercado algunos errores o malas prácticas, que siguen perjudicando el desarrollo de esta industria. "Veo que aún hay una subvaloración de la tecnología que se requiere para la producción y distribución de los alimentos. El mercado debería estar dispuesto a pagar por la tecnología que se requiere para asegurar la calidad e inocuidad de un producto". En países como EE.UU., por ejemplo, Solá advierte que existen sistemas de trazabilidad y control de calidad -como la tecnología RFID- que se encuentran "a años luz de nuestra realidad, básicamente por un tema de costos". Actualmente, una de las aplicaciones más importantes del RFID es la logística. El uso de esta tecnología permite localizar cualquier producto dentro de la cadena de suministro. 
En la actualidad, Keylogistics Chile S.A. opera un centro de distribución con
59.600 m³ de bodegas equipadas para almacenamiento de mercadería
multitemperatura, con capacidad para 5.100 posiciones de pallet, una
zona de cross-docking refrigerada de 10.800 m³, 15 andenes de carga
equipados con niveladores de andén; 6 grúas eléctricas para movimiento
de mercaderías y 700 m² de oficinas y servicios para el personal.
Responsabilidad compartida
Para el profesional, si bien las empresas productoras desarrollan productos de alta calidad, aún falta una mayor sensibilidad respecto al tema del manejo de la cadena de frío, particularmente en lo que concierne al control de productos congelados. De acuerdo a la normativa vigente, un producto congelado debe ser manejado (almacenado y transportado) a una temperatura de -18 grados y si es operado a una temperatura mayor, es altamente probable que el producto pierda sus características principales, lo que para Solá "no implica necesariamente que el producto esté malo, pero sí pierde parte de su vida útil". En ese punto, afirma, existe una obligación de los distribuidores por tomar mayor conciencia en este aspecto y garantizar no sólo el uso de tecnologías adecuadas, sino también un proceso de control más eficiente, de modo de asegurar la inocuidad y vida útil de los productos manejados.
Finalmente, el ejecutivo genera un cuestionamiento al mercado local y le asigna fuertes grados de responsabilidad frente a la capacidad que tienen las empresas para cumplir con las normas y medidas que se exigen en los mercados extranjeros, muy superiores al medio local, pero que no tienen la misma voluntad y disposición para cumplir a nivel local. "Chile es un país con un perfil netamente exportador, tremendamente competitivo, pero cuesta que traspase dicho bagaje al mercado interno, simplemente debido a que los requerimientos acá son menores. Pero, no podemos olvidar que la seguridad alimentaria cuesta dinero, o al menos preocupación, y eso es un derecho que se debe exigir", concluye. |
