En el presente artículo revisaremos cómo, desde la gestión privada y las políticas públicas, el transporte de cargas puede asumir su responsabilidad en este contexto.
La Gestión
El transporte desempeña un papel central en las cadenas de suministro, por ende, influye en los gastos operativos, en el tamaño de la base de activos y en el nivel de satisfacción del cliente; y producto de todo lo anterior, en el resultado final de una empresa.
La incidencia del transporte en la cadena de suministro se ha visto incrementada por la dinámica competitiva actual y el paradigma de la disminución de stocks, sustituyéndose almacenaje por transporte. Hoy los canales de distribución no están dispuestos a almacenar grandes cantidades de inventarios, debido a los costos del espacio físico, el riesgo de obsolescencia, el costo financiero del stock y a la complejidad de gestionar una mayor variedad de productos.
En este contexto, el desarrollo de la industria del transporte y la distribución ha visto cómo los servicios requeridos por los clientes se han complejizado. Hoy no es suficiente llegar con la carga en el plazo convenido y sin daños. A lo anterior se agregan a lo menos tres flujos (de información, documental y de valores o fondos) que deben ser administrados y que se incluyen en el servicio y, es más, se entiende forman parte integral de un servicio de transporte y distribución moderno.
Este escenario plantea el desafío de reconocer al transporte y que sus empresarios se reconozcan como un prestador de servicios en diferentes dimensiones y como elemento central de una gestión integrada de la logística, que requiere de competencias específicas y cuya ejecución eficaz y eficiente es fundamental para todas las empresas que conforman una Cadena de Suministro exitosa.
Un diseño eficiente de ésta puede significar importantes aumentos en la productividad de las cadenas y, por ende, en su rentabilidad. Esto debido a eficiencias que se traducen en menores costos operativos, optimización en el uso de activos, menores tasas de inmovilización de stocks y bajos quiebres de stock en punto de venta.
Esta gestión se lleva a nivel estratégico si se suma la posibilidad de gestionar el transporte y distribución a través de proveedores profesionalizados, por medio de los cuales se pueda, además, reducir los costos fijos asociados, liberar capital e incorporar experiencia y conocimiento especialista a la cadena en que participamos. Las empresas y, más específicamente, los gestores logísticos que avancen en cómo hacer su transporte y distribución más eficiente y eficaz, estarán dotando a su organización de un factor de diferenciación que puede ser una ventaja competitiva.
Las Políticas
La mejora en los servicios de transporte y distribución es uno de los principales desafíos de los procesos de globalización económica, integración regional y desarrollo interno de los países. Los servicios de transporte más rápidos, seguros y especializados contribuyen a la integración de los procesos de producción y comercialización, incrementan la productividad de los agentes económicos y amplían los mercados, entre otros beneficios.
Esta es una industria en desarrollo y con muy buenas perspectivas, por eso el crecimiento del transporte y la distribución viene de la mano del crecimiento del país, de la tendencia a tercerizar los servicios de transporte y del imperativo de sustituir el almacenamiento por envíos más pequeños y frecuentes. Esto apoyado por las nuevas tecnologías que permiten, a través del intercambio de información, una gestión logística superior, facilitando la integración con generadores de carga y clientes finales e incluso modificando los canales de comercialización.
Para que la industria del transporte de carga por carretera asuma decididamente las responsabilidades y desafíos señalados, nos encontramos con obstáculos que no son menores y que amenazan con perpetuar un estado de desarrollo. Resulta fundamental, entonces, que la autoridad establezca una normativa adecuada para este nuevo contexto, que avance decididamente a la formalización y transparencia de la actividad, otorgue seguridad jurídica e incentive las inversiones y, a la vez, estructure órganos reguladores que hagan cumplir la normativa establecida. Pero, más básico aún, la inexistencia de información mínima para caracterizar y dimensionar esta industria en cuanto a sus actores, subsectores, volúmenes transportados, tipos de carga, etc., nos hace pensar que resulta difícil que las políticas públicas apunten en el sentido correcto y con las prioridades necesarias. Sin información básica no habrá un real conocimiento de lo que esta industria es y representa, y menos aún de las brechas que, como país, hay que cubrir urgentemente.
En todo lo señalado hay enormes oportunidades y desafíos para el país, para sus autoridades, los operadores de transporte, las empresas generadoras de carga y para los clientes finales, oportunidades que sólo serán aprovechadas si se logra la mentada colaboración público-privada y si se da un carácter estratégico a este desafío. Acelerar el desarrollo de esta industria es una labor conjunta que requiere ser abordada y, afortunadamente, ya se sabe de iniciativas que, desde las grandes empresas de transporte, apuntan en esa dirección. Nunca es tarde para empezar.