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PRODUCIR “SIN GRASA”
Un camino hacia la sostenibilidad
Por Jorge Vera, Académico del Departamento de Ingeniería Industrial y de Sistemas de la UC.
Toda persona a cargo de la producción y operación en alguna industria o de proveer servicios a personas, tiene un genuino interés en que las cosas se hagan correctamente. Eso es lo que ayuda a que podamos cumplir con nuestros clientes y usuarios en forma eficaz y haciendo un uso racional y eficiente de los recursos.

Cuando se habla de eficiencia, se viene a la mente ahorrar en “costos monetarios”, pero esa es una visión limitada. Las empresas modernas y de excelencia consideran también muchos otros aspectos como, por ejemplo, el impacto ambiental, el efecto de las operaciones en las comunidades cercanas, y la proyección de largo plazo de sus operaciones en forma sostenible. Es decir, piensan en el valor que agregan a sus clientes y usuarios y a la sociedad ahora y en el futuro.

En la gestión operacional moderna se usa el término “grasa” para referirse a lo que no agrega valor (que no es solo lo que genera costos) y la visión de mejora continua apunta a la eliminación o reducción de la grasa. Hoy esta visión puede unirse en forma muy positiva con la necesidad de ser cada vez más sostenible.

Una empresa del área logística quiere tomar buenas decisiones que le permitan operar correctamente, pero puede tener muchas fuentes de ineficiencias o “grasa”. Por ejemplo, información incorrecta que hace que los pedidos no lleguen en el momento oportuno a sus destinatarios; mala planificación de los turnos del personal, que hacen que no se disponga de suficientes trabajadores en algún momento de alta demanda y, por lo tanto, se produzcan demoras en los despachos de pedidos. Pero puede también tener grasa que se origina en la mala planificación de las rutas de los vehículos, lo que genera “vueltas innecesarias”, que se usen más vehículos de los realmente necesarios y que la huella de carbono generada por la operación sea más grande.

Así también, una empresa manufacturera podría tener problemas de calidad en sus procesos, lo que hace que se deban repetir operaciones, con la consiguiente pérdida de tiempo de muchas personas, además de otros recursos. Más aún, puede que esas operaciones ineficientes generen un aumento en la cantidad de contaminantes.

Los anteriores son ejemplos de “grasa” y, como se ve, pueden tener impactos mucho más allá que los costos monetarios directos. La pregunta inmediata es, entonces, ¿cómo podemos identificar esta grasa y abordar los problemas que generan? La respuesta apunta a un análisis profundo del sistema productivo, con muy sólida información, apoyado en herramientas analíticas potentes disponibles hoy, y con una visión amplia y sistémica que lleve a identificar lo que se llama las “causas raíz” de los problemas.

La mirada sistémica es fundamental ya que las empresas hoy enfrentan altas complejidades e incertidumbre y abordar problemas en forma aislada no necesariamente resuelve los desafíos fundamentales.


La sostenibilidad es clave

Como se puede ver, la sostenibilidad es también fundamental. El término “operaciones sostenibles” se refiere al uso de métodos de gestión y tecnologías, que tomen en consideración los impactos ambientales, sociales, comunitarios y similares. Esto, no solo en el corto plazo inmediato, sino también en el largo plazo, considerando el impacto en las futuras generaciones.

En el entorno mundial en el que nos movemos, junto con una mayor toma de conciencia por parte de la sociedad, las empresas y organizaciones que no sean sostenibles, tarde o temprano comenzarán a verse afectadas al perder las preferencias de los usuarios y no poder responder a regulaciones cada vez más estrictas. Por esa razón, las empresas toman en cuenta cada vez más los impactos ambientales, entre otros.

Por ejemplo, algunas de las empresas forestales en Chile (y en el resto del mundo también) tienen grandes operaciones industriales en donde se produce una gran cantidad de desecho de madera. Hoy es habitual que ese desecho se transforme en biocombustible y se utilice para la generación de energía para la misma instalación industrial (un aserradero, por ejemplo), y también para cogeneración al sistema interconectado de electricidad. Esto ahorra en consumo de energía externa de forma importante, e incluso, a veces, se transforma en fuente de ingresos.

El transporte marítimo, uno de los eslabones logísticos fundamentales en el comercio mundial, es también una importante fuente de contaminantes. Pero hoy ya se están explorando nuevas tecnologías de propulsión, partiendo por el uso de combustibles más limpios (como el LNG). Incluso ya se está explorando volver a la navegación a vela, pero con diseños radicalmente diferentes y más eficientes que los de hace siglos.

La electromovilidad es, desde luego, un importante paso. Los vehículos eléctricos, por ejemplo, se están usando en logística de última milla. Esto puede que tenga un costo alto inicial, pero, al final, se ahorra en combustibles fósiles.

Adicionalmente, entrega más flexibilidad logística: los vehículos eléctricos, que suelen ser pequeños, pueden entrar a los centros de las ciudades en horarios más amplios, incluso en zonas peatonales. Esto es un gran beneficio, tanto para la sociedad como para la empresa que los opera y sus clientes. Se están desarrollando ya sistemas que combinan con drones para hacer entrega de última milla, ganando aún más en eficiencia, eficacia y sostenibilidad.

Así también, recientemente entró en vigencia en Chile la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (Ley REP), la cual busca que, en lugar de un circuito de residuos lineal, donde se produce y se desecha, se logre un nuevo modelo circular, en el que los productos y todo lo que se necesita para elaborarlos conserven su utilidad y valor.

La normativa impulsa un régimen especial de gestión de residuos, en el cual los productores son responsables de la organización y financiamiento de la gestión de los residuos asociados a los productos que comercialicen en el país.

Esta Ley es un gran impulso para que nuestro país avance hacia la economía circular, al igual que las naciones más desarrolladas, y para que las empresas avancen con más fuerza hacia la producción sostenible, un elemento clave para alcanzar la producción “sin grasa”. De esta forma, se puede lograr un mayor nivel de servicio para los clientes y usuarios, al tiempo que se protege el medio ambiente y se es responsable con la sociedad.

Noviembre 2023
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