En estos últimos años, el desarrollo de productos para logística ha sido realmente sorprendente, tanto en formatos (nuevos layouts, políticas de almacenamiento, racks) como en equipamiento (capturadores, impresoras, redes inalámbricas, grúas) y software especializado (ERP, WMS). Sin embargo, para todas las compañías, existe un factor común que dificulta el trabajo logístico en general y que no tiene nada que ver con los dispositivos anteriormente mencionados: los formatos de identificación de productos.
Imaginemos, por un momento, que en una bodega se reciben productos de 100 proveedores, y que cada uno de ellos identifica sus productos bajo su propio criterio, esto es, unos con códigos internos, otros no aplican códigos, otros van numerados sin ninguna simbología de barras, y otros proveedores internacionales, tal como lo hacen con el resto de las empresas que se relacionan a nivel mundial, utilizan claves estándares y simbologías globales que les sirven para entenderse con todos sus clientes. Realmente el problema de entendimiento que tendría esta bodega del ejemplo, precisamente por la diversidad de identificación, sería infernal, especialmente cuando sus proveedores ni siquiera etiquetan sus productos, y sería la propia bodega, si es que quiere mejorar su nivel de eficiencia, la que deberá hacerlo asumiendo un costo que no le corresponde.
En estos casos, lo que suele hacerse es aplicar un criterio corporativo de "estandarización de proveedores"; obviamente, esta política tiene mucho que ver con la posición y "peso" que pueda tener la empresa frente a sus proveedores. Si los proveedores son relativamente "débiles" frente a su gran cliente, la estandarización se realizará de manera mucho más sencilla y rápida, ya que es la gran empresa la que "recomienda" o más bien obliga a sus proveedores a alinearse con el estándar global GS1 de manera que todos, a partir de entonces, hablarán el mismo lenguaje de negocios, beneficiando a todos los participantes de dicha cadena de distribución. La otra cara de la moneda sería cuando la empresa tiene proveedores multinacionales y poderosos, que no se van a dejar manejar fácilmente para adoptar un sistema solicitado por una empresa débil. En este caso, es la empresa la que, si ha adoptado un criterio corporativo de identificación con estándares, será muy bienvenida entre sus grandes proveedores que seguramente ya trabajan con ese estándar en otros países. En cambio, para los que no lo hacen, la bodega del ejemplo deberá identificar por su cuenta con estándares los productos que reciben, reetiquetando ellos mismos y asumiendo costos adicionales que podrían ser transmitidos a esos proveedores no alineados, por ejemplo, en forma de descuentos en futuras compras.
Es una práctica internacional bastante común esta forma de trabajo donde unas empresas presionan a otras y, de esta manera, obligadamente se van alineando al estándar único plenamente establecido para productos y servicios: el estándar GS1.
Sin identificación, no existe
En logística, se dice que "un producto no identificado no existe", porque no se puede registrar, ubicar ni transar. Por lo tanto, es obligada la identificación. Ahora bien, existen muchas formas de identificación, desde un simple número inventado por el fabricante al que, como gran cosa se le asocia una simbología o código de barras cualquiera para salir del paso, hasta una etiqueta logística configurada con las dimensiones, el orden y los indicadores de aplicación que corresponden para ser leída en cualquier parte del mundo, independientemente de los sistemas, idiomas o criterios empresariales que tenga la empresa que envía y que recibe. Los estándares globales GS1 se diseñaron hace muchos años con ese objetivo, no depender de los múltiples factores externos o particulares que rodean el intercambio de productos internacionales en una sociedad global como en la que estamos insertos.
La situación nacional
En Chile se ha avanzado enormemente en muchos aspectos de la industria, pero lamentablemente aún falta mucho para que el uso de los estándares globales, se masifique. Como en muchas otras facetas de la vida, aprendemos a prueba y error, y sólo cuando nuestros socios comerciales extranjeros nos presionan tan fuertemente que ya no tenemos más remedio que obedecer para no quedarnos fuera del negocio, sólo entonces, empezamos a pensar, con urgencia, en implementar el lenguaje de negocios que usan en todo el mundo, con los correspondientes traumas internos de hacer las cosas a último momento, de prisa y corriendo.
Obviamente, existen otras formas para hacer mejor las cosas, y pasan principalmente por el convencimiento empresarial colectivo de adoptar los estándares GS1 en forma temprana. Hay que ser conscientes de que estos estándares llegaron para quedarse definitivamente y que adoptarlos aportará un beneficio sustancial a las empresas, pues el uso de códigos de barras y simbologías estándar permite reducir los índices de error en las lecturas y obtener una mayor fiabilidad en los datos que se utilizan para administrar y controlar la gestión interna. Además, estos estándares de codificación representan un menor esfuerzo para las empresas, al tener en todos los productos los mismos criterios aplicados, además de una importante compatibilidad con las empresas locales y los grandes holdings que ya los están solicitando. Por eso, el consejo es que no espere ser presionado por ninguna empresa externa para hacerlo. La previsión tiene sus frutos.