Estamos es un momento extraordinario, complicado y desafiante para los negocios. Independientemente de la industria o del tipo de empresa, las organizaciones y los profesionales, deben responder a un entorno extremadamente dinámico y complejo.

Cierres de operaciones portuarias o productivas por brotes pandémicos, efectos de guerras comerciales y/o militares, flujos poco predecibles de productos y materias primas, escasez de energía e inflación, escasez de materias primas esenciales para la industria tecnológica en un contexto de digitalización acelerada, cambios radicales en las demandas de los consumidores y su forma de acceder a bienes y servicios, barcos esperando poder descargar debido a marejadas cada vez más frecuentes provocadas por los trastornos climáticos, movimientos sociales que cuestionan las bases del modelo económico comercial sobre el cual se ensamblaron las cadenas de suministro, son solo algunos de los fenómenos -los más directos- que hoy tienen a los responsables de este proceso cambiando radical y profundamente su quehacer y sus paradigmas técnicos.

Destaca la fragilidad de las cadenas de suministro globales y la dificultad de predecir una eventual recuperación. Es tal la magnitud de las disrupciones y la transformación que resulta difícil utilizar las palabras retorno o recuperación, más bien nos dirigimos hacia otro lugar. Esto es música para los oídos de innovadores y emprendedores, y despierta las peores pesadillas para los gestores aferrados a los pronósticos de venta.

Hoy la cadena de suministro atrae la atención de todos, está en el corazón de las consecuencias de las enormes disrupciones que vemos y del mundo que nace. Para bien o para mal, no hay un día sin ver algo en las noticias al respecto, sin conocer de la última start-up o innovación en servicios logísticos para poder responder a esta nueva realidad. Creo que ese foco de atención, esa visibilidad, atrae mucho interés a lo que solía ser una industria algo invisibilizada y anónima, el “backstage” de la economía y el comercio que, sin embargo, ahora resulta ser el centro de la atención mundial.

No hay duda que esto va a invitar a muchos nuevos talentos y mucho capital, hoy en ferias y seminarios de tendencias en logística aparecen nuevos personajes, entre ellos muchas firmas de capital de riesgo que buscan participar en la en la industria de moda.

En los años 90 se acuñó una sigla que poco a poco fue incorporándose a los procesos de planificación estratégica de las compañías y que invitaba a una actitud innovadora, de mente abierta y flexible, el término VUCA hace referencia a las características del entorno en que se desarrollarían los negocios.

Las características de este entorno serían la volatilidad (volatility), la incertidumbre (uncertainty), la complejidad (complexity) y la ambigüedad (ambiguity). Pues ya está aquí, y no hay cómo pensar una cadena de suministro operando en contextos estables o predecibles, menos aún gestionarla con la mirada y las herramientas tradicionales.

Lo ya dicho queda en el contexto general de tendencias, estratégico si se quiere, pero hay un día a día. Mientras se observan y padecen estos fenómenos nada se detiene y hoy, además de cumplir con las expectativas de los clientes en cuanto a gran variedad, entrega rápida y costos razonables, las cadenas de suministro luchan por mantenerse al día con la escasez de talento y personal operativo, escasez de activos de transporte y de suministros. Claramente es complicado, y las respuestas de las empresas líderes ha sido sostener la economía y viabilidad de sus operaciones sin dogmas, con flexibilidad y fortaleciendo las comunicaciones y la colaboración en sus cadenas, particularmente con clientes.

Haciendo la salvedad que, en logística y gestión de cadena de suministro, las respuestas siempre son únicas y caso a caso, y en el contexto de disrupción pandémica, se han podido ver cambios en muy cortos plazos por parte de las compañías líderes. Por ejemplo, la transformación de cadenas de fabricación contra stock a fabricación por pedido, producto de verse sin inventarios en toda su red y con demanda viva. Aquí las preguntas fueron ¿cómo cumplimos con los compromisos con nuestros clientes? ¿Cómo creamos compromisos que realmente podamos cumplir? Todo tuvo que cambiar y la respuesta fue pasar inmediatamente a un modo táctico de resolución de problemas uno a uno. Se trata de un proceso evolutivo respecto de, por ejemplo, la forma en que se acostumbra a definir las fechas de compromiso para los clientes, incluida cómo se gestiona la comunicación con ellos. Un método más complejo, profundo y contextualizado.

Por otra parte los proveedores de servicios logísticos encontraron, en este contexto pandémico, que todos sus clientes se vieron enfrentados a cambios radicales en sus dinámicas de consumo, con diferentes patrones de oferta y demanda, lo que exigió flujos de carga que antes no existían y la supresión de los existentes, considerados estables, confiables y ciertos.

Podría decir que la respuesta ha sido satisfactoria, las cadenas sostenidas por proveedores de servicios logísticos, como la extensión de ellas, han hecho un trabajo impresionante de adaptación, fundamentalmente a través de dinámicas de colaboración muy enunciadas pero ahora llevadas a la práctica de forma radical e imprevista.

Pero no se trata solo de pandemia, como se dijo, son múltiples y variadas las disrupciones y muy intensa la incertidumbre. Como reflexión final queda que la complejidad bien abordada es una amiga a ser abrazada en lugar de una enemiga a ser evitada, y que la colaboración y la comunicación nuevamente están al centro de la cultura a construir, para el despliegue y la sobrevivencia de las cadenas de suministro.