Durante años Chile basó una parte importante de su crecimiento en las exportaciones, las que, sin duda, fueron potenciadas por los tratados de libre comercio firmados por el país durante los últimos 30 años. En términos de cifras, nuestro país tiene uno de los más altos porcentajes de la Región respecto del PIB llegando a un 25%, en comparación con otras naciones Latinoamericanas como Perú (21,8%), Argentina (14,5%) y Colombia (12%). Sin embargo, aún estamos lejos de países, a los que vemos como ejemplo de desarrollo, como Irlanda (43%).

Pero, analizando las cifras de los últimos 10 años, vemos que nuestras exportaciones en dólares, no van a ninguna parte. El monto total prácticamente no crece y productos de mayor valor agregado como maquinaria y equipos tienen caídas de más de un 10% en el periodo. De la misma forma, las “exportaciones no cobre”, desde 2011 no han crecido.

Lejos están los resultados obtenidos entre 2000 y 2010, cuando la cifra de exportaciones totales se multiplicó casi cuatro veces.

¿Que nos pasó? ¿El tipo de cambio con un peso relativamente fuerte nos quitó la competitividad? ¿Nuestros productos son poco atractivos? o ¿simplemente perdimos el foco y nuestro impulso exportador?

Creo que las explicaciones pasan por una mezcla de todas las razones anteriores, pero estoy seguro de que la solución está en que las empresas pongamos nuevamente el foco en aumentar nuestras exportaciones. Aquí es donde, a mi juicio, las asociaciones gremiales pueden jugar un rol relevante, motivando tanto a las empresas a ver nuevos y posibles clientes en el exterior como promoviendo el debate respecto de qué tipo de apoyo se necesita por parte del Estado que, sin duda, tendría que partir por la facilitación al acceso a nuevos destinos comerciales.

El ejemplo del vino para el futuro

Para contextualizar este tema, creo que la industria del vino puede mirarse como un ejemplo a seguir. Hoy Chile es el 4to exportador a nivel mundial, con exportaciones anuales cercanas a los USD 2 mil millones, en una industria de valor agregado, donde la competencia se da contra potencias como Italia, España, Francia y Australia. Hace 10 años, las exportaciones de vino llegaban a los USD 1,5 mil millones y en el 2000 eran de solo USD 500 millones. Actualmente Chile exporta vino a más de 130 países, a destinos tan remotos como Sri Lanka o Kenia.

A esta industria la ha ayudado enormemente la apertura de los mercados gracias a los tratados de libre comercio, pero además ha sido clave el impulso y foco que han puestos las vi- ñas chilenas individualmente y vía asociaciones gremiales como Wines of Chile, que han invertido tiempo y recursos en este desarrollo.

Durante los próximos años, la recuperación post pandemia será difícil. Nuestro mercado interno estará deprimido y para las empresas locales será clave la expansión de sus mercados potenciales para poder recuperarse. A nuestros mercados tradicionales de Estados Unidos, Europa, Latinoamérica y China, les debemos agregar India y Africa.

Con India, Chile tiene un Acuerdo de Alcance Parcial (AAP) vigente desde 2007 y ampliado en 2017. Esta ampliación significó que los productos chilenos con preferencia arancelaria aumentaron de 178 a 1.110. India, con un mercado de 1.200 millones de habitantes, sin duda representa un potencial enorme.

Africa por otro lado, es un mercado donde aún no tenemos tratados de libre comercio y además es una Región donde la industria alimentaria tiene quizá una tremenda oportunidad. Millones de personas están saliendo de la pobreza y tendrán la necesidad de más alimentos de mejor calidad. Nuestro intercambio comercial actualmente con esa Región es mínimo. Quizás, el primer paso desde el punto de vista del Estado, sea empujar un acuerdo comercial con la zona AfCFTA (Área Continental Africana de Libre Comercio) constituida por 23 países que tienen aproximadamente 1.200 millones de habitantes.

En resumen, necesitamos enfocarnos nuevamente en crecer en nuestras exportaciones, esto será fundamental en la recuperación y es un esfuerzo de todos.