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DISTRIBUCIÓN DE MERCANCÍAS PELIGROSAS
Realidad y necesidades del mercado chileno
Por Diego Bozzano, consultor en Logística y Transporte, Gerente General de Do Better. / diego@dobetter.cl
La distribución de mercancías peligrosas conlleva una serie de riesgos en materia de seguridad y medioambiente, que exigen un nivel más alto de gestión en los procesos de reparto, incluyendo auditoría de empresas de transporte, control para los servicios de mantenimiento y jornadas de trabajo de los conductores, así como un requerimiento de un mayor estándar en la gestión de la operación.

Un supervisor revisa, en conjunto con el conductor, un vehículo de transporte previo a que este salga a distribuir los productos por la Región Metropolitana. La revisión del vehículo involucra la utilización de una lista de chequeo, la cual, punto por punto, repasa la condición mecánica del vehículo. Una vez realizada, el conductor pasa por un control de alcoholemia, el cual entrega un resultado de no presencia de alcohol. Posteriormente, el conductor firma la lista de chequeo, colocando un comprobante de esta en el vehículo y la otra queda a resguardo de la compañía de transporte. Finalmente, el chofer conduce hacia la planta de carga, en donde el vehículo será revisado aleatoriamente una vez más.

Esta situación, que se repite cada día en la ciudad de Santiago, podría corresponder a cualquier operación, sin embargo, la normativa solo exige que se realice de esta manera para la distribución de mercancías peligrosas, las cuales se encuentran identificadas en la Norma Chilena 382, de acuerdo con la clasificación de Naciones Unidas y de la Organización Marítima Internacional (IMO, según sus siglas en inglés). En Chile, para transportar este tipo de productos peligrosos, la operación, los vehículos, conductores, generadores de carga y receptores de carga, deben guiarse por el Decreto Supremo N°298 del Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones (MTT), el cual regula el transporte de estas sustancias por calles y caminos del país.

Este Decreto, junto con ser una guía de cómo debe gestionarse una operación de transporte de mercancías peligrosas, entrega una serie de requisitos a cumplir por parte de las empresas generadoras, de transporte y receptores de carga. Sin embargo, la aplicación y seguimiento de este Decreto y sus reglamentaciones no es similar en todas las operaciones, donde constantemente estamos encontrándonos con vehículos que no cumplen con los estándares requeridos por la legislación, así como también con empresas que no respetan en lo más básico este Decreto.

Del mismo modo, los problemas de fiscalización por parte del Ministerio de Transportes, así como por Carabineros de Chile, no son diferentes a lo que sucede con otras legislaciones de similar relevancia.


Fiscalización

El número y especificaciones de tópicos técnicos que toca el Decreto implican un conocimiento muy fuerte con respecto a la documentación y a la clasificación de las mercancías peligrosas. Si consideramos que el fiscalizador debe tener la capacidad de comprender documentos como la Hoja de Datos de Seguridad de Producto, y comparar esta con los rótulos y rombos que marcan al vehículo en sus cuatro lados, ya podemos visualizar una situación que dificulta esta tarea. A su vez, se suman aspectos como los riesgos a los que se encuentran expuestos ciertos productos al momento de ser fiscalizados, como por ejemplo los explosivos o la dinamita (TNT), que requieren que una caravana de vehículos los transporten hasta su lugar de almacenamiento.

Fiscalizar estos vehículos, asegurar el cumplimiento y, al mismo tiempo, mantener las condiciones de seguridad, es todo un desafío.

Considerando todos estos puntos, se entiende que se necesita una actualización del Decreto Supremo 298, así como una mayor exigencia en la acreditación o certificación de empresas para el transporte de mercancías peligrosas, considerando la especificidad que estas tienen.

Hoy en día basta con mantener una serie de implementos básicos sobre el vehí- culo (cartelería, cuñas, extintores, entre otros), y se considera, según la ley, que está en condiciones de realizar el transporte de este tipo de productos. Se realiza un “check list” básico y se supone que tiene los mantenimientos realizados y que cumple operacionalmente.

Por otro lado, se le entrega un documento de aproximadamente cinco pá- ginas al conductor, en el que se le explican las características de un producto químico, combustible, explosivo u otro, y creemos que con esa información este ya estaría preparado para reaccionar ante una emergencia.

Con respecto a la capacitación de los conductores, considero que debe ser un tema fundamental en cualquier empresa que desee transportar mercancías peligrosas, ya que los incidentes o accidentes, pueden afectar la salud de las personas o al medioambiente. Lamentablemente el Decreto Supremo no realiza ningún tipo de exigencia en cuanto a planes de capacitación o conocimientos mínimos por parte del personal involucrado en estas operaciones. Si bien las empresas privadas realizan un esfuerzo por tener operadores logísticos con ciertos estándares, este no se ve acompañado de una legislación de acorde a las exigencias de este rubro.


Estructura vial

Finalmente, debemos realizar un análisis pormenorizado de la estructura vial con la que cuentan nuestras ciudades y el país en general para contener al transporte de mercancías peligrosas. Al día de hoy, la legislación solo prohíbe la circulación de vehículos de transporte de mercancías peligrosas por túneles con una longitud mayor a 500 metros, así como indica que se debe evitar el tránsito de vehículos con mercancías peligrosas por zonas densamente pobladas.

Si siguiéramos estas indicaciones al pie de la letra, muchas estaciones de servicio de combustible o instalaciones de gas, entre otros, no podrían recibir productos para su funcionamiento, puesto que en las urbes de nuestro país existen muchas zonas densamente pobladas, y en ellas, se encuentran puntos de recepción y despacho de productos peligrosos.

El trabajo consiste en realizar un análisis de estas rutas, entender sus complejidades y definir los estándares de velocidades máximas, medidas de contención y señalética necesarios. Al igual que entender los requerimientos de respuestas ante emergencias y, sobre todo, conocer el flujo de mercancías peligrosas que circula por nuestros caminos, de manera de preparar a los entes de emergencia para posibles emergencias o accidentes.

Chile es un país que requiere de mercancías peligrosas para desarrollarse. Nuestra matriz energética aún depende en gran parte del petróleo diésel, así como también necesitamos productos químicos o explosivos para la minería, además de estar desarrollando una matriz gasífera en diversos puntos del país. Realizar el transporte de estos productos con mayor seguridad es un desafío y se debe nfrentar lo más pronto posible.

Agosto 2019
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