RED MEGACENTRO Certificación B permite mayor competitividad y afrontar retos sociales y ambientales Desde sus inicios, Red Megacentro ha establecido una mirada de largo plazo en sus negocios. Es así como su objetivo ha sido siempre la adquisición de terrenos para el desarrollo de proyectos de arriendo de bodegas y centros de distribución. “De esta manera, nos transformamos en vecinos de las comunidades que habitan alrededor de los sitios que hemos ido comprando. Y con el paso del tiempo nos dimos cuenta de la importancia de relacionarse e involucrarse con estas personas y lograr entender la problemática que afecta a las comunidades”, explica Luis Felipe Lehuedé, Gerente General Red Megacentro. “Por eso, resulta fundamental ofrecer oportunidades tanto a la gente como a las pequeñas empresas que trabajan cerca nuestro”, agrega.
El ejecutivo sostiene que, en esa línea, la compañía siempre ha impulsado una labor que incluye un componente social en todos aquellos lugares donde está presente. “Y esto no es simplemente filantropía, sino que creemos que es bueno para nuestro negocio y es la manera de hacerlo sostenible a futuro”, argumenta.
Otro ejemplo de este compromiso que ha establecido Megacentro desde sus orígenes, se destaca en la estrategia de reciclar inmuebles, ya sea fábricas o plantas en desuso, lo cual produce un gran beneficio al medioambiente, ya que permite aprovechar chatarras o escombros que quedan en el lugar luego de las demoliciones.
Por otro lado, en el caso de una reconstrucción, significa comprar materiales y, por ende, el consumo de estos, que dejarán indudablemente su huella de carbono.
Fue así como dentro de esta lógica de operaciones, Megacentro conoció el concepto de “Empresas B”, que, entre otras cosas, busca que las compañías privadas sean un aporte y un agente de cambio dentro del mundo en que están insertas. “Es claro que tanto los problemas sociales como ambientes no pueden ser resueltos únicamente por las autoridades; los gobiernos son limitados, en cambio las empresas son cientos de miles. Y si todas estas se comprometen a aportar su granito de arena para resolver problemas de la comunidad, se puede establecer un tremendo motor de cambio”, asegura Lehuedé. Desafíos a corto plazo La certificación de Empresa B es entregada por B Lab, una entidad sin fines de lucro en Estados Unidos, la cual tiene como partner para todo América Latina a la firma Sistema B. El proceso implica pasar por una evaluación muy detallada y rigurosa, que considera los impactos positivos de las compañías en distintas áreas (ver recuadro). Luis Felipe Lehuedé, Gerente General; Macarena Braun, Gerente de Sostenibilidad, ambos de Red Megacentro. “No existen plazos fijos para lograr cumplir con los requisitos exigidos, cada cual se toma sus tiempos”, explica el ejecutivo. “Puede que al principio se vea como algo muy complejo de lograr, pero es algo absolutamente posible de llevar a cabo. La verdad es que no existe un gran escollo, sino que más bien esto es la suma de muchas cosas pequeñas que hay que ir mejorando”.
El Gerente General de Megacentro reflexiona además que en el mercado actual resulta casi una “obligación” plantearse este tipo de desafíos. “El mundo está cambiando y si no afrontas estos retos, simplemente vas a quedar afuera. De hecho, a los ejecutivos y trabajadores jóvenes les interesa estar en una firma o institución que se preocupa de estos factores. Ya no solo importa la renta o las oportunidades laborales”, sostiene.
Cabe destacar que las empresas deben realizar cambios en sus estatutos (en un plazo no mayor a un año después de obtenida la certificación) incorporando cláusulas donde se comprometan a considerar a sus trabajadores, comunidad y medioambiente de manera vinculante en la toma de decisiones. “Los accionistas deben reflexionar acerca de cuál es su visión y propósito; hacia dónde van y qué quieren hacer. Esto no significa, para nada, que la empresa deba convertirse en una entidad de beneficencia, donde ya no importa ganar dinero. En ningún caso. Lo satisfactorio es que cuando se le pone empeño a la parte social y ambiental, el mercado te va a premiar y el negocio se fortalece aún más”. Ventaja competitiva La certificación tiene una duración de tres años y posteriormente la empresa debe pasar nuevamente por el proceso para obtener la recertificación. A su vez, todos los años, se realiza una auditoría al 10% de las empresas certificadas, la que puede ser presencial o virtual.
Lehuedé señala que muchos de sus clientes, firmas nacionales o trasnacionales, consideran que trabajar con una empresa que está certificada bajo esta modalidad, constituye una verdadera ventaja competitiva. “De hecho, muchas compañías con las cuales trabajamos nos han felicitado por el logro y nos indican que ellos también están en la misma línea aplicando esta filosofía. Creo honestamente que hoy todos estamos con una conciencia socioambiental muy distinta a la que había hace cinco años”, sostiene.
El ejecutivo cree que, en el corto plazo, contar con certificaciones de este tipo será la regla y terminará convirtiéndose en el estándar de facto, que se unirá a otros procesos como la economía circular o la economía de triple impacto, ya que comparten muchos de los principios y valores con esta certificación.
El reciclaje de pallets y cartones, trabajo de voluntariado y de apertura de espacios a las comunidades, recolección de basura, construcción de áreas verdes en jardines infantiles y proyectos de eficiencia energética con ERNC, forman parte de las estrategias y planes de acción que Megacentro está combinando con este proceso. A esto se suma la creación de una Gerencia de Sostenibilidad, a cargo de Macarena Braun, que busca consolidar y proyectar la certificación B en el tiempo.
“Las Empresas B somos orgullosas de serlo. Además, resulta muy importante que nuestros clientes lo sepan, porque cada vez más, el consumidor final está privilegiando a aquellas compañías que tienen esta nueva mirada que apunta a cuidar el medio ambiente y a desarrollar su relación con las comunidades”, concluye Lehuedé. Evaluación Para certificarse las empresas deben pasar por un riguroso proceso de evaluación que mide el impacto que generan en los siguientes ámbitos:
• Modelo de negocios: identifica el/los modelo/s de negocio/s de impacto de la empresa. Estos son diversos y varían de empresa a empresa (medioambiente, comunidad y clientes). • Gobernanza: prácticas y políticas que la empresa posea en términos de transparencia, toma de decisiones, alineamiento y compromiso de la empresa, entre otros.
• Trabajadores: prácticas y políticas con sus trabajadores.
• Medioambiente: políticas y prácticas que impacten positivamente al medioambiente (reciclaje, criterios de selección de proveedores, uso de energías renovables, agua, residuos).
• Comunidad: políticas y prácticas que tengan impacto positivo no solo en la comunidad física en donde se encuentren, sino también el trato y elección de proveedores y distribuidores.
• Clientes: políticas y prácticas relacionadas a la relación con los clientes en términos de garantías, satisfacción, marketing ético, privacidad y seguridad de datos. |